viernes, octubre 31, 2008

Espacio Concertación, espacio de centroizquierda

Espacio Concertación, espacio de centroizquierda

Víctor Maldonado

Para aglutinar, la Concertación ha de ser ella misma un conjunto aglutinador. Un conglomerado que privilegia sacar concejales pero que pierde alcaldes no da el ancho. Ni por asomo han de parecer cuatro egoístas jugando póquer.


La moraleja

Hay que analizar la elección municipal en vista de los desafíos que vienen. En primer lugar, hay que decir que tanto la Concertación como la Alianza perdieron votación, y que Juntos Podemos quedó más o menos donde mismo.

Lo que ganó fue la dispersión. Muchos candidatos se agruparon en etiquetas que les dan un nombre común, pero tras lo cual no hay nada que aglutine más allá de los deseos personales de permanecer vigente en el escenario público. De manera coincidente, el número de quienes se abstienen de votar subió significativamente. El reencanto con la política sigue hoy más lejos que ayer. Hay en marcha un cambio generacional, pero que aún no llega al centro de la escena.

En segundo lugar, la Concertación eligió más concejales que alcaldes y esto quiere decir que predominó una lógica de partido más que de coalición. Significa, también, que se pueden dar votos cruzados; es decir, una misma persona puede votar por el partido que más los interpreta y por la persona que más le agrada, aunque sea del otro lado del arco político. Predominan personas por sobre etiquetas, y esto significa que en lo que viene todo puede pasar.

El oficialismo tuvo un revés alcaldicio inesperado explicable en la existencia gravitante de descolgados y errores políticos evitables. Pero la lección es más valiosa que los resultados: donde hubo revés no perdió la Concertación, perdió la falta de suficiente Concertación.

En el tablero de ajedrez cambiamos piezas mayores por peones. Entregamos centros de poder a cambio de números que se cuentan para los efectos de las negociaciones de los partidos.

Si uno analiza lo que sucedió evaluando a los dirigentes partidarios con la mirada de quienes cuidan mejor de sus intereses particulares, la valoración es positiva (al menos según su propia opinión). Pero si uno analiza considerando el reforzamiento colectivo de la coalición, en vista de preparar una elección presidencial, la evaluación es otra muy distinta.

Al momento de la autocrítica, hay que decir que tenemos muchos dirigentes partidarios y pocos líderes políticos. Faltan en lugares clave quienes estén dispuestos a sacrificar parte de lo que legítimamente puede alcanzarse maximizando al límite las opciones particulares, puesto que la casa común necesita el aporte constante de sus integrantes para existir.

Pero la detección del problema implica la identificación de la solución. Ha de existir un núcleo capaz de reconstituir la lógica del trabajo conjunto y de colaboración. No se trata de altruismo. Hasta el más pragmático puede llegar a la misma conclusión. Ocurre que, tarde o temprano, mi propio éxito queda en manos de mis socios. Si no he alimentado un comportamiento solidario no puedo esperar que lo que me espere sea el apoyo necesario en el tiempo justo.

La Concertación es una reserva de lealtades y visiones amplias que necesita volver a llenarse.

Atrapados en el pasado

Desde la elección municipal los acontecimientos parecen haber ganado un dinamismo extraordinario.

Al pasado no se puede volver por reciente que sea. De él se pueden sacar lecciones pero, como a una sombra, no se puede sujetar para evitar su partida.

Algunos encuentran que lo más significativo es el surgimiento de Chile Limpio. Esto no es exacto, porque junta una explicación dudosa como un hecho decisivo.

Lo que ha ganado carta de ciudadanía es la dispersión, la falta de disciplina ampliamente compartida. Han perdido fuerza los centros aglutinadores. Los independientes de los bloques se pueden presentar bajo la etiqueta que les facilite ser electos, pero son muy diversos entre sí. No son "una" realidad, sino un paraguas bajo el que cada cual es cada quien. Una familia es una comunidad de personas, pero quienes se desplazan juntos en una misma micro no lo son aunque estén uno al lado del otro.

No falta el que se ofrece para interpretarlos a todos, y quisiera ser visto como su guía. Pero hacerle caso no tiene ningún sentido. La clave del futuro es saber identificar el mejor camino disponible para ganar la elección presidencial. Y ocurre que no hay duda posible respecto de la estrategia a asumir.

En teoría hay tres alternativas posibles: buscar convencer electorado de derecha; crecer hacia la izquierda; y buscar apoyo en los más cercanos dentro de los dispersos e independientes. Buscar asegurar un buen resultado presidencial restando electorado de derecha no tiene viabilidad.

Buscar asegurar un buen resultado presidencial restando electorado de derecha no tiene viabilidad. En la campaña municipal, los candidatos de la Concertación que se consideraban a sí mismos como atractivos para este tipo de electores, y que jugaron a conquistarlo, fracasaron. No convencieron a nadie del otro lado y desilusionaron a sus electores "seguros", con lo cual perdieron y por mucho.

