lunes, mayo 30, 2005

Una mujer notable y una decisión acertada

Una mujer notable y una decisión acertada


A contracorriente

Hay momentos en que los análisis son bienvenidos y otros en los que deben esperar para que sean de verdadero provecho. Recién producido el retiro de la candidatura de Soledad Alvear tal vez, sí, sea la ocasión de decir algunas cosas indispensables, incluso a contracorriente.

Ahora es cuando es posible decir algo que pueda ser escuchado sin suponer intenciones. Y es que, así como Insulza es uno de los políticos más hábiles con los que el país cuenta, del mismo modo, se puede reconocer que, dejando aparte a los presidentes, Soledad Alvear es el personaje de la Concertación que mayor aporte individual ha realizado individualmente a reformas trascendentes, iniciadas y finiquitadas.

De manera que nos encontramos con una mujer de valor poco usual, con méritos indudables y de una calidad humana que inspira respeto.

Digo esto, porque no se debe desaprovechar la ocasión de reconocer méritos, más aun cuando no pueda ser confundido el gesto con el halago fácil que se prodiga a raudales a los victoriosos.

Los líderes se escogen porque saben tomar decisiones adecuadas en el momento oportuno. Aún en las circunstancias más difíciles. La capacidad política de Alvear ha quedado en evidencia en la oportunidad y forma en que escogió para declinar su candidatura.

En efecto, Alvear no incluye un solo elemento negativo en su declaración, tan clara como breve. Hace de su gesto una oportunidad para su partido y un espaldarazo para la Concertación y para Michelle Bachelet.

Se podrá discutir hasta la saciedad si la candidatura debía o no continuar y con qué propósito, pero desde luego era la candidata misma la que estaba en mejores condiciones de evaluar hasta dónde se podía mantener una campaña acompañada de credibilidad y con espacio suficiente para seguir moviéndose.

Tengo el convencimiento de que la decisión fue acertada y que será de beneficio para la Concertación, que perjudicará las opciones de Piñera y de que, en particular, será de beneficio para el PDC.

Los tres beneficiados

El paso dado es de beneficio para la Concertación porque, para mantener apoyo popular frente a una derecha que se diversifica, hay que hacer muy visible la pluralidad del conglomerado de gobierno, moviéndose en forma mancomunada.

Hay gente que vota por partidos, pero cada vez son más los que se definen simplemente como adherentes a la Concertación. Estas personas necesitan constatar la unidad básica de propósitos que le da sentido a su opción.

Si Soledad Alvear se hubiera mantenido en carrera, se habría visto obligada a marcar las diferencias más allá de lo real y de lo prudente. La alternativa era hacer “como si” estuviera compitiendo. Ambas alternativas llevaban hacia un desastre y a una transferencia neta de apoyo a la derecha, cosa que ahora no se producirá.

Con esto la “Chol” demostró lo verídico que resultó ser una de las ideas-fuerza de su opción presidencial, es decir, que es una “mujer de Estado”. Ni más ni menos.

A alguno le pudiera sorprender que el otro perjudicado resulte ser Piñera. Pero no lo es tanto. Con su decisión, Alvear le acorta al candidato de RN el tiempo que dispone por delante.

Mientras estuviera en curso el proceso las primarias, el empresario podía especular con la creciente transferencia de la votación DC a su favor. Superara o no a Lavín en las próximas semanas, no importaba tanto porque podía decir que le faltaba bastante por crecer. A partir de hoy nada de esto es posible. Tiene la necesidad de respaldar con pruebas su especulación inicial y para eso le quedan pocas semanas.

Se puede separar el mito de la realidad en un lapso breve. Piñera es un candidato del gusto de la elite. Tiene vínculos con la Concertación y con la DC. Tanto es así, que no pocos dirigentes oficialistas, asimilaron bien lentamente la idea de que era, ahora, candidato de la derecha. Bien tontamente algunos lo saludaron como una especie de “candidato bueno” de la oposición. Todo porque aun pensaban en Lavín como el único candidato a enfrentar. Un desatino por donde se le mire.

Ahora Piñera hará su máximo esfuerzo. Pero si en un mes no supera a Lavín, ya no lo superará en adelante, y cada cual sabrá desde ya a qué atenerse en el futuro.

