viernes, noviembre 27, 2009

Acoger y confluir

Acoger y confluir

Víctor Maldonado

Un número decisivo de electores tendrá la inclinación de la balanza, optando entre mantener el castigo o dar una nueva oportunidad a la coalición encabezada por Frei.


Ratificando líneas

Da la impresión de que las candidaturas presidenciales están marcando y remarcando los puntos que ya les conocemos. Por eso será difícil que nos entreguen sorpresas en lo que queda de campaña.

No es para menos. La información sobre los candidatos, tanto de su lado humano como político, ya se ha entregado en lo fundamental. En lo sucesivo no es posible esperar mayor atención ciudadana sobre un material que ya empieza a ser redundante.

Como es natural, cada quien está insistiendo en sus posibilidades de pasar a segunda vuelta, pero es como si ya no quedara más que terminar con la parte del proceso para el cual todos tienen libreto.

Todos quieren preparar la segunda vuelta y saben que, para tomar las medidas del caso, se necesitan los primeros resultados y, sin embargo, si alguien espera conocerlos habrá perdido miserablemente el tiempo. Es decir, cada cual tiene que anticipar resultados para responder oportunamente, pero si se han equivocado en sus predicciones, habrán hecho un poco efectivo ejercicio de imaginación política.

A lo anterior hay que agregar que las principales diferencias no se encontrarán a nivel programático (al menos no las más importantes al decidir el voto), ni siquiera en aquellos puntos que se anticipaban como los más conflictivos.

Así, por ejemplo, como todas las campañas presidenciales han optado por poner el acento en avanzar hacia una sociedad más tolerante y más consciente de su diversidad, lo que importa ahora es más la credibilidad de los proponentes que las diferencias en lo que se propone, al menos en lo relacionado con la agenda valórica.

La credibilidad que importa es tanto la del candidato como la de los partidos que lo respaldan. Por ejemplo, en el caso de la derecha, es importante responderse algunas interrogantes básicas: ¿se ha sometido la UDI al liberalismo valórico de Piñera? ¿Tendrá el gremialismo capacidad de veto en un gobierno de la Alianza? ¿Renunciarán los herederos de Jaime Guzmán a sus convicciones más reiteradamente declaradas? ¿La campaña es una tregua de conveniencia entre posiciones irreductibles? Hasta ahora todas estas dudas siguen vigentes.

El segundo aspecto que estará pesando al terminar la vuelta inicial es la capacidad de llevar a cabo el programa que se declara como el mejor para el país. Importa sostener propuestas que tengan respaldo en la propia coalición y también que ellas tengan consenso mayoritario.

Hasta ahora sólo la Concertación ha mostrado fehacientemente esa capacidad desde el gobierno, los demás sólo pueden comprometerse a hacerlo.

La renovada capacidad de acogida

Pero la similitud de los desafíos llega hasta aquí. Porque la derecha sabe que tomará la delantera el 13 de diciembre, por lo cual no tiene razón suficiente para convertir al comando en un tema de discusión. Por lo demás, no hay a quién más integrar, salvo a individualidades de última hora.

En cambio, para la Concertación, la reorganización del comando y el giro en la campaña es un tema obligado. En cualquier circunstancia hay que ampliar la convocatoria y abrirse a otras ideas y perspectivas.

Esta renovada capacidad de acogida ha de ser obviamente visible en los rostros de primera línea. Reitero que esta necesidad política se hace presente aun cuando el resultado obtenido en las urnas sea evaluado como muy positivo, tanto a nivel presidencial como parlamentario.

Además, la reestructuración es obligatoria, porque enfrentar la segunda vuelta requerirá de una amplia capacidad de adaptación a realidades muy diferentes a lo largo del territorio nacional.

En efecto, el resultado general no se diferenciará mucho de lo que nos señalan las encuestas. Pero eso no significa que el resultado sea parejo localidad tras localidad.

Habrá lugares donde los resultados obtenidos estén por sobre el promedio y otros en los que ocurra al revés. En cada caso se tendrá que actuar distinto. Habrá que producir acuerdos, reconocer liderazgos, sumar personalidades influyentes, superar incordios dejados por la competencia parlamentaria, agregar al esfuerzo nacional una importante cantidad de cuadros calificados que han estado abocados casi en exclusiva a obtener una victoria regional o provincial.
En fin, este esfuerzo de confluencia ha de ser rápido y requiere de conocimiento de personas y de territorios concretos, mucho trabajo y poco reconocimiento personal.