Crecer hacia la izquierda tampoco tiene sentido aunque por otra razón. Ocurre que, en segunda vuelta presidencial, el elector de izquierda -en su amplia mayoría- vota contra la derecha y, en este sentido respalda a la Concertación. Se pueden acercar posiciones, pero eso no es crecer.

La Alianza tiene un candidato fuerte, y por eso lo básico es evitar que gane en primera vuelta, y ello no se consigue con una integración formal de los sectores políticos que le hacen frente. Tal vez hasta sea contraproducente.

Lo que hay que hacer hacia la izquierda es ampliar los pactos. Contra la exclusión estamos todos a este lado de la cancha.

Pero el PC quiere tener espacio no para fusionarse con otros, sino para existir públicamente y hacer valer su punto de vista. Por lo demás, no hay que ofrecer lo que nadie está pidiendo.

Si excederse en un acercamiento y colaboración necesarios es un error, negarse de plano a una mayor relación lo es aún más.

Sólo hay una cosa peor que quedar atrapado en un pasado cercano: quedar atrapado en un pasado remoto. Los que rechazan el acuerdo con el PC, llevando esta opinión a algo cercano a los principios, no actúan por lo que ven sino por lo que recuerdan. Más aún, opinan según los prejuicios con que ven el pasado. Nada de esto tiene justificación hoy día.

Cribamos el trigo

El camino que queda por seguir no es, por tanto, el de mirar a un lado u otro sino el de concentrarse en la propia centroizquierda. Ocurre que hasta hace poco esta zona política se identificaba con la Concertación y hoy no es así.

Yo no creo que alguien que rompe la disciplina de la Concertación sea uno de sus integrantes. Es una contradicción en los términos. Pero sé también que no todo indisciplinado es por ello alguien de derecha. Sé que puede darse el caso de personas que se identifican con la centroizquierda y que, al mismo tiempo, se han distanciado de la Concertación.

Hay de todo: rebeldes, ofendidos, desilusionados, maltratados e individualistas. Pero cada caso es distinto y no se les puede dar un trato estándar. Se impone la necesidad de cribar, es decir de limpiar y separar el trigo de la maleza. El triunfo presidencial será un triunfo de la centroizquierda (es decir, de la mayoría política que confluye en un propósito común) o no habrá triunfo.

Si hemos logrado pactar con el PC y establecido una buena relación con este partido, no veo por qué no hemos de poder establecer grados de acercamiento variable y diferente en otros casos.

Hoy por hoy, la dispersión es ante todo un fenómeno concertacionista. Volver a aglutinar es indispensable. Pero para aglutinar, la Concertación ha de ser ella misma un conjunto aglutinador. Un conglomerado que privilegia sacar concejales pero que pierde alcaldes no da el ancho. Ni por asomo han de parecer cuatro egoístas jugando póquer.

Alegrarse porque en esta ocasión se trasladaron todos los costos a los socios es peligroso, prepararse para la revancha es mortal.

Sólo queda hacer de la política una actividad de colaboración en la competencia y de buen trato entre quienes comparten un proyecto nacional que construir. Y esto va más allá de la ingeniería electoral, que no es otra cosa que otra faceta de la tecnocracia, esta vez política. Un país no cabe en un recipiente tan pequeño.

Por eso, hacer una mejor política es una necesidad inescapable. En esta ocasión los triunfos tendieron a ser numéricos, pero las derrotas fueron políticas. El error es grande, por eso el aprendizaje de los errores ha de ser mayor para poder ganar.

viernes, octubre 24, 2008

Cómo se puede ganar con menos votos

Cómo se puede ganar con menos votos

Víctor Maldonado

A partir del domingo, la Concertación ha de tomarse en serio su posibilidad de seguir en el poder. No se puede mantener por más tiempo esta disonancia entre su opción electoral abierta y una especie de postración anímica.


La sesión de hipnosis

La incógnita de estas elecciones no está en saber cuál es el resultado global que vamos a tener ni tampoco en lo que cada sector va a decir al conocer los cómputos finales. Las dudas se circunscriben a algunas contiendas emblemáticas muy estrechas, pero por lo demás las cosas que están de modo más claras.

Lo que sí es una incógnita es saber quién resulta más creíble al momento de explicar los resultados.

¿A qué se debe esta falta de dudas? Simplemente que la derecha ha sentenciado desde ya que tendrá un mal resultado general en esta ocasión. Dicho en directo: va a perder. De otro modo no haría nada de lo que vemos en estos días.

Cuando uno espera malas nuevas, lo que más desea es que se hable de otra cosa, o en su defecto se vea la situación de un modo inusualmente positivo. Ambos intentos es lo que se propone la derecha en esta ocasión.

