viernes, enero 28, 2005

El preparativo de los equipos

El preparativo de los equipos



Estamos en un tiempo de preparativos para las campañas de la derecha y de la Concertación. Pero el desempeño logrado y las principales preocupaciones de cada cual son diferentes.

La derecha puede estar recuperándose en silencio. No ocurre lo mismo con su candidato presidencial. Las primeras respuestas intentadas por la oposición en contra de las candidatas de la Concertación muestran el retraso de su intento por recuperarse.

Mientras el oficialismo empieza a concentrarse en torno a la consistencia y la originalidad que busca imprimir a las propuestas que prepara, en estos días la oposición ha dedicado su ataque a un punto de disputa fuera de lugar. Lavín y sus acompañantes femeninas han centrado sus ataques en una afirmación que nadie discute, es decir, que “no basta con ser mujer para ser Presidente”.

La derecha simplemente tiene que movilizar sus liderazgos de reemplazo para apoyar al más débil de Lavín (que sigue siendo el mejor posicionado, pero ya en declinación). No puede hacerlo sin hallarse ante las dificultades derivadas del propio candidato.

Los problemas más evidentes son dos: corre el riesgo de que los liderazgos de apoyo resulten más atractivos. Frente a eso, ellas tienen que acompañar pero con cierto recato. Segundo, las figuras están obligadas a adoptar un discurso que no les acomoda, pero que es funcional a las necesidades de una campaña en la que cada vez se cree menos. Se ven incómodas. De seguro no es lo que dirían si pudieran escoger.

Lo más sorprendente es que desde la Alianza pueden hacer mucho más de lo que se les está pidiendo. Sus cuadros profesionales y técnicos pueden debatir temas y su dirigencia podría estar haciendo polémicas mayores. Pero en este tiempo de preparativos, se los convoca a mucho menos. Perdida la sensación de ir acumulando fuerza y entusiasmo, nadie parece estar muy contento.

En la derecha se tiene mucho más equipo de campaña que candidato. Y los preparativos de estos días no están cambiando esta situación.

Tal como están las cosas, el paso previo al interior del oficialismo puede llegar a ser más difícil y disputado que la competencia con la derecha. Es interesante destacar que nos encontramos en el período previo y que ésta es una auténtica competencia. Lo primero se explica porque nada logra modificar el hecho de que el país está en vacaciones. En esta circunstancia no hay que intentar una movilización que podría llevar al fracaso: es probable que poca gente llegaría siquiera a enterarse de que alguien tuvo la desdichada idea de intentarlo.

Eso sí, hay quienes simplemente no pueden abandonar sus responsabilidades en los comandos. En este período lo que tiene continuidad en la Concertación es prefigurar el escenario en el que se desarrollará la competencia entre ambas candidatas a partir de marzo.

Los procedimientos son muy importantes y de allí que nadie se los tome a la ligera. Respecto de los mecanismos, tres cosas son importantes y se han ido consolidando, incluso en medio de los debates iniciales: que debe concluir con una convocatoria amplia a la participación ciudadana; que hay que incorporar alguna modalidad de debate descentralizado -con un inédito protagonismo de las regiones-; y que esto llevará varios meses.

Se trata de un proceso regulado que funciona por el acuerdo de ambas partes. De manera que uno no puede obligar al otro a lo que no quiere, pero ninguno puede empantanar las cosas sin pagar un alto costo. Cada cual conseguirá lo que quiere, pero de la forma que menos le acomoda: quienes quieran un proceso abierto no podrán determinar también los tiempos en que ocurra; y los que quieran tiempo para competir no podrán oponerse a desembocar en una definición ampliamente participativa.

Puede que suene algo complejo, pero lo más importante es que lo que está en preparación es un juego limpio, que termina con un resultado aceptado por todos. Todo lo dicho no quita que, de todas formas, se trata -como dijimos- de una auténtica competencia. Es necesario preservar en todo momento con este elemento vital.

La Concertación debe exigirse al máximo de sus potencialidades. Cada cierto tiempo requiere renovar sus ideas, estilos y planes de acción. El día que deje de hacerlo, que se adormile y rutinice, estará lista para abandonar el poder o, más bien, ser desplazada del centro de escena. Así como la coalición necesita la competencia, también lo requieren las candidatas. Ya sabemos que ellas han demostrado que pueden ejercer bien los principales puestos de gobierno, pero no ocurre lo mismo con las destrezas y habilidades que se requieren para conquistarlo. En este ámbito tienen mucho menos experiencia acumulada que en el anterior.