Descontento y rectificación

Un aspecto muy importante a considerar, y que no se había enfrentado en oportunidades anteriores con igual amplitud, es la desarrollada capacidad crítica de los electores. La mayor criticidad de los votantes no tiene nada de malo, pero hay que saber responder a ella.

En opinión de los exigentes electores de hoy, la forma como se hace política, en general, así como la opinión sobre conglomerados y partidos, deja mucho que desear. Esto, por supuesto, incluye a la Concertación, pero también a la derecha. A las candidaturas que han buscado expresar este descontento -perceptible en el ambiente cotidiano- no les ha ido mal y han mantenido un apoyo estable hasta la etapa más intensa de la campaña.

Ésta es una realidad, pero por sí misma no define el resultado final de la contienda. Todo depende de cómo se reaccione desde el instante mismo en que se conocen los resultados.

Puede que, a la postre, la expresión organizada del descontento sea algo positivo y digerible para la Concertación. De hecho, en esto radica su posibilidad de ganar. Hay que entender que descontento y rechazo no son lo mismo, al menos no lo son para una amplia mayoría de quienes se identifican con la centroizquierda.

Lo contrario de la adhesión no es el descontento, sino la indiferencia. El que está disgustado con la Concertación espera que ella reaccione adecuadamente para tomar su decisión final.

Se puede optar por otras alternativas presidenciales que quedan en el camino, y todavía querer expresar un “voto castigo” a la Concertación en la oportunidad siguiente o, por el contrario, se puede considerar que ya ha sido suficiente con la señal que se ha dado. En otras palabras, el “voto de castigo” puede ser asimilado durante el proceso electoral.

En el momento crítico, un número decisivo de electores tendrá en sus manos la inclinación de la balanza, debiendo optar entre mantener el castigo o darle una nueva oportunidad a una coalición encabezada por Frei.

A su vez, la decisión de estos ciudadanos va a depender de cuán convencidos lleguen a estar de la capacidad concertacionista de enmendar su conducta. En otras palabras, en la misma noche del 13 de diciembre el país va a estar atento a la respuesta de Frei al mensaje recibido en las urnas. De la sintonía con el sentido común predominante dependerá lo que termine por ocurrir. La elección no se definirá antes.

viernes, noviembre 20, 2009

Por el país que quiero

Por el país que quiero, contra lo que no nos gusta

Víctor Maldonado


Ya no quedan más debates

El último debate presidencial dejó incólumes las opciones presidenciales de Frei y de Piñera. Arrate apoyó a Frei y emplazó efectivamente a MEO; Piñera mantuvo la ambigüedad respecto de la política y los negocios; Frei estuvo bien en las preguntas difíciles y tuvo dificultades en preguntas fáciles y esperables.

Pero el debate dejó las cosas como estaban y lo que puede variar ha de asociarse ahora a la presencia en terreno, antes que a los mensajes entregados por los candidatos a través de los medios de comunicación.

Sobre las franjas de televisión se podrá conversar mucho, pero lo cierto es que la calidad de ellas no han resultado desequilibrantes para ninguna candidatura presidencial, por lo cual no están alterando los datos básicos que ya conocemos.

Al final lo que queda es que se siguen despejando las dudas sobre el resultado de primera vuelta y continua aumentando la incógnita de lo que ocurrirá en la segunda oportunidad. Sacar conclusiones acertadas de dos elecciones bien diferentes entre sí, a partir de lo que los electores dicen antes de que concurran a las urnas en diciembre.

En cambio, ha comenzado a perfilarse el modo como se entiende la disyuntiva que se enfrentará cuando queden solo dos contendores en carrera.

El debate presidencial dejó en claro lo que está en juego en estas elecciones: tanto para Frei como para Arrate lo importante es ganarle a la derecha y, en opinión de ambos, hay que sumar fuerzas en segunda vuelta tras el candidato que enfrente a Piñera.