Para decirlo sin rodeos, lo que se espera es que la Concertación supere a la derecha en votos, número de alcaldes y concejales electos y porcentaje de población bajo gobierno local oficialista. En todas estas facetas la centroizquierda obtendrá un triunfo inapelable.

Como eso parece estar por suceder a la vuelta de la esquina, lo que ha preparado la dirigencia opositora es una versión (ampliamente difundida) de que son ellos los ganadores. Eso estaría aconteciendo porque la Concertación les habrá ganado por menos diferencia en esta ocasión que en 2004. "Nosotros estamos subiendo y ellos están bajando, de modo que ganamos", es el argumento central.

Enseguida, esta argumentación puede ser complementada con algunas victorias opositoras en comunas emblemáticas. Póngale usted a eso la idea ya lanzada de "ampliar la Alianza", que se materializará al término de estos escrutinios, y ya tenemos los ingredientes de un arte de prestidigitador. En otras palabras, se tiene la fórmula para presentar el cómo se puede ganar teniendo menos votos.

Cuando el triunfo electoral no está a la mano, lo que queda es obtener una victoria comunicacional y política. Dominar la interpretación de aquello que acaba de ocurrir. Lograr que se hable en los términos que al perdedor le convienen a fin de producir un cambio general de la percepción sobre lo obvio.

Por cierto, lo que la derecha pretende proteger es la mantención en punta de las pretensiones de su candidato. Quieren dejar atrás lo antes posible un revés previsible para conseguir que el ánimo de los propios no decaiga y que el de los adversarios no mejore. Y, por cierto, no pueden ser censurados por su intento.

Pero lo que no puede ser aceptado, de buenas a primeras, es el caer de manera angelical en la red de argumentos especialmente preparados para incautos. Los fríos números siguen estando ahí y eso no es alterado por ningún acto hipnótico preparado para la ocasión.

Aprender a contar

La noche del 26 de octubre nadie estará, de verdad, contando alcaldes o concejales electos. Lo que estará haciendo es contar posibilidades presidenciales. Y para esos efectos hay que aprender a contar los números que se tendrán a la vista.

En la elección presidencial, lo que importa es saber quién está más cerca de superar la barrera del 50%, que es lo que permite elegir al único ganador de la competencia. Eso en Chile se consigue en primera o segunda vuelta, pero lo que importa es quién llega delante de los demás, no cuántas ganas tenía el segundo de que le fuera bien.

Tampoco sirve de algo consolarse pensando en "los pocos votos que nos faltaron para ganar". Ese es el problema con la democracia: no se parece a un bingo o a una tómbola. No se acumulan puntos ni se sacan premios de consuelo. El único estímulo que se recibe es un "siga participando", que no vale gran cosa como estímulo ni explicación.

Lo que interesa es la distancia con la mayoría absoluta y en esto la derecha podrá mostrar poco. Lo que puede decir es que "la distancia se ha acortado con la Concertación", pero eso es otro cantar. Y, a decir verdad, tampoco son buenas noticias las que puede cosechar de este enfoque.

En efecto, las elecciones municipales son los comicios que más se prestan para la dispersión, puesto que es el ámbito donde más pesan los factores personales y locales.

A decir verdad, es creciente la tendencia a que, si alguien cree que va a ganar y su partido o su coalición eligen a otro como candidato, lo que está ocurriendo no es que el aspirante se va para la casa, sino que se inscribe por otro partido o se presenta como independiente.

De modo que a nivel local es bien difícil en ocasiones saber a qué atenerse. Personas que siempre se han identificado con la Concertación (y que incluso han sido sus candidatos en otras oportunidades), ahora se presentan por fuera (a veces ni tan por fuera si se considera el apoyo más o menos encubierto de su partido a nivel comunal). Además, estas personas se siguen presentando como Concertación ("en el fondo de mi corazón") y no pierden ocasión de apoyar públicamente a Bachelet como Presidenta. No avalo esta conducta, lo que digo es que es difícil para el elector saber quién es quién.

De modo que, a mayor dispersión de votos y existiendo listas de candidatos "especializadas" en restar votos a la Concertación, disminuya la distancia municipal entre derecha y Concertación es la cosa más obvia de la Tierra.

Pero lo que importa, siempre para efectos presidenciales, es que los disidentes de la disciplina concertacionista pueden ser muchas cosas, pero no se han convertido en representantes de la derecha exclusivamente por el hecho de ser indisciplinados. Su auto-percepción de ser personas de centroizquierda o de izquierda a secas no ha variado para nada.

De modo que la brecha no dice nada favorable a Piñera. Salvo el hecho de que tampoco ha influido en nada para que estos disidentes atraviesen la cancha y se pasen a ser colaboradores del adversario. Si alguien los tildara de tales se sentirían muy ofendidos. Serán todo lo problemático que se quiera, pero son un problema de la centroizquierda, no de la derecha.