Por cierto, el otro beneficiario con la decisión es el PDC. Para este partido la elección parlamentaria reviste la máxima importancia. El inicio de la campaña en distritos y circunscripciones, teniendo en curso una desigual competencia presidencial en la Concertación, no llevaba a nada bueno. La tensión entre intereses particulares y lealtades partidarias era creciente, por lo cual el alivio parlamentario por el pronto desenlace es evidente.

Los parlamentarios DC llevarán a su partido a obtener un buen porcentaje de votos, gracias a que Alvear tuvo la generosidad de pensar en los demás. Llegarán a la competencia a tiempo y sin desgaste. Lo triste del asunto (y un síntoma que no hay que olvidar), es que la candidata presidencial entró tarde a la competencia (cuando gran parte de los votantes de la Concertación ya estaban decididos) porque en su propio partido se consumió tiempo irrecuperable entreteniéndose en mezquindades. Aunque sobre esto ya no hay nada más que decir o hacer.

El alma y los engranajes

La Democracia Cristiana tiene que aprender de su historia reciente. La principal lección es que, no importando lo que suceda, debe reaccionar junta y a tiempo. Las recriminaciones consumen mucha energía y nunca han ayudado a ninguna comunidad a superar una situación difícil.

Hay partidos que valen por sus éxitos. Estos viven al día. Así, de sufrir una derrota o un traspié, de inmediato tambalean. Tal vez basta para ser un partido grande (por una temporada, se entiende). Pero para ser un gran partido se requiere algo más. No bastan los intereses, se necesitan ideas inspiradoras. No se puede confiar en la pura habilidad táctica, es imprescindible contar con proyectos.

Alvear dejó la candidatura, ¿puede dejar el liderazgo vacante? No sin fallarle a la gente que depositó su confianza en ella. En el PDC hay buenos líderes internos, pero no los hay tantos como para presentarse con ventajas ante los ciudadanos en la ocasión que le pidan. Tiene que cuidar los que posee.

La DC tiene muchos tácticos, políticos experimentados, eficientes administradores y así por delante. Le faltan aquellos se explican y representan al razón de ser de esta opción política.

Cuando la Falange estaba relativamente sola en el centro político, definirse como centrista bastaba. Ahora no hay un solo actor relevante que no este en el centro. Hay un cierto hacinamiento político en la misma posición que hace que nadie sea imprescindible por necesidad. Es la vigencia lo que está en juego.

Algunos saben como sacar a flote al partido. Pero otra cosa es saber en qué dirección hay que salir nadando. Pueden tener pequeños triunfos, pero está claro que no saben que hacer a partir de allí. La ingeniería política es muy importante, pero sin alma es un engranaje al que le falta el propósito.

Este no era el tiempo para Alvear. No si se le mide en lo inmediato. Pero siempre llega el tiempo en que se valora la consecuencia y temple, ¿no es este el ejemplo de Frei Montalva y de Allende? Ellos perdieron pero no abandonaron el camino. Fueron más admirables cuando parecían ir a contracorriente. La derrota es la medida de los mediocres. Puede que cambien las épocas, pero hay cosas que no cambian. El tiempo siempre llega para los que siguen en el camino.

viernes, mayo 20, 2005

El inicio de las hostilidades

El inicio de las hostilidades



Tenemos una coalición de gobierno que enfrenta a dos candidatos, pero hemos dejado de tener dos alianzas en competencia. Una de ellas acaba de pasar a un estado de vida latente, sin aviso ni clemencia. Esto es decisivo: la presentación de dos candidatos elimina a la Alianza como actor presidencial. Quienes tienen candidatos son los partidos. Es esto lo que se decidió que predominara. El que era hace pocos días su abanderado y ahora es su rival, tendrá que acomodarse como pueda, no es problema del que toma la decisión.

Lo que le pasó a Lavín parecía simplemente mortal. Ha quedado a disposición del calendario que fija otro. Hizo el último emplazamiento que podía -realizar primarias- y se le ha contestado negativamente. Se ha definido que no se empleará el procedimiento que permite que una alianza gobierne, si no aquel que posibilita que un sector de la derecha se imponga al otro y, luego, se le de el trato de vencido.

La pregunta es si este era el único camino que le quedaba a RN. La verdad es que no. Había procedimientos para mantener la Alianza y competir con la UDI sin entrar en una disputa en que sus protagonistas saben que el juego es el todo o nada.