Valida esta forma de presentar la definición fundamental el hecho de que el empresario de RN no haya podido o no haya querido separar a tiempo la política de los negocios. En los hechos, lo que parece guiar al abanderado de derecha es la idea de que “sólo me separo de mis negocios si gano”. Aunque esta solución es bien representativa de un comportamiento característico de Piñera, lo cierto es que más corresponde a la actitud de un especulador que a la de un Presidente.

En segundo lugar, con cierta lentitud (y eso no habla bien de las candidaturas principales), se ha ido imponiendo la convicción de que al mando de la nación se ha de tener un Presidente, un amplio equipo y un programa bien definido a ser cumplido y exigido.

La presidencia no se improvisa y, más allá de las virtudes que se pueden demostrar en el desarrollo de una campaña, hacerse cargo de la nación es algo distinto de entretenerla.

En tercer lugar, si dentro de las tareas importantes que se demandan del próximo gobierno está la de descentralizar el poder, entonces la concentración del poder en pocas manos resulta ser perjudicial para la democracia. Sigue siendo cierto que “no da lo mismo quien gobierne” y que, al final, más que por el candidato que más se adapta a nuestros gustos personales, e incluso más allá de la coalición a la que se apoya, lo que va a ser determinante será el tipo de país que más nos gusta y el tipo de gobierno que más desagrade a la mayoría.

Acuerdos según propósito

Hay que preparar con tiempo y dedicación todo lo que viene, pero no hay que dedicarse a conversar por la prensa todas las ideas que se nos pasen por la cabeza, dando señales equívocas a los propios adherentes.

El que se adelanta demasiado a las tareas propias del tiempo de segunda vuelta, demuestra que no está abocado por completo a los desafíos del momento político.
Es más, una forma de distraer esfuerzo es anticipar debates que solo tienen sentido si se gana la primera vuelta y con un margen en crecimiento de la votación.

Por supuesto, la idea de distraer esfuerzos en polémicas laterales y de poca monta parece ser el papel que se le ha asignado a la prensa más adicta a Piñera. En sus páginas no se deja pasar un día sin que se ponga en titulares el motivo de discordia que le ofrecen, como presente griego, a la Concertación: presencia del candidato presidencial en la franja televisiva de los partidos; participación del PC en el próximo gobierno; nota puesta por Frei al gobierno de Allende, etc.

De todas las discusiones sin piso ni sentido de la oportunidad, la más desorientada es la incorporación a un posible gabinete de Frei del partido comunista.

No hay nada peor que ponerse a debatir algo que ni siquiera han pedido los supuestos interesados. A la Concertación le ha ido bien proponiendo alianzas acorde al acuerdo político que se requiere alcanzar. Si lo que se requiere es un acuerdo nacional, entonces se convoca a todos, incluida a la oposición de derecha. Si lo que se requiere es un pacto contra la exclusión, entonces el acuerdo es con los excluidos.

De manera que lo que manda al momento de concertarse es el propósito político compartido que se busca. Ciertamente, si el próximo gobierno se propone implementar varios acuerdos nacionales relevantes, esto ha de ser respaldado por una mayoría política y parlamentaria capaz de dar soporte a esfuerzos colectivos de amplia magnitud.

En todo caso, ha de quedar claro para todos que la mejor manera de acercar posiciones en segunda vuelta es obtener el mayor número de votos posible en la primera oportunidad. Mientras más evidente es la ventaja electoral del segundo respecto de quienes le siguen, más fácil es producir diálogos y entendimientos entre actores que tienen disímil respaldo en votos.

Un gobierno para la mayoría ciudadana

Muchos seguidores de Enríquez-Ominami han visto demasiado cerca el triunfo como para que se acomoden fácilmente a un tercer lugar. Sin embargo, lo que los ha llevado a esta meritoria posición ha sido una reacción ciudadana que nada tiene que ver con las directrices de una cúpula en formación. Perder la sintonía con esta base es la mayor equivocación a evitar por los líderes circunstanciales de hoy. Por lo mismo, en su momento no habrá que apelar de preferencia a una cúpula heterogénea sino al sentido común de los ciudadanos que optaron, en primera instancia por esta alternativa presidencial.