Esto no tiene nada de malo. Los aspectos vitales de la política se aprenden ejercitándolos. Eso es lo que hay que entregarles ahora. La oportunidad del desarrollo más pleno de su liderazgo. Antes, por cierto, de la competencia más dura con la derecha. En el conglomerado de gobierno se han definido ya con claridad los principales liderazgos. Pero requiere tiempo que los equipos, los grupos y los liderazgos se ensamblen con las nuevas líderes. Una cosa es que haya personas calificadas y otra distinta que constituyan equipos.

En el fondo, en la Concertación se tiene por ahora más candidatas que equipos de campaña plenamente constituidos para lo que viene. Es posible que esta etapa de preparativos sea importante para ir cambiando esta situación.

Comparando lo que ocurre en ambos conglomerados políticos, no cabe duda quién está empleando mejor la temporada de verano.

viernes, enero 21, 2005

Un ciclo de renovación política

Un ciclo de renovación política


Entre el número dos y las dos candidatas

Una cosa es derrotar a Lavín y otra distinta derrotar a la derecha. Todo depende de a qué apueste cada cual. Pero el que declina es el candidato, no el sector. Hemos dicho que la campaña de la derecha ocultará el despliegue tentativo de posibles sucesores, de modo que la oposición tendrá un importante dinamismo en su presentación justo cuando sus adversarios esperarían que bajara los brazos. Puesta por los hechos en la obligación de posicionar a alguien como número dos (e inmediato sucesor), entra en un proceso donde se empeñará por renovar sus liderazgos, su discurso y sus tácticas.

La derecha llegó a la necesidad de la renovación por la ruta de constatar una gran diferencia entre el potencial electoral y las escasas posibilidades de ganar la carrera presidencial. Apostó todo a una carta y apostó mal. Está cazada en su opción, sin posibilidades de giros importantes dentro de un plazo relativamente breve.


Del cambio de Lavín al "cambiemos a Lavín"

Pero está contenta de estarlo. El debate sobre su incómoda posición solo en parte logra ser reservado. La pregunta sobre el posible cambio de candidato es cada vez más pública. Pero las posibilidades de algo por el estilo son mínimas.

Hay que pensar que Lavín empezó a ser proyectado como figura presidenciable, por sectores importantes de la derecha, desde fines de 1995. Un año después era el líder mejor perfilado en la oposición. Consolidarse en este sitial le costó dos años más. Mientras, se hacía un esfuerzo paralelo por eliminarle competencias de la forma tan poco fina que se acostumbra por estos pagos.

Esta apuesta tiene el defecto de que se desgastó antes de lo que sus auspiciadores esperaban, pero no por eso se les puede acusar de improvisación. Saben que una candidatura a La Moneda se prepara, al menos, con el doble o el triple del tiempo disponible.

En otras palabras, un cambio de candidato ahora sólo lograría la eliminación de dos cartas presidenciable en vez de una. Muchos voluntarios no van a encontrar para esta inmolación sin destino. Es mucho más fácil meterse en una trampa que salir de ella.

Pero a nivel parlamentario el cuadro opositor es mucho menos desalentador. Sus posiciones son sólidas, el sistema los favorece para atrincherarse y, si reemplazan sus candidatos más débiles por liderazgos más atractivos, pueden dar más de una sorpresa.

El interés de la oposición se empieza a centrar en el desempeño electoral a este nivel. Aprovechará estos meses para testear sus liderazgos más prometedores. Mostrando una evidente falta de prejuicios, seguirá el sabio consejo de Mao: “que florezcan mil flores” aunque, claro, no en número tan excesivo y nunca por mucho tiempo.

Así, hay un fuerte incentivo al mejor desempeño posible ante la Concertación pero, en realidad, comparándose entre sí. Se enfrentarán con el oficialismo pero, en el fondo, estarán compitiendo entre ellos. Cada cual tiene mucho que ganar, pero también mucho que perder si no le va bien. Y sabemos que en la derecha ser un líder de reemplazo de aquel que aparezca como cabeza de serie es de las posiciones más inconfortables que se conocen, por las costumbres antropofágicas del sector.


El primero que lo logre, gana

Si ahora miramos hacia la Concertación, también nos encontraremos el comienzo de una transformación profunda. Lo que más llama la atención es el hecho inédito de contar con dos precandidatas. Pero el que sean mujeres quienes encabecen el conglomerado no es lo único que cambia, sino que es demostrativo de una fuerte regeneración de dirigentes que se apresta a concretarse también en pocos meses.