Miedo en Chile

Este es el camino de búsqueda del sometimiento. Lo que cambia es la dirección en que se intenta aplicar. Mientras fueron los más fuertes, era la UDI quien trató de esta manera a sus socios; ahora vino la anhelada vuelta de mano. Una reacción que viene de las vísceras predominó sobre la prudencia“ Ahora te toca a ti” corearon a voz en cuello en el Consejo General de Renovación, al momento de elegir a Piñera. Poco más se puede agregar para saber qué tenían en la cabeza al momento en que votaron.


Si buscaban en RN mostrarse coherentes con sus declaraciones y compromisos, hubieran levantado una candidatura sin dejar reducida la Alianza a un fantasma. Pero no quiso ni pudo, ¿por qué? Porque ha vivido la candidatura de Piñera como liberación. Una de las intervenciones más aplaudidas en el Consejo General fue aquella en la que un dirigente afirmó: “hemos dejado de tener miedo”, tras lo cual vino una ovación.

Para que una cosa así pase tiene que haber mucho resentimiento, frustración y humillación acumulados. Se explica por muchas cosas, pero no porque se actúe del modo que hay que hacerlo para llegar a La Moneda. ¿Hay que señalar lo obvio? Imaginémonos que Piñera llegara a triunfar, lo que ocurriría entonces es que RN y la UDI llegarían al Ejecutivo. ¿Qué clase de gobierno depararían cuando la mitad de los que llegan le tiene miedo a la otra mitad?, ¿qué queda para el resto?

En realidad lo que prepara es el crecimiento del miedo mutuo. Es el inicio de una guerra civil acotada a la presidencial, pero no menos cruenta. Cualquier apuesta responsable (que combinara apuestas personales con protección del conglomerado al que se pertenece) hubiera medido los riesgos antes del salto. Pero se optó por la imposición de los hechos consumados. El paso ha sido dado para someter a los tiranos de ayer. Si fracasan, lo que viene no son reconvenciones verbales, si no alguna de las múltiples penas que son la especialidad de la casa.

La pregunta que se despejará es ¿quién es, en verdad, el débil y el fuerte en la derecha? Las campañas parten por y con entusiasmo, pero se mantienen por entereza, coherencia y capacidad de resistir. Piñera es un Arturo Prat que salta al abordaje y regresa a la Esmeralda si las cosas no van bien. Pero si alguien más de la tripulación le acompañó, no están preparados para regresar. Quedarían librados a su destino, solos, mientras se les viene encima una turba, armada de todo menos de buenas intenciones, repitiendo a grandes voces una frase, conocida y fatídica: “ahora te toca a ti”. Claro, no pasará. ¿Y si pasa?

Me gustas cuando callas

Hasta ahora las precandidatas de la Concertación se enfrentaban al candidato de la Alianza, ahora ni hay Alianza a este nivel, ni hay un candidato ni se sabe qué características adquirirá el enfrentamiento entre ellos. Borrón y cuenta nueva. Limpiar la pizarra de los datos principales de los anteriores análisis. Pero no hay que dejarse contagiar por la derecha ni de euforia, ni de miedo, ni de desconcierto. Toca lo más difícil: mostrar temple para esperar. Confirmar la línea fundamental, seguir en lo propio, a la espera de evaluar juntos la evolución de acontecimientos que aún no se producen.

Los que dicen que hay que evaluar el nuevo escenario y se adelantan a dar por ganador a Piñera en la derecha, se contradicen. Los que piden cambios antes de saber si son necesarios y hasta convenientes, muestran gran torpeza. Los que sólo ven fortalezas en los otros y únicamente debilidades en casa compiten por un premio al desatino.

Reaccionar al primer impacto es imprudente. Se confunde la ansiedad con la realidad. Identifiquemos el buen camino: confiemos en la nuestras candidatas, hagamos que sean escuchadas. Cada vez que los comandos empiecen a hablar más que su candidata, van por mal camino y debieran autorecetarse el noble arte de guardar silencio.

Esperemos a que a los adversarios les den alcance sus errores y sus defectos. Si lo que más contara fuera el dinero, la Concertación nunca hubiera llegado al poder. Algo no cuadra cuando un partido reconoce que ha estado de rodillas y ahora quiere correr el maratón de un día para otro. Puede que Lavín esté lejos de ganar la Presidencia, pero no está lejos de superar a Piñera. Para salir de dudas hay que ver, no suponer.