Por lo anterior, hay que asegurar la coherencia en las acciones que se emprenden en campaña y mantenerse fieles a las prioridades que se deciden marcar. En el caso de la franja de Eduardo Frei, lo que se hace es poner el acento en el cambio de vida conseguido en Chile durante los gobiernos de la Concertación y en su proyección futura. Es esto lo que se quiere validar mediante la exhibición de testimonios reales.

El mensaje de fondo consiste en argumentar que ningún candidato puede gobierna solo, que no se trata de una aventura personal y que la política se hace en equipo. Porque cambiar un país, darle gobernabilidad y ampliar sus conquistas sociales, son empresas colectivas.

De momento, lo que se pone de relieve es lo sustantivo que aporta la Concertación a la candidatura: su soporte partidario en la base social, un importante liderazgo local, el respaldo parlamentario, el respaldo que significa darle continuidad a un gobierno que cumple y la existencia de personalidades de prestigio internacional.

Lo que el oficialismo quiere lograr es marcar la diferencia mediante la movilización de todos los componentes de la Concertación. Con ello persigue que su candidatura quede avalada por los hechos, por lo obrado, por representar a una coalición que ha hecho promesas que se han convertido en realidad.

En otras palabras, hace rato que la candidatura de Eduardo Frei está apelando a canalizar los resultados de lo que consigue la centroizquierda unida, más allá de las preferencias personales por tal o cual liderazgo específico. Esta es la línea central a profundizar en segunda vuelta.

viernes, noviembre 13, 2009

Se trata de dos elecciones distintas

Se trata de dos elecciones distintas

Víctor Maldonado


Guardando las distancias

Este no es un buen momento para los acercamientos, porque las candidaturas parecen empeñadas en tomar distancia unas de otras. Pedir que se comportaran de otra forma sería ir contra la corriente, porque si hay un momento en el que deben competir resueltamente, es ahora.

Esto rige hasta la primera vuelta, porque la situación en segunda vuelta será completamente distinta, tanto que se puede pensar que se trata de dos elecciones distintas más que un evento principal más un complemento.

Incluso los que habían evitado polemizar entre sí, decidieron hacer un giro en ciento ochenta grados. De este modo y por primera vez, Piñera atacó directamente a Enríquez-Ominami, lo que quiere decir que sabe que, un porcentaje minoritario del diputado volverá a él en segunda vuelta y nada más.

Esto quiere decir que la derecha está dudando seriamente de sus posibilidades de un triunfo “seguro”, puesto que si un candidato no crece no puede recoger votos suficientes desde otras opciones, ya no hay a donde más recurrir.

El gesto confrontacional de Piñera significa, además, que el empresario se va a jugar todas sus fichas a tratar de romper el estancamiento de su apoyo, que ya parece más una maldición que un dato. La encuesta CEP ha ubicado al empresario prácticamente donde mismo estaba antes en apoyo, y eso no lo puede dejar tranquilo.

Lo que le queda por intentar es imponerse antes que convencer, o, como dice Longueira (no sé si con buena o mala intención), “nuestro desafío es mantener la sensación de triunfo”. Por supuesto, como todos entenderán, mantener una “sensación” es de lo más difícil cuando no se están obteniendo avances concretos.

En el fondo, si sigue estancado y si no da razones para evitar la fuga de votos hacia otros, va camino a perder. Y él lo sabe incluso mejor que sus adversarios.

Es el mismo senador UDI el que descubre todas las cartas de la oposición al develar la cifra que tiene en menta como aquella que les permite seguir con posibilidades de llegar a La Moneda: “Tenemos que concentrarnos en retomar un mensaje para que Sebastián pase a una segunda vuelta con 45 puntos”. Por cierto estas declaraciones fueron hechas antes de la encuesta CEP, y es una afirmación exacta. El problema está, desde ya, en que, sin no se consigue tal cifra, lo lógico es pensar que la meta está en peligro y la famosa “sensación de triunfo” se habrá ido al despeñadero.

Pero todas las maniobras que se derivan de tener que enmendar conducta tienen que pagar costos. En este caso las pérdidas no son menores, si se toma en cuenta que en su libro, MEO sólo hace alusiones positivas de Piñera y no encuentra nada bueno que decir de Frei.