No estoy diciendo que ser indisciplinado valga lo mismo que ser un concertacionista consecuente, ni que haya que olvidar lo que cada cual haga o deje de hacer. Lo que estoy diciendo, simplemente, es que la derecha no puede vestirse con ropa ajena ni puede contar a su amaño lo que no puede sumar como propio.

Lo que hay que hacer para ganar

A partir del domingo, la Concertación ha de tomarse en serio su posibilidad de seguir en el poder. No se puede mantener por más tiempo esta disonancia entre su opción electoral abierta y una especie de postración anímica.

Enseguida, se ha de combinar la indispensable competencia por liderar el conglomerado de Gobierno con la ratificación constante de la necesidad de mantenerse unidos. Para conseguir ese efecto, es muy probable que la Presidenta Bachelet cumpla un rol insustituible, lo mismo que los timoneles de partido.

Se ha de entender siempre que, como ha dicho la Mandataria, "al arco iris no le sobre ningún color", esto es, que los partidos son indispensables, no porque tengan el mismo peso electoral o porque siempre actúen de una manera que les agrade a los otros. Son indispensables porque sólo unidos ganan.

De manera coincidente, y en un escenario de crisis financiera mundial, nadie puede darse el lujo de olvidar que los ciudadanos están valorando altamente la seguridad, las certezas, la resolución tranquila, la prudencia en el actuar, el rechazo al populismo, el recelo con los especuladores, el repudio a la irresponsabilidad. Eso significa que saldrá vencedor el que dé más pruebas de dar gobernabilidad.

Me atrevo a adelantar la gran lección de este domingo para la centroizquierda: se ganará allí donde se estuvo unidos, donde nunca nos dimos por ganadores seguros o actuamos como si lo fuéramos, donde buscamos los votos descontentos desde el centro hasta la izquierda. En cambio, no tendremos buenas noticias donde tuvimos socavamiento interno, donde nos confiamos o donde creímos que podíamos permear votación de derecha como primera prioridad. Suena obvio, pero no es culpa mía que a veces se olvide lo obvio.

viernes, octubre 17, 2008

El punto aparte

El punto aparte

Víctor Maldonado

Lo que temen tanto la UDI como RN es que el otro les dé el trato que ya antes el primero le prodigó apenas tuvo ocasión. Se temen porque se conocen. No se trata de prejuicios, se trata de una historia que va para las dos décadas.


Contarse para decidir

¿En qué afectan los resultados municipales las perspectivas de los candidatos presidenciales?

Antes que todo, influyen en que no es posible proceder a ningún proceso de selección sin conocer los resultados. Simplemente no hay manera de saltarse este paso.

Por supuesto, la paciencia no es la virtud más practicada en el ámbito político. Aun a sabiendas de que nada decisivo puede anticiparse con declaraciones, no hay quien se prive de hacerlas. Pero por mucho que se creen crucen frases incisivas (cada vez menos tranquilas, para ser sinceros), lo único que se consigue es aumentar la expectación, pero no adelantar la resolución.

De manera que, aunque todos dicen que la tarea principal es concentrarse en la elección municipal, cada cual alienta a un posible candidato. Así, por ejemplo, un grupo importante de diputados le ha pedido a Ricardo Lagos dejar la puerta abierta a una candidatura, y éste ha accedido.

Se debe decir que en la presentación por parte de los parlamentarios y en la respuesta del ex Presidente se han empleado las mejores formas y el mejor tono que se ha visto en el último tiempo. Eso no quita que una declaración pública tiene la virtud de provocar otras declaraciones en sentido contrario y éstas, a su vez, generan las consabidas dúplicas (en que se dice sólo la mitad de lo que se insinúa).

Lo anterior no cambia el hecho de que el siguiente movimiento en esta dirección se producirá después que el PDC y el PS realicen sus procesos de definición partidaria, y eso puede ser demasiado tiempo transcurrido antes de empezar a actuar.

En todo caso, no cambia en nada la necesidad de la espera. Porque no es la disponibilidad de cada cual lo que determina lo que termine por ocurrir (en realidad, nadie duda de la disponibilidad esencial de los mencionados), sino que pesarán mucho más sus posibilidades concretas de competir con la derecha.

En todo este proceso, los medios de comunicación ligados a la oposición han sido muy insistentes en presentar estudios que muestran la ventaja de Sebastián Piñera por encima de cualquier posible competidor. Esto debiera dejarlos muy tranquilos, pero no es así.

Hay que decir, enseguida, que no hay posibilidad de escoger abanderado sin decidir antes (o al mismo tiempo, dirán los más entendidos) cuál es el procedimiento que se empleará para elegir uno entre varios. Por supuesto, esto no es posible adelantarlo hasta el detalle en estos días, lo que confirma la necesidad de la espera en la que nos encontramos.