Estamos ante un notable cambio de estilo en el liderazgo. Para muestra un botón: en la competencia entre Lagos y Andrés Zaldívar se pudieron haber esperado muchas cosas. En particular de sus sacristanes. Pero que se tomaran un tecito para irse tranquilos de vacaciones supera a la imaginación más fecunda.

Es tiempo de figuras emergentes con aceptación ciudadana. De allí el papel protagónico de Trivelli en el comando de Alvear, cuadro que con toda seguridad tendrá su equivalente en el equipo de Bachelet. Es una tendencia, no de una pura sucesión de episodios dispersos.

Quienes crean que se está hablando de un “nuevo gobierno” de la Concertación en vez de simplemente el cuarto de una serie simplemente como recurso publicitario, subestiman lo que está pasando. Es un proceso real. Parece un eslogan cuando en realidad se trata de un auténtico desafío. Lo que está en juego en el trasfondo de la política en Chile es la rapidez y efectividad con que cada conglomerado político entra en un ciclo de renovación al que se ven impelidos por la acumulación de cambios políticos y sociales experimentados en el último tiempo.

La tarea es más fácil para la derecha porque, quiéralo o no, va enfrentando los temas gradualmente. En cambio la Concertación tiene varias pruebas que pasar simultáneamente. Otras veces lo ha logrado siendo el equipo más afiatado desde el inicio el que acompañó a Aylwin, por razones obvias. Luego costó. Ahora se trata de reducir el tiempo de ajuste y adquirir una cierta identidad de gestión al mínimo.

No es para menos porque el gobierno mismo de la primera Presidenta será corto y porque la derecha estará en un proceso paralelo de renovación. Queda claro que no son únicamente los candidatos los que compiten; son dos conglomerados que se enfrentan para mostrar quién hace mejor política. Y no está decidido de antemano quien gana.

viernes, enero 14, 2005

La campaña de las muñecas rusas

La campaña de las muñecas rusas


RN sabe que puede volver a sobrepasar a la UDI y ganar la cabecera de la oposición. Pero como cada aspirante en Renovación Nacional se prefiere a sí mismo antes que a los demás, Piñera no tendrá una aceptación fácil. El gremialismo no está para ver que su predominio pase a la historia.


Cuidado con bajar la guardia

Si no le hubiera ido tan mal a Joaquín Lavín en la encuesta CEP -a decir verdad, en todos los últimos sondeos- la vida de la Concertación sería más fácil. Pero no es así y hay que observar con detenimiento lo que viene, y qué debe hacer cada cual para actuar del mejor modo posible. Cuando las cosas parecen ir demasiado bien, hay que sospechar que escondan alguna situación de cuidado, que es precisamente lo que ocurre en esta ocasión.

Respecto de Lavín, tenemos un auténtico desastre. Es un candidato en decrecimiento; que resulta vencido por dos candidatas de la Concertación; y que más de la mitad de los encuestados declare que en ningún caso votaría por él. Lavín ha hecho una muy débil defensa de su situación actual, afirmando que se está repitiendo el escenario de la elección presidencial anterior. Entonces partió de abajo pero fue siempre en subida y el entusiasmo de sus adherentes lo acompañó. Hoy está en un movimiento inverso. Del entusiasmo original nadie ha vuelto a tener noticia.

¿Serán derrotados Lavín y la derecha? Si se dejan a un lado los hechos fortuitos, es indudable que Lavín es un candidato que sabe que va a perder. Y debe ser más optimista porque en la derecha no hay prácticamente ningún dirigente relevante que no se haya hecho ya a la idea, aunque decirlo en público sea una deslealtad.


La disputa del segundo lugar

Pero quienes dirigen a la oposición tienen la obligación de responder a los hechos y eso es lo que se aprestan a hacer. Una derrota de Lavín no es sinónimo inmediato de una derrota de la derecha. Cuando todos saben que si pierde el número uno se va para la casa -en menos de un año-, entonces lo más importante pasa a estar en el número dos.

La derecha concentra la atención en la buena evaluación de las encuestas en los que siguen inmediatamente después de Lavín. Entre los personajes que provocan mayor rechazo de algunos que adhesión de otros, se encuentra en primerísimo lugar, Pablo Longueira, seguido por Sergio Diez y Jovino Novoa.

Pero quienes tienen ventajas por sobre los demás y que pueden aspirar a reemplazar a Lavín son cinco -la mayoría de RN. En el orden de mayor apoyo y menor rechazo simultáneo: Sebastián Piñera, Jacqueline van Rysselberghe, Lily Pérez, Andrés Allamand, Alberto Espina y Hernán Larraín. Si se descuenta el rechazo del apoyo popular, sucede que la alcaldesa de Concepción y Piñera están ahora mejor parados que Lavín.