En retribución, el candidato de la Alianza lo ataca en su punto débil: el desconocimiento de su pasado. Típicamente MEO no contesta el tema de fondo, sino que agredió a su adversario. Como sea, el distanciamiento ya se produjo y generará consecuencias.

Ni la derecha ni MEO van a innovar

La CEP confirmó más que sorprendió a la Alianza. Cuando un candidato altera drásticamente su línea de conducta es porque algo no está funcionando. En esta ocasión las buenas noticias le habían llegado a Piñera nada menos que desde El Mercurio, Es la encuesta de este medio, que le es completamente adicto, el que le informa que el cuadro político no se ha movido absolutamente nada entre octubre y noviembre, y que el abanderado de la derecha sigue pagado en el 38%.

Por supuesto, en su estilo particular, el matutino informa que “se mantiene el empate técnico entre Frei y Enríquez-Ominami”, a sabiendas que su estudio no incluye el sector rural, el más fuerte de Frei.

La encuesta CEP actuó como una fuga de datos internos del comando de Piñera. Desde hace un tiempo saben que tienen que hacer algo más para asegurar el triunfo –tan cerca y tan lejos a la vez- y, sin embargo, no hay fuerza política suficiente para poder hacer algo más. Si se opta por marcar opciones más liberales en lo valórico se rebelará parte del gremialismo más fundamentalista, y si se sigue con un programa tan obvio y estándar se pueden producir fugas pequeñas por desencanto. Pero como el riesgo es algo al innovar, se seguirá como ahora.

Quiero insistir en que todo lo fundamental estaba definido antes de la última encuesta, que alentó o preocupó a los comandos, pero no cambio su curso de acción establecido.

En la candidatura de MEO, uno de sus asesores, Carlos Feres ha dicho en las palabras más sencillas cómo es que están enfrentando la campaña. Ahora, en primera vuelta, el objetivo está claro: “Nuestro principal escollo es ganarle al segundo más fuerte. Y en ese sentido, Frei es la primera posta”. La receta para imponerse en segunda vuelta es igual de sencilla: “Decimos “la derecha no” y ya está hecho”. Tiene toda la razón, ya está hecho, sea que sean ellos no que se impongan o si lo logra Eduardo Frei. Puesto que si la definición de fondo consiste en presentarse como una alternativa a la derecha, ello será igualmente válido en cualquier caso, no solo en el triunfo.

Es evidente que la tentación de converger e iniciar algún tipo de negociaciones ya se ha hecho presente en el comando independiente. Esto ha dado lugar a los primeros golpes de autoridad por parte de Enríquez-Ominami, algo que hasta ahora no había sido necesario realizar.

En un intento por disciplinar al candidato ha dicho que “vamos a pasar a segunda vuelta. Quien se aparte de este camino y esté buscando negociaciones, no es parte del comando. Se entiende la llamada al orden pero, ¿y qué ocurrirá cuando el paso a la segunda vuelta quede clausurado?

Tras la última encuesta, MEO se ha confirmado en su curso de acción procurando presentarse como la mejor alternativa para enfrentar a Piñera en una segunda vuelta a la que no llegará seleccionado.

Frei puede crecer

La velocidad de crucero de la candidatura Frei se alcanzó en las últimas semanas. Esto quiere decir que tiene margen para crecer y ello depende de la movilización de esta campaña. Puede aumentar su apoyo, ampliando el uso del dialogo y el contacto en terreno.

En el caso de Frei ocurre algo bien interesante, y es que las acciones emprendidas por sus partidarios son más de aquellas que se planifican centralmente desde el comando.

Algunos dudan de la fuerza de la Concertación, pero es evidente que una candidatura que no se caracteriza por su amplia movilización de recursos económicos, ha conquistado una indudable presencia en terreno por la movilización de sus voluntarios.

En varios lugares importantes, la propaganda, los mensajes cotidianos y la salida a la calle son organizadas con autonomía y es autofinanciada por los mismos adherentes. De modo que la campaña de Frei es mucho más que el comando de Frei. En esto está residiendo uno de los aspectos más relevantes del mayor dinamismo que ha adquirido la candidatura en las últimas semanas.