No es lo mismo candidato único que candidato seguro

La dirigencia opositora sabe que se está adelantando demasiado para saber qué es lo que ocurrirá en 2009 con la definición presidencial. Claro que no es demasiado temprano para instalar la idea de un ganador seguro. Eso explica antes que todo la insistencia en acumular la misma información obvia de que un candidato único y sin competencia está mejor posicionado que varios prospectos posibles de candidatos, justo antes de que toque escoger entre ellos.

Adicionalmente, es necesario que la Concertación se arme de paciencia, porque hace falta conocer la decisión final de la UDI respecto de una candidatura presidencial.

Cierto es que nadie en el gremialismo parece creer de verdad en una opción propia. Es evidente que está concentrando en mejorar su capacidad de negociación en vista de las parlamentarias. Pero está actuando con una sorprendente falta de confianza en sus posibilidades. Hay que decir que esta actitud esconde algo más que un cálculo de opciones electorales. La UDI se está moviendo demasiado a la defensiva y con "poquita fe" como para que sea algo sano.

Pero si lo que quiere es obtener una especie de seguro parlamentario de vida, entonces terminará por hacer menos de lo necesario para mantener su posición privilegiada en el tablero político. Tarde o temprano tendrá que reaccionar. No se ha visto un partido que abandone el liderazgo con la displicencia con que se asume un trámite burocrático.

Hay que recordar siempre que en el gremialismo hay ahora una disputa abierta por el liderazgo. Si la actual directiva no defiende adecuadamente los intereses partidarios, y lo que consigue es -por primera vez- que el gremialismo descienda de su posición de preeminencia, entonces tendrá problemas. La enfrentarán dentro y se reordenará el cuadro interno. La alternativa de claudicar con impunidad no existe en este sector de la derecha.

En realidad, lo que ocurra con la UDI dependerá del grado de amenaza que sienta cernirse sobre su liderazgo.

Al final, en la derecha el mayor efecto de la candidatura de Piñera no se está dando en el desborde de los límites usuales de la oposición, sino en la redistribución interna de apoyos a favor de RN y en contra de la UDI. El espacio partidario es el mismo, pero los tamaños de los residentes están variando de manera apreciable.

Las coaliciones existen cuando los socios se cuidan entre sí. Los conglomerados viven de los equilibrios. Cuando unos ganan siempre y los otros sólo pierden entran en crisis, teniendo o no el Gobierno. Ambas dinámicas son diferentes y no siempre coinciden.

En la derecha son avasalladores. Cuando uno de ellos gana, se lo hace sentir al otro cuanto puede y todo lo que puede. Los gestos de delicadeza y de buen trato siempre están como de visita, a la espera de ser desalojados.

Lo que temen tanto la UDI como RN es que el otro les dé el trato que ya antes el primero le prodigó apenas tuvo ocasión. Se temen porque se conocen. No se trata de prejuicios, se trata simplemente de una historia que va para las dos décadas.

Crisis financiera y reevaluación política

Por último, no se ha de pasar por alto el efecto que tendrá la crisis financiera mundial a nivel de la política casera.

En gran parte la crisis financiera y, a nivel local, las elecciones en curso, están poniendo un gran punto aparte respecto de lo que teníamos antes.

Es difícil recordar sobre qué es lo que estábamos discutiendo previamente, o más bien cuál era la "cartelera" de temas que los medios de comunicación nos ofrecían a diario hasta hace tan poco.

Pero si no recordamos gran parte de ellos, esto se explica porque se referían a debates centrados en escándalos o en asuntos que eran presentados como tales antes de las investigaciones del caso.

Cuando sobrevino un problema real, grande y contundente, entonces no quedó espacio para debates pegados al piso. Simplemente no queda atención disponible para la política de bajo nivel.

Cuando se pasa un tiempo fuera del mundo de la chimuchina, entonces se tiene la oportunidad de evaluar todo desde una nueva perspectiva. Se ha pasado del tema del mal uso del poder al de la responsabilidad de gobernar protegiendo al país de riesgos e incertidumbres. La capacidad de dar gobernabilidad se empieza a valorar muy bien.

¿Afectarán estas nuevas consideraciones la definición municipal? Poco. Pero sus resultados serán analizados con esta perspectiva. A la derecha le será difícil explicar cómo, siendo una minoría, puede fijar rumbo a una mayoría a la que no interpreta. Habrá que darle más de una vuelta a esta consideración.

viernes, octubre 10, 2008

La rueda de la fortuna de gira contra la derecha

La rueda de la fortuna de gira contra la derecha

Víctor Maldonado

Así como se aclara el paisaje en la Concertación, se ensombrece el panorama en la derecha. No son pocas las personas que han notado una pérdida de vitalidad en la campaña de Sebastián Piñera.


Cuenta regresiva a la incertidumbre

Hoy, el mayor enemigo de la Concertación es la incertidumbre. Simplemente hay demasiadas posibilidades, demasiados prospectos de liderazgo con potencialidades a desarrollar, pero todavía no la convergencia encaminada a concretar esas posibilidades.