RN sabe que puede volver a sobrepasar a la UDI y ganar la cabecera de la oposición. Pero como cada aspirante en Renovación Nacional se prefiere a sí mismo antes que a los demás, Piñera no tendrá una aceptación fácil. El gremialismo no está para ver que su predominio pase a la historia.

De manera que quien espera en la Concertación tener al frente a un grupo de condenados a la derrota y al borde de la rendición anticipada tendrá una sorpresa mayúscula: presenciará un dinamismo fuera de lo usual de la dirigencia y una “voluntad de combate” muy renovada en el nivel parlamentario.

Lavín está deprimido, pero la derecha decidió no contagiarse. Para ocuparse de lo que le interesa lo apoyará con mesura y con decoro. Pero la mente y el corazón de sus dirigentes de recambio estarán en otra parte.

Hay que pensar en las conocidas muñecas rusas parecidas a palitroques. Uno las puede abrir, y al hacerlo se encuentra otra muñeca igual, pero más pequeña y así sucesivamente. En eso consiste su atractivo.

En el caso de la derecha, la campaña presidencial oficial tendrá en su interior el desarrollo de la campaña presidencial posterior en ciernes, que se expresará en la competencia por destacarse de los demás (del mismo sector) en la competencia senatorial, con apoyo obligatorio en las campañas de los diputados. Como en las muñecas rusas.

Para la Concertación, esta situación tan especial tiene dos consecuencias de la mayor relevancia. La primera es que, de ahora en adelante, la candidatura de Lavín será sostenida más por sus enemigos internos que por sus amigos. La segunda tiene un efecto más permanente: los candidatos presidenciales de reemplazo tienen que programar acciones sistemáticas que los lleven a la mejor posición entre 2007 y 2008, que es cuando la derecha contará con su mejor oportunidad.

¿Por qué? Porque apostarán a que la constitución del nuevo gobierno no demorará menos de lo que le costó a Lagos y, al mismo tiempo, será más corto. Por eso, si se desgasta (y la oposición más de algo puede hacer para que suceda), enfrentará la siguiente elección municipal con renovado ímpetu.

Para entonces el nuevo líder opositor tendrá por completo el manejo de las riendas en su sector, el trabajo programático habrá madurado y se le habrá dado continuidad a lo que se consiga en la campaña “de Lavín”, y una generación de reemplazo estará a cargo de los partidos. Esto puede ser muy motivador para mucha gente en la derecha, si dan inicio a esta campaña en el esquema de las muñecas rusas.


La obligación de instalar una presidenta y una presidencia

¿Qué tiene que hacer la Concertación? Emplear a fondo el tiempo disponible, sin darse permiso para desperdiciarlo. Tiene más tareas que la oposición: instalar una candidatura, una presidenta y una presidencia.

Esto debe ser de manera rápida, constructiva y nada traumática. Tan importante como la noche del triunfo es el primer día de gobierno. Los días que algunos dilapidan con tanta displicencia deben recuperarse para fines más importantes, si no el ataque de las muñecas rusas puede llegar a ser un auténtico dolor de cabeza.

viernes, enero 07, 2005

La decisión del PDC

La decisión del PDC


Un evento significativo

Los eventos partidarios tienen la característica de resultar sumamente interesantes para los que participan de ellos y muy aburridos para el resto. Pero hay ocasiones en que lo que allí ocurre tiene repercusiones más amplias que afectan a todos, incluso a los menos interesados. Este es el caso de la junta nacional del PDC, citada para los próximos días.

En la Concertación hay quienes se tratan de convencer que este es un tema exclusivamente democratacristiano y que, en teoría, “da lo mismo” lo que se resuelva en cuanto al abanderado presidencial. ¡Ojalá fuera tan sencillo!

Hay una cosa segura: si el PDC nomina como su candidata a Soledad Alvear, aún no sabemos qué mecanismo se empleará para escoger entre ella y Michelle Bachelet, pero -aseguramos- el proceso empezará bien, se desarrollará con normalidad y terminará bien. ¿Por qué? Porque los partidos habrán escogido sus mejores cartas; porque ellas mismas tienen experiencia de ser “miembros de un mismo equipo”, y porque pueden colaborar y competir al mismo tiempo. Darán lo mejor de sí para ganar, pero de antemano se sabe que no podrán en riesgo el capital acumulado, del que se sienten responsables. Es decir, luego de la nominación de Alvear, las incógnitas y los temores emprenden un camino de retroceso.