Por otra parte, es también evidente que, siguiendo el ejemplo de la Presidenta Bachelet quienes están en el gobierno y se identifican con la Concertación, son parte activa de quienes apoyan al candidato único del conglomerado.

Con lo que hoy hace, Frei pasa a la segunda vuelta, pero para ganar esta segunda elección tiene que ampliar su convocatoria, el diálogo con diversos sectores y la capacidad de agregar demandas. La Concertación ha hecho esto antes con éxito. Pero, en esta oportunidad, tendrá que hacer este giro en tiempo record, con unidad de mando y sin vacilaciones. Si lo logra, puede “ganar por nariz”.

viernes, noviembre 06, 2009

Cuestión de temple

Cuestión de temple

Víctor Maldonado


Las cuentas alegres

Ya sabemos que la derecha espera obtener la Presidencia, no tanto porque consiga los votos suficientes en diciembre próximo, sino porque espera que sus contendores tengan una votación tan parecida uno respecto del otro, que la transferencia de votación entre ellos -al nivel que se requeriría- sea casi imposible de lograr.

De este modo, Piñera espera triunfar producto de la confluencia de sucesos: obtener en primera vuelta una buena votación propia; que se produzca una votación pareja de sus adversarios; y que le baste con el regreso al redil de una minoría significativa de los votos de Enríquez-Ominami en segunda vuelta.

Es más, hasta hace poco, la derecha no sólo esperaba que estos acontecimientos terminaran por verificarse en los hechos, sino que estaba convencida de que ya todo indicaba que era el inevitable resultado al que nos encaminábamos. Ahora ha perdido esa confianza.

La oposición se ha estado preparando todo este tiempo para un triunfo fácil y holgado. Debieron sospechar antes que no podía ser cierta tanta maravilla. Prepararse sólo para el mejor escenario es siempre un problema.

El diseño de la campaña de Piñera es de aquellos que se pueden explicar muy bien en un pizarrón, pero que nunca se concretan del modo como sus diseñadores esperan. Simplemente esperan demasiado de una gran concatenación de errores de los adversarios, sumado a una casi nula capacidad de los demás de establecer sus propios cursos de acción.

La derecha va a descubrir que lo que termine ocurriendo en el país no lo va a definir nunca en solitario.

Lo más probable es que la primera vuelta termine en un resultado que aumente el dramatismo del desenlace, porque no habrá quién pueda asegurar cómo es que terminará el proceso. Sin lugar a dudas se requerirá tener los nervios bien templados cuando quede en evidencia que la competencia se hace tan reñida que todo puede suceder.

Yo creo que, a la hora del temple, a la derecha le resultará muy difícil soportar la tensión. Y eso la llevará a cometer más errores.

No es que la Concertación y Frei sean congénitamente mejores. Es que tienen plena conciencia de que están recuperando terreno, y eso predispone el ánimo de manera distinta.

Hijos del rigor

La Concertación basa su opción no en los cálculos sino en el trabajo constante. Sabe que enfrenta una competencia difícil, el mismo Frei dice que ganará “por nariz” (es decir, estrechamente) y sabe que, en forma inédita, se encuentra en segunda posición en la llegada inicial. En estas circunstancias, para la centroizquierda, ganar en forma ajustada es un escenario alentador, que la motiva a realizar su mejor esfuerzo. Sabe que todo lo tendrá que ganar a pulso, que no puede esperar “sorpresas” que le alivien la carga y que, por lo tanto, no ha de tomarse recreos en ningún momento.

Se equivoca quien vea a la Concertación como una coalición en continuo desgaste. Cuando un conglomerado en el poder se apoltrona, pierde capacidad de reacción, y cuando le viene un desafío de primera magnitud, se paraliza. Éste no es el caso.

A lo menos desde la campaña de Ricardo Lagos en adelante, la Concertación ha enfrentado elecciones en las que ha podido ser derrotada. Y siempre ha sabido reaccionar. En la confianza está el peligro, pero la Concertación nunca ha podido confiarse en demasía, porque la posibilidad de perder ha estado siempre presente. Desgaste hay, pero capacidad de reaccionar, también.