Cuando todo puede ser, lo que de verdad se termina por instalar es la duda. Y ese lujo no se lo puede permitir nadie.

Al contrario, lo que necesita el oficialismo es darse tiempo para trabajar en su recuperación anímica y programática. Ello implica que las incógnitas de un período largo han de ser despejadas de una en una. Como en la cuenta regresiva de un despegue.

Si había algo que pudiera producir el rápido destrabe del proceso completo de definición concertacionista era un paso a un lado de Ricardo Lagos. Por cierto no estamos hablando de absolutos. En el fondo de su alma, un político innato nunca deja de estar disponible. Es más, aunque haya tomado una decisión eso no implica que a él mismo le agrade. Pero lo que de verdad importa no es que Lagos tenga que repetir hasta el cansancio su opción básica. Lo decisivo es que quedan definidos los tiempos.

Los partidos se embarcarán en acuerdos, éstos definirán los calendarios, los calendarios arribarán a compromisos y estos compromisos se concretarán en un nombre. Todo esto es lo que se desencadenó en un breve lapso.

Ciertamente mucho puede suceder todavía. Pero hemos entrado en un tobogán en esta semana con tanta fuerza que las vueltas atrás son cada vez más difíciles de realizar.

El anhelo colectivo de despejar situaciones es tan fuerte que bastan pequeñas señales para cambiar los órdenes de preferencia.
Más todavía, es posible que el paso del tiempo sin tomar decisiones importantes hace que los aspirantes se empiecen a diferenciar mucho entre sí, según la determinación y la coherencia en la acción de la que se muestren capaces. En época de turbulencias, Hamlet nunca ha sido un personaje muy popular.

En realidad, no deja de ser sorprendente la rápida sucesión de acontecimientos: la Presidenta Michelle Bachelet pide que se llegue a la brevedad a un acuerdo de programa y candidato único; Lagos ratifica su definición inicial de no ser candidato (al menos, "aquí y ahora"), y el PS y la DC firman un acuerdo en tal sentido.

Una de dos: o ambos partidos aprovecharon la primera oportunidad a mano para establecer un curso de acción previamente establecido; o estas colectividades han sido muy sensibles al ambiente político y quieren reaccionar a tiempo para tener una opción ganadora en la presidencial. En todo caso, ambas opciones no son excluyentes.

La duda se cambia de casa

El cambio de escenario ya se produjo. Si hubieran existido titubeos, podrían albergarse dudas. Pero como nada de eso aconteció, entonces lo que ha pasado es que hemos terminado un capítulo y abierto otro casi en un mismo acto.

Por si fuera poco, así como se aclara el paisaje en la Concertación, se ensombrece el panorama en la derecha. No son pocas las personas que han notado una pérdida de vitalidad en la campaña de Sebastián Piñera. La idea de protegerlo de un posible revés municipal ha hecho que se cuide más en sus apariciones. Pero también los partidos han despertado a la defensa de sus intereses más propios. En especial las dudas parecen haberse anidado en la UDI.

En estos días, la dirigencia gremialista ha dado muchas señales de alarma y nerviosismo. De momento, lo que parece tener en la cabeza sus líderes es la competencia futura con sus socios, más que la contienda con la Concertación. Basta hacer un recorrido por la prensa para darse cuenta que el foco de atención en la derecha está allí. A lo menos es a lo que se le dedica más espacio y tiempo ante las cámaras.

Este clima nunca se puede dar en el vacío. En las temporadas electorales es cuando un partido dispone de más información sobre el electorado. Por eso es evidente que la alarma gremialista viene acompañada de algunos datos adversos. En concreto, eso significa que se detecta que la distancia con RN se está estrechando. De allí la alarma. La proyección parlamentaria de este giro no puede ser tranquilizante.

En otras palabras, estaría ocurriendo lo que tanto se le advirtió al gremialismo. Cuando la UDI se dejó tentar por la creación de un clima de conflicto y descrédito de sus adversarios, los demás advirtieron de inmediato que el desgaste no se detendría en sus destinatarios inmediatos, sino que alcanzaría a todos por igual. Lo que está por ocurrir es el efecto de una insensatez prolongada. Al final, el cazador terminó cazado en su trampa.

La crítica que realizan los ciudadanos es a la forma en cómo se hace política, y no sólo está dirigida a quienes gobiernan. El club de los electos por anticipado no es un grupo que concite simpatías.

Sigue siendo cierto un dato que la derecha conoce muy bien, pero no desea reconocer en público y que coincide con lo que ha dicho la Presidenta Bachelet en el aniversario del triunfo del No. La elección presidencial se empieza a definir "recién ahora". Y el tiempo de la resolución se inaugura con una victoria de la Concertación el 26 de octubre.