Pero si un partido sigue una ruta ilógica y a contrapelo de la realidad política decide prescindir de su mejor opción, deja de ser un actor predecible y, por lo tanto, confiable. Las certezas quedan reemplazadas por dudas. Todo esto sin ninguna necesidad, sin sustento y sin destino.

Puede que alguien sufra de “encuestofobia”, un mal muy selectivo que afecta a pacientes con bajo apoyo popular, que se expresa en fuertes ataques de rechazo cada vez que la víctima se busca en una encuesta y no se encuentra. Pero esto no tiene ninguna importancia.

Se puede despreciar a las encuestas, pero no se puede despreciar a la opinión pública para luego pedir su apoyo. Esto es lo que alguno está tratando de hacer. Adoptar esta conducta en forma colectiva sería suicida.

Hasta el momento, hay una gran mayoría ciudadana encantada con la existencia de dos candidatas presidenciales. Pensar que el camino del éxito consiste en eliminar a la primera, para aprestarse a hacer lo mismo con la segunda, y que hacerlo convertirá al del estropicio en el personaje más popular del año, es insensato.

Se está haciendo aparecer al partido preocupado de hacerle contracampaña a su mejor figura. Así de simple. Puede que exista alguna buena explicación, pero nadie se ha preocupado de darla a conocer. Si una conducción partidaria consigue que su comportamiento no sea comprensible para el ciudadano común, simplemente no lo está haciendo bien.

En el país de la coherencia, lo que le ocurre a cualquier partido es que todos se alegran cuando una de sus figuras empieza a destacar en el favor popular. En el colmo de la consecuencia, lo que suelen hacer en tan lejanas tierras -cuando no abandonan el sentido común- es que dejan que sean sus adversarios lo que critiquen, en vez de invalidarla -en el hecho- día a día. Cualquier otra organización se dedica a proyectar su mejor figura y los otros líderes contienen sus ambiciones, entregan sus aportes, se validan por su trabajo. Cada cual ocupa el sitio en el que es más útil al bien común.

Pero cuando uno lo quiere hacer verdaderamente mal, no termina nunca por decidirse por la solución más obvia, sino que se dedica a discutir sobre cómo es que se llegará a decidir sobre la decisión. No se trata de ganar si no de demorar. Se ve este tipo de conducta en política, pero rara vez en una conducción partidaria.


Las pruebas de la buena conducción


¿Cuál es el papel de una directiva de partido?

Cualquier lista incluiría al menos cuatro ámbitos: promocionar los liderazgos partidarios; hacer confluir los planteamientos programáticos de todos; mantener la unidad interna; y proyectar la mejor imagen pública.

Por tanto, se puede responder una pregunta paralela sin problemas: ¿Cuándo una directiva empieza a cumplir mal con su función? Cuando neutralizada los liderazgos con respaldo popular, se promociona a sí misma; cuando comunica una oferta programática salvadora, sin diálogo previo; cuando se hace parte de las disputas, en vez de ser un punto de confluencia; y cuando su comportamiento resulta inexplicable para gran parte de quienes se quiere representar.

En nada de esto consiste la mejor tradición del PDC. Si alguien lo olvida, los demás pueden recordárselo con cierta contundencia. Pero eso no basta. La Junta tiene que demostrar a qué está dispuesto como partido, sin excepciones.

En definiciones menores se puede decidir por mayoría, aunque sea estrecha. Pero cuando se trata de optar a la Presidencia de la República, lo que se acuerda debe ser por amplio consenso o no se condice con su finalidad. Al retirar su opción presidencial, el senador Eduardo Frei recordó que en las exitosas campañas de su padre, de Aylwin o de él mismo, se partió con la unidad partidaria asegurada.

Ahora no está en cuestión quién es la candidata del PDC, porque -en cuanto a lo que la ciudadanía respecta- no hay más que una sola opción y es obvia. Lo que está en discusión es saber si el partido sigue teniendo la sensatez de sintonizar con el sentido común del país o si pretenderá sorprender eligiendo a alguien sin ninguna posibilidad de ganar.

La DC da hoy la imagen de uno de esos enfermos que luego de una operación compleja, que apenas siente los primeros síntomas de recuperación, de inmediato se olvidan de las normas mínimas de cuidados y empiezan a exigirse de modo desmesurado. Recuperan las dolencias anteriores y adquieren nuevos males.

Por eso este evento es tan importante. En esta oportunidad el PDC, más que escoger entre nombres, esta escogiendo su destino.