El triunfo se llama consistencia

¿Qué despertó Piñera? Amores y odios intensos. Ahora viene una carrera hacia la Presidencia, pero es más y menos que eso. Es una lucha al interior de la oposición, donde se quieren saldar muchas cuentas. Puede que llegue un momento en que importe más enfrentarse al adversario cercano que la selección de medios para enfrentarlo... y ésta nunca ha sido demasiado selectiva.

Perder la iniciativa es un lujo que no se puede dar la coalición mayoritaria. Tras lo acontecido en la derecha, algunos consideran que lo que ha pasado es que la novedad se ha cambiado de bando y está en la derecha. Pero esta es una lectura superficial de los acontecimientos. Lo que se está volviendo novedoso es la consistencia en las acciones. El mantenerse en la línea que se prometió seguir. En que las encuestas no determinan si los compromisos se mantienen o no. Hay que esperar a que la derecha recupere la compostura antes de saber a qué atenerse.

Es momento de mostrar el contraste: la Concertación debe seguir siendo sinónimo de gobernabilidad y respeto a sus promesas y compromisos. Ahora es posible enfrentar a un conglomerado político en el cual los compromisos asumidos y las palabras dadas tienen un significado muy pobre. Pero para tener palabra hay que existir y eso es algo que, desde la oposición, de tanto en tanto se nos muestra que todavía no pasa.

viernes, mayo 13, 2005

Campañas en ajuste

Campañas en ajuste



El reordenamiento fino

Lo que genera dinamismo estos días es que las estrategias presidenciales estén sufriendo ajustes. Acomodándose a los pasos ya dados por los demás, y evaluando las reacciones que producen sus propias iniciativas, cada comando tiene una idea más precisa de qué es lo mejor que puede hacer, qué tiene que evitar y dónde están los puntos débiles. Que el proceso de reordenamiento no concluye, lo muestra la variedad de polémicas y actores que se involucran desordenadamente en cada caso.

Cuando la más heterogénea sea la gama de disputas son enfrentadas con igual entusiasmo, es que todavía faltan decisiones fundamentales por adoptar. Cuando son muchos los que participan en los debates, es que aún no se ha establecido, con suficiente claridad, una nítida separación de funciones, no se definen las vocerías autorizadas y, tampoco, la jerarquía que se desea establecer entre ellas.

Todo esto sin considerar los errores que un candidato pueda agregar a esta combinación para terminar de hacer las cosas un poco más confusas. Una anécdota puede ilustrar este punto. Las declaraciones de Lavín, afirmando que habría votado No en el plebiscito, de haber tenido los antecedentes que hoy conocemos, generaron fuertes reacciones en la derecha.

Está claro que el candidato no esperaba una reacción tan subida de tono de sus aliados. Sí era imaginable que la Concertación lo acusara de oportunismo y “travestismo” político. Pero nada más. Quedó demostrado que el error era grande por dos motivos. Primero, porque los candidatos están para incidir sobre el futuro, no para reinventar el pasado, en cualquiera de sus formas. Todas las frases que tengan la estructura “si yo hubiera sabido… entonces no habría hecho lo que hice”, son tan inútiles como inconducentes.

Segundo, porque Lavín insiste en dar por cautivo el voto duro, por lo cual se toma estas libertades. Pero un candidato no puede agredir o molestar a los cercanos que desde antes dudaban de él, en vista de halagar a los indecisos. Ni los primeros se lo perdonan, ni los segundos se convencen.


Purgante sí, veneno no

¿Por qué se ofendieron en la derecha? No porque, en privado, dejen de compartir el juicio. Pueden estar igualmente desilusionados de Pinochet. Pero otra cosa es subirse a la azotea y gritar a los cuatro vientos que la actuación política de la derecha ha sido errónea y (desde la perspectiva de hoy) éticamente cuestionable. Colaborar con un ladrón no es igual que secundar a un padre de la Patria. Y el razonamiento de Lavín lleva a este sitio. Puede que Lavín se pueda dar estos gustitos buscando subir en las encuestas. Arriesga porque no tiene nada que perder. Si no resulta, se va para la casa y santo remedio.

El problema es que los demás no han pensado irse para la casa y no están para gustitos. Muy amigo será, pero es también un eventual y próximo retirado de la política y a pocos le hace gracia que deje una herencia destructiva que la Concertación sacará en cara. Lavín encontró su límite. Por él, la derecha está dispuesta a tomar un purgante, pero no a tragar veneno. Y punto.