La oportunidad abierta

Las victorias se pueden aprovechar o desperdiciar, claro está. Se pueden ver las pérdidas antes que las conquistas. Se puede adoptar el punto de vista del adversario, consiguiendo una depresión segura; empezar a privilegiar las recriminaciones y las pasadas de cuenta justo cuando se necesita confluir en acuerdos importantes.

Puede que al comienzo la percepción de este cambio varíe poco a nivel de la opinión pública. Pero lo que sí va a modificarse (con lentitud pero en forma segura) es el estado de ánimo en la centroizquierda. De hecho, en este sector ya se empiezan a preparar los escenarios que siguen, considerando de manera creciente la posibilidad de ganar.

Es como si ya el oficialismo hubiera agotado todas sus reservas destinadas a deprimirse, a lamentarse, a dividirse y a desordenarse. En cualquier caso, lo que sí parece agotado es la oportunidad de cometer errores de gran envergadura.

Repito que la oportunidad está abierta. No hay que perder de vista que, luego del prolongado liderazgo de Piñera en la oposición, desde la campaña presidencial de 2005 hasta ahora lo menos que puede esperarse es que ello tenga un impacto positivo en su base de apoyo.

Pero, ¿qué tal si la derecha queda electoralmente pegada en su mismo porcentaje? ¿Qué sucede si recibe el apoyo de un porcentaje similar de chilenos que en 2004? La verdad, es que estaríamos ante un auténtico desastre.

Si un conglomerado es más en las municipales, es posible que también muestre que es más en las parlamentarias. Hasta ahora el país ha tenido gobernabilidad porque la dirige el conglomerado mayoritario. ¿Por qué la derecha ha de perder en todo y ganar las presidenciales?

No obstante, lo que podemos tener ante nuestros ojos es un claro descontento del electorado con todos a la vez. Algo que se expresa de manera difusa y que amplifica la dispersión electoral, pero que no deja de ser descontento.

Entonces, no basta con constatar las debilidades de la oposición. Simplemente, no hay forma de ganar la competencia presidencial sin mejorar en gran medida la calidad de la política que se practica. Porque antes de ganar, hay que merecer ganar.

viernes, octubre 03, 2008

Cuando unos ganan más que otros

Cuando unos ganan más que otros

Víctor Maldonado

Entre los partidos que sentirán fuertemente la presión interna está sin duda la UDI. La actitud de RN al no hacer ningún misterio de las pretensiones senatoriales de Lily Pérez, es un poco delicado aviso.


Lo que importa es el tamaño de los socios

La UDI es un partido en búsqueda de un candidato presidencial. Y esto marca una diferencia respecto de su actitud anterior. Se ha pasado del pleno respaldo al candidato de la Alianza a la posibilidad de presentar un candidato propio.

¿A qué se debe el cambio de actitud? Porque, como se recordará, una parte importante de este partido ya estaba analizando la posibilidad de presentar a Sebastián Piñera desde ya como su abanderado.

Según gustan decirnos con profusión los medios ligados con el candidato, el gremialismo está siendo informado de que puede recibir financiamiento empresarial para sus campañas, a condición de anticipar su adhesión presidencial entusiasta al postulante "correcto". Algo que, por lo demás, también tiene mucho de extraño, puesto que si se nos dice hasta el cansancio que las cosas van tan bien, ¿para qué apurarse?

Como sea, lo que explica la situación es que la UDI se ha dado cuenta que el predominio de Piñera y RN no es necesariamente el triunfo del gremialismo.

En realidad uno de los efectos más importantes que tendrán estas elecciones municipales no tiene que ver con lo que ocurrirá entre los grandes conglomerados políticos. Lo que puede llegar a tener un efecto mayor es la diferencia de resultados que se produzcan al interior de los pactos.

Y sabemos que en esta ocasión es si lo que ocurrirá entre los partidos de la derecha es que la UDI empezará a perder o a ver amenazada su predominancia en oposición.

RN está viviendo un buen momento, pero no a costa de sus adversarios, sino de su aliado.

No importa lo que se diga de labios para afuera: el peor escenario en la derecha es quedarse más o menos donde mismo está ahora, y, además, la composición interna de los apoyos partidarios cambiando de manera significativa.

Inevitablemente, esto hará que el gremialismo se replantee su destino en cuanto partido, no simplemente en relación con las posibilidades presidenciales de Piñera.

Por supuesto, lo que ocurre con la derecha tiene un correlato a nivel de la Concertación. También en tal caso lo que ocurra al interior de la centroizquierda tendrá repercusiones importantes.

La Concertación se reconfigura

Habrá que estar atentos a la diferencia de resultados obtenidos en los pactos en que hoy se presenta el oficialismo, porque las variaciones partidarias de peso específico pueden cambiar por completo la relación entre sus actores principales.

Hasta ahora, lo que ha predominado siempre al momento en que los resultados se han presentado en anteriores ocasiones es la imagen corporativa de la Concertación. Las diferencias entre los partidos eran cosas del interés de un número reducido de personajes ligados a la vida política partidaria.