Y por si fuera necesario, en los momentos más importantes, la derecha ha sabido prodigar esos maravillosos ejemplos de insensatez política que le permite enterarse, hasta al menos astuto, el por qué es necesario no dejarse derrotar.

Por supuesto, en la oposición el más peligroso personaje del propio sector es el que, al mismo tiempo, sufre de incontinencia verbal, representa los prejuicios más acendrados y tiene tan alto concepto de sí mismo, que le permite combinar el insulto con la tontería y con la altanera naturalidad del clasista redomado.

Ese papel, aglutinador de los que simplemente respetan a los demás, lo representa Carlos Larraín, el presidente de RN. Para este singular personaje, la elección presidencial se definirá entre dos tipos de seres bien diferentes: “El gobierno tiene un núcleo de votantes amaestrados, así como perritos de circo, ellos sacan a sus perritos de circo a la calle y nosotros, en cambio, contamos con atraer ese voto suelto, medio bonachón y desinteresado, que a la hora de irse de vacaciones o quedarse a votar, prefiere irse de vacaciones”.

Aquí tenemos a la derecha en gloria y majestad. Es la voz interna que les dice que las diferencias no son políticas, son genéticas. Es lo que expresaba a fines del siglo XIX Eduardo Matte Pérez: “Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio”. Es lo que expresaba bien un latifundista a fines de la década del 30 en el siglo XX, al referirse a sus peones: “A veces me parece que somos hijos de distintas evas”. Es la diferencia entre humanos y humanoides de la dictadura, que ahora se expresa en humanos bonachones y “perroides”, podríamos decir.

Si la Concertación gana esta elección presidencial le deberá mucho a personas como Larraín. En el momento oportuno supieron poner de relieve las diferencias de fondo, mostraron que los nostálgicos de un pasado remoto existen y pueden hacer mucho daño desde el gobierno, e hicieron aparecer las diferencias en la centroizquierda como cuestiones menores y superables. Un gran aporte, sin duda.

Pero el otro factor a considerar es el trasvasije desde el apoyo de MEO a Frei.

Para constituir una nueva mayoría

No creo que sea ningún misterio el curso de acción más probable que quiera adoptar la candidatura de Enríquez-Ominami, en el esperable caso de que sea Frei quien pase a la segunda vuelta. Lo que va a hacer son dos cosas: buscará institucionalizar su apoyo electoral y dejará en libertad de acción a sus adherentes.

Lo anterior no requiere una capacidad particularmente perceptiva hacer de las intenciones de este actor político. No por nada la lista parlamentaria de esta opción se denomina “nueva mayoría para Chile”. Es esta intención refundadora la que dominará los ánimos, aun en el momento de la decepción de no seguir en competencia. Por eso, también, no resulta raro escuchar a Enríquez-Ominami afirmar en estos días que “Piñera y Frei son de derecha”, es decir, que en el fondo son lo mismo, y no hay por qué tener una preferencia por uno de ellos al quedar fuera de la competencia.

Pero esta aparente neutralidad no es del todo neutra. Declarar libertad de acción en segunda vuelta, sin más, es lo mismo que decir que las alternativas en juego dan lo mismo. Todo esto es lo más beneficioso que pueda esperar la derecha que suceda.

Buscar la renovación del sistema político es legítimo. Pero hay que tener una posición desde la cual ubicarse para incidir en las decisiones políticas. Ubicarse en la centroizquierda e incluso tratar de liderarla, no es compatible con dar el pase a Piñera.

Si Frei se impone limpiamente en primera vuelta para enfrentar a la Alianza, hay que reconocerle su mejor derecho para establecer una amplia mayoría nacional. Lo que las urnas no da, la frustración no entrega. Los líderes abandonados son los líderes que no saben definirse bien y a tiempo.

Simplemente hay que poner los intereses del país por delante de los intereses grupales o personales. Para asegurar que este convencimiento se imponga entre los votantes que definirán la segunda vuelta, la Concertación ha de ampliar la distancia que hoy ya tiene de MEO. Puede que esta tendencia aún no quede reflejada en la encuesta CEP que aparecerá la próxima semana, pero el despliegue del oficialismo será tan sistemático como efectivo.

En fin, el resultado final seguirá siendo un enigma hasta contar el último voto en segunda vuelta.