Queda demostrado que, en política, nadie sabe para quién trabaja. Es indudable que no fue la intención, pero es evidente que la posición de Lavín es la que mejor puede proyectar a Piñera como su reemplazo. No solo deja sin piso a su partido (la UDI) sino que legitima la actitud del ex presidente de RN, quien no necesitó de informes para votar “correctamente” en el plebiscito. Deja a Piñera en la posición ideal: alguien de derecha que voto que No.

La UDI siempre consideró a Piñera como un buscapleitos y un advenedizo. Ahora resulta que estaba en lo correcto y era visionario. Tendrá que competir con él en la elección parlamentaria, habiéndolo puesto -nada menos que Lavín- en un sitial que ningún gremialista iguala. Así que la UDI tiene bastante por qué exasperarse.

¿Qué hará Piñera con el regalo? Iniciar su campaña de “no-candidato presidencial”. Suena raro, pero no. Se acercan buenos momentos y el empresario lo sabe. Se prepara para recibir el respaldo de su partido y muchos, en el entusiasmo, le pedirán ser candidato presidencial. Él, magnánimo, desechará la idea otorgando su respaldo al abanderado oficial que, ¡al fin! está reconociendo las posiciones de RN. Por supuesto identificará más posiciones “correctas” y arengará a su partido a lanzarse a las parlamentarias.

Así que concentrará la atención, se mostrará generoso, gozará de un amplio respaldo y agradecerá a Lavín. Nada mal para partir. Si se mantiene, tendrá todas las ventajas, sin ser el candidato que pierda. Es una campaña que trabaja el contraste con el candidato oficial. Quedarán en evidencia las limitaciones de este y las potencialidades de aquel. Bajo costo y alta rentabilidad.


Hacia las posiciones naturales

Volviendo a la competencia inmediata, la tendencia es que las candidaturas se acerquen a sus posiciones naturales. Antes del inicio de la campaña por las primarias de la Concertación el entusiasmo puro y simple, la adhesión espontánea era lo que campeaba. Como Lavín ya no puede entusiasmar, y no tenía mucho que decir, se reflejaba en las encuestas en distancias inusitadas respecto de las candidatas. Pero es el punto de partida.

Las distancias tan amplias no son esperables en un sistema político como el chileno. Mientras más cerca se encuentre la competencia dura, los conglomerados tienen que disminuir su distancia en la medida en que las campañas se ordenan.

No se puede ganar por puras condiciones ambientales. Se gana porque se compite mejor y se desarrolla la mejor estrategia. La derecha definió la suya: su candidato se dirige a Lagos para “quedar a su altura”, toma las banderas de la Concertación -equidad, superación de la pobreza- y cambia la “novedad” de Lavín por su mayor experiencia. Su ideal es saltarse a las candidatas e interactuar con el gobierno. Cada vez que lo logre, avanzará.

Con la Concertación pasa lo mismo. Se compite en cuanto a perfilar una candidata, pero se colabora en obtener la máxima atención en el proceso transparente y democrático mediante el cual se toma la decisión. Ambas se enfrentan a Lavín, pero también a prejuicios atávicos. Representan un nuevo tipo de liderazgo y el ideal es que en esta etapa este sea aceptado y reconocido por todos. Partiendo por casa.

Las estrategias están en ajuste. Lo están candidatas y candidato, comandos y propuestas. Todo cuenta. Los errores están permitidos, pero no encariñarse con ellos. La ventaja está de parte de la Concertación, de sus candidatas depende que la consoliden.

viernes, mayo 06, 2005

Lavín: muy entrenado pero poco votado

Lavín: muy entrenado pero poco votado


La derecha tiene la mala costumbre de reconocer los méritos en retrospectiva, no en el presente. Es un hábito que adquirió temprano en la transición. Es amplia la lista de catástrofes que la oposición anunció cuando la centroizquierda llegó al poder. Entre las relevantes están que la Concertación no sabría gobernar y la economía entraría en anarquía; que nos hundiríamos en presiones sociales; que no se mantendría el crecimiento porque se desconfiaba de los privados; que las diferencias entre los partidos se ampliarían hasta desintegrar al bloque.