Pero ahora no es así. Lo que más se verá es el comportamiento de los partidos, junto con su "rendimiento". Esto no será sólo visual, también se establece -por la fuerza de los hechos- un distinto modo de asimilar los resultados de parte de las dirigencias.

Esto es algo que ocurrirá tanto en la derecha como en la Concertación.

Lo que tienen pensado los partidos desde ya es reaccionar a partir de la noche del 26 de octubre, asimilar los resultados en vista de sus pretensiones presidenciales y parlamentarias. Es como si pensaran que lo que ocurra pasará de modo parejo a cada coalición y eso no va a ser así. Por eso, puede que tengan que acostumbrarse a la idea de intentar una mirada diferente.

La Concertación ya ha asimilado como un hecho que, lo más probable, es que baje su votación en relación con la que obtuvo en 2004. El mayor número de candidatos y la presencia activa y organizada de ex integrantes del conglomerado dan por resultado seguro una diferencia de votos menor al 48% que sostuvo hace ya cuatro años.

Contrariamente a lo que hemos escuchado en la derecha, cuando la Concertación observe las cifras no va a deprimirse por ver unos puntos menos en los resultados. Lo que de verdad le importará será estar por sobre la derecha en votos y en representantes elegidos.

La idea de la Alianza de presentar como una victoria el quedar a menor distancia del oficialismo, comparándose con la ocasión anterior, será un consuelo bastante pobre. En democracia se gana teniendo más votos y no menos. Aunque las distancias se estrechen. En una decisión presidencial no se han escuchado nunca altas frases tan tontas como "estamos contentos: salimos segundos".

Claro que los partidos cuentan con fortalezas diferentes para afrontar un momento de prueba. Conociéndolos un poco, ya se sabe por anticipado quiénes tendrán mayores dificultades para ponerse a tono con los datos que nos esperan a la vuelta de la esquina.

Una de las señales más fuertes que se da respecto de la debilidad partidaria es, obvio, el dedicarse a dar señales equívocas, secundarias o confusas a su alrededor. Dedicarse a temas laterales, desviando esfuerzos de la tarea principal, es sin duda una mala señal.

Lo es porque cuando se dan indicios anticipados quiere decir que los temores por lo que ocurrirá están ya presentes en la dirigencia. Por eso se actúa con el clásico "ponerse el parche antes de la herida". Pero de nada sirve. Sólo materializa los temores con semanas de anticipación. Así todos trabajan con dudas. Hace que todos se anticipen a pensar en lo que harán el día de pasado mañana.

Pero, ¿qué ocurrirá con la derecha? La verdad de las cosas es que la oposición ha hecho de la baja predecible de la coalición gobernante un automático aumento de su propio caudal electoral. En otras palabras, lo que espera es subir de votación significativamente. En eso basa la solidez de sus pretensiones electorales para ganar su eventual entrada a La Moneda.

¿Y si lo que ocurre es un aumento de la dispersión, y no un giro hacia la derecha? ¿Qué pasa si la derecha queda más o menos donde está?

Se encontraría ante una gran decepción que no podría ocultar. Estaría pasando que los electores mostrarían un enorme descontento respecto de la política tal cual se practica aquí o allá. Pero no un cambio de preferencias radical.

UDI: postulante a actor secundario

Lo que se puede estar preparando es un cambio de preferencias al interior del pacto. Hay socios, pero si uno de ellos saca muchos beneficios y el otro acumula las pérdidas, algo malo está por suceder.

En un escenario más desigual que el actual, las celebraciones no serán parejas. No pueden serlo.

Si el descontento ciudadano se expresa en una merma en la confianza de los dos bloques, aunque sea algo mayor en el caso de quienes gobiernan, estamos ante un gran revés opositor. Ello implicaría, en el fondo, una incapacidad importante de la derecha para capitalizar un momento que potencialmente la favorecía en forma significativa.

En otras palabras, si en esta elección la derecha está en torno a 40% de las preferencias, podrá festejar públicamente todo lo que quiera, pero sabrá en el fondo que habrá empezado a fracasar.

Para decirlo de otra manera: la competencia presidencial no va a ser lo único que se va a acelerar tras conocer los resultados municipales. Los partidos despertarán como actores que se preparan para fortalecerse ante el peligro de que les ocurre todo lo contrario.

Y entre los partidos que sentirán fuertemente la presión interna está sin duda la UDI. La actitud de RN al no hacer ningún misterio de las pretensiones senatoriales de Lily Pérez (enfrentando nada menos que al presidente del gremialismo), es un poco delicado aviso de lo que les espera a sus socios.

Por eso, se han vuelto a despertar las pretensiones presidenciales en la UDI. Pero esta vez no como una señal de fortaleza, sino una demostración de alarma. Y es muy lógico que se sientan alarmados. Lo estarán más a partir del 26 de octubre en la noche.