¡Qué no ha dicho después sobre el mal manejo económico, el aislamiento internacional, la falta de inserción en el mundo, el fracaso de las políticas sociales, etc.! En cada uno, tras los éxitos, nunca ha reconocido el error. Pasa de la crítica al silencio y de allí a la crítica sobre la próxima catástrofe. Todo con igual desenfado. Lo afirmó de Lagos en sus primeros años. No dejó de compararlo con sus antecesores, afirmando que salía desfavorecido; lo dio por desahuciado y Lavín fue presentado en sus visitas internacionales como próximo Presidente.

Tiempo después, la derecha reconoce los méritos ajenos de un modo muy particular: “Antes lo hicieron bien, pero ahora no podrán repetir sus aciertos. Su mejor momento ya pasó”. Novedosa no es. De Frei dijo que no era Aylwin, de Lagos que Frei lo superaba. Ahora, que las candidatas no son Lagos. ¿Adivina qué dirá cuando el próximo gobierno esté por terminar? El que se deja guiar por las anticipaciones de la derecha se desorienta, porque trastoca el análisis de la realidad con la proyección de sus deseos y aspiraciones.

Suele ser más sincera cuando se descuida, como ha sucedido con el triunfo de José Miguel Insulza. Una alegría nacional pudo romper las barreras impuestas por la mezquindad. En la OEA ganó Insulza, pero se tendrá que reconocer que pudo ganar por la trayectoria limpia y responsable impresa a Chile por un prolongado tiempo. Se cosecha en prestigio una siembra de responsabilidad. Lo que le ha dado su actual reconocimiento es persistir en un camino y la disposición de enfrentar los nuevos desafíos. Un organismo internacional no se gana por chiripazo. No se altera una decisión de EE.UU. improvisando.

La herencia de la dictadura fue hacer de Chile un paria internacional. Hoy es un adelantado. Sin la Concertación no habría sido posible. Con Lavín en la Presidencia, hubiéramos sido discretos, sin la convocatoria ni la prestancia que exhibimos en el caso de la guerra de Irak. Seríamos menos y no más, ¿o no? Algunos se preguntan si vale la pena preocuparse de un organismo internacional que está como sabemos. Es una interrogante mal planteada. Acertado es preguntar si puede llegar a ser la institución que se requiere y si podemos hacerlo.

Lo que se expresa tan visiblemente en este episodio es perceptible en otros. La Concertación ha sido la que ha hecho la diferencia entre administrar los problemas y cambiar la envergadura del país. Hay un antes y un después de su paso por el poder. Al inicio de los ‘90, el país se planteaba superar la pobreza y la indigencia; hoy se concentra en lo intolerable de las diferencias entre ricos y pobres aun cuando todos progresen. ¿Otro país de América Latina ha cambiado tanto su problema básico?

Mostrando que la timidez no es su defecto, la derecha se presenta como la de las mejores soluciones y su candidato se considera más apto. ¿En qué se basa? La respuesta asombra: no en el apoyo popular. En el entorno de Lavín están contentos por el resultado del primer debate de las candidatas de la Concertación. Comparan el desempeño que atribuyen a su abanderado y encuentran un resultado halagüeño. La memoria es frágil. Lavín se equipara tras foros entrevistas y siete años como postulante, ante las candidatas en un debate inédito. Y encuentra que tiene más entrenamiento. Era que no.

Pero así no se miden los resultados. Para comparar, tiene que ser las candidatas presidenciales ante Lavín en iguales momentos. La memoria es frágil, pero existe. Se recordará que, en su oportunidad, no respondió ninguna de las exigencias que ahora impone a Alvear y Bachelet, sus adherentes se dieron por bien librados porque Lavín no había sido arrasado por su oponente. El tema no es si las candidatas llegaron sabiendo todo, sino cómo llegará una de ellas y luego de las primarias a polemizar con Lavín. La falta de entrenamiento, con entrenamiento y experiencia se quita. Lo que la aceptación popular niega, no se soluciona.

Tras el primer debate hay más ciudadanos interesados en las primarias. A los electores, el mensaje y el estilo de las candidatas les llegó. Cuando Lavín concurra a su primer debate -de su última candidatura, se entiende- ante su oponente, cerca de la mitad de los electores estará opinando que “de ninguna manera” votaría por él. Eso sí es un problema. Las candidatas aprenden rápido, son autocríticas y se saben en competencia. En pocos días están asimilando lo de Concepción. No se amilanan. Los que las juzgan superficialmente harán un papelón. Una cosa me parece segura, cuando este proceso termine, habrán demostrado que son de las que hacen la diferencia. Es esa la opción política que representan.