viernes, febrero 27, 2004

Al servicio de la vida cotidiana

Al servicio de la vida cotidiana



El país necesita darle continuidad a las grandes tareas a las que ha apostado a largo plazo, al tiempo que se asumen nuevos desafíos, que ahora resultan alcanzables productos del camino recorrido.

Entre los primeros se encuentran el desarrollo “duro” de las reformas a la educación, la salud y la justicia; la dedicación más integral a la superación de la pobreza; y la consolidación de una economía abierta al mundo. Entre las segundas, un nuevo énfasis social en la descentralización -en su sentido más amplio-, la promoción de la participación ciudadana y en la modernización del Estado para que asegure el ejercicio efectivo de la ciudadanía para todos.

En la próxima etapa, vamos a afrontar el paso desde un énfasis en las modificaciones de normas y de puesta al día de las instituciones, al de los cambios de comportamientos y conductas de las personas. Poner las organizaciones al servicio de la vida cotidiana; lograr una convivencia más humana; una ampliación del respeto diario de la dignidad; expandir la solidaridad entre personas y grupos que se saben diversos, pero que aceptan la pluralidad como un bien nacional.

Chile está cambiando y seguirá cambiando. Lo que está en duda es si, en este proceso, lograremos una mejor integración social y una sólida estabilidad política. Necesitaremos superarnos mucho para tener éxito, pues quedarnos en la rutina -en el “más de lo mismo”-, solo puede asegurar el fracaso. Para esto se necesita el concurso de muchos actores. Si el acento será social, las organizaciones sociales pasarán de ser permanentes interpeladoras de los poderes públicos a ser interpeladas por quienes quieren representar.

No bastará con las buenas intenciones de representar causas justas o de interés ciudadano. Cada vez habrá un modo más efectivo de ciudadanía consciente. Hoy tenemos más representantes que organizaciones vivas y pujantes. Más declaraciones que influencia efectiva en la toma de decisiones.

El mayor shock se sufrirá en las organizaciones políticas. De izquierda a derecha, cada cual sabe que debe hacer lo posible por mejorar la calidad de la política que realiza para mantener vigente su organización. No es para menos: mientras los partidos han sufrido alteraciones menores en la última década, todo a su alrededor ha evolucionado con rapidez. Para quienes sufrieron la falta de libertad, el miedo y la represión, recuperar la estabilidad democrática representaba una meta suficiente para movilizarse a fondo.

El “problema” esta en que ya no constituimos el tipo de sociedad del que una vez formamos parte. No tenemos los mismos temores ni tenemos los mismos anhelos. Somos parte ahora de una comunidad nacional mucho más compleja, diversa y, sin duda, más culta. Lo que hace poco era una meta, ahora no satisface ni al más conformista. Esta constante ampliación del horizonte nos caracteriza como país.

Hemos cambiado la fisonomía de Chile. Somos una sociedad sensiblemente preocupada por respetar las opiniones ajenas y los diversos estilos de vida. Para bien y para mal, dejamos de ser lo que éramos en ninguna época anterior, ni lejana ni cercana. Podemos cometer nuevos errores, pero no podemos volver al pasado.

Dentro de poco habrá que optar entre líderes y entre coaliciones políticas. Definir quien y quiénes han de conducir este proceso en el futuro próximo. Para sostener y para innovar. Lo primero es saber si las alianzas políticas se diferencian entre sí o si dan lo mismo una u otra.

Sabemos que los líderes no dan lo mismo. Ponen acentos diferentes al interior de una opción central y marcan un estilo que les es propio. Pero, al evaluar, las alianzas no son equivalentes ni en su consistencia interna ni por su capacidad de afrontar las tareas nacionales que hemos enunciado.

La Concertación puede procurar un Chile más diverso, porque ella misma lo es. En su interior hay diferencias de opinión entre partidos y al interior de los partidos. Los conflictos existen. Pero la Concertación ha hecho de la diversidad su mayor fuerza, porque sabe vivir con ella y lograr consensos aceptables para todos. En la oposición, la aceptación creativa de su evidente diversidad no se va a encontrar, por más buena voluntad que tenga.

No se puede dar continuidad a lo que no se ha hecho. Las reformas que le están cambiando el rostro a Chile han sido concebidas, iniciadas y se han desarrollado en los gobiernos de Aylwin, Frei y Lagos.

Hay una manera de pensar que resulta bastante sensata: para promover la integración social hay que haber dado muestras de trabajo cooperativo, al menos entre los más cercanos; y para dar lecciones de estabilidad política se tiene que haber mostrado, a lo menos, la capacidad de mantener estable a la propia coalición. Con esta vara, la derecha no sale bien parada.

Haga la prueba con los diarios de la semana pasada o, si prefiere, con los de próxima. Vea cuántas veces han actuado en común los partidos de oposición y los de gobierno o quiénes separan más frecuentemente las diferencias políticas de las descalificaciones personales. Después podemos conversar sobre quien puede conducir en el futuro a Chile.

viernes, febrero 20, 2004

Los desafíos de la Concertación

Los desafíos de la Concertación



Los mayores logros de la Concertación en su gestión de gobierno bajo los liderazgos de Aylwin, Frei y Lagos, mantienen la idea de que el desafío más importante consiste en combinar libertad, equidad y crecimiento, con igual dedicación y énfasis.

El reconocimiento de los principales avances para saber en qué debe perseverar, permite hacer -al mismo tiempo- el ejercicio de saber cuáles son los nuevos acentos que se requieren.

En relación con el crecimiento económico, la carta de presentación del gobierno es el haber logrado un crecimiento del producto en un período muy difícil, superando al promedio de América Latina y de nuestros socios comerciales. Por cierto, ha sido relevante la firma de los tratados de libre comercio.

El desarrollo de nuestra infraestructura no tiene precedente, principalmente por el uso de las concesiones. Algo parecido se puede decir de las transformaciones urbanas de las grandes ciudades. También disponemos de un medio ambiente cada vez más sano y protegido
Pero se destaca poco que, en la última década, Chile fue el país que mayores avances obtuvo en reducir la pobreza y la extrema pobreza. Para ello, los sectores en esta condición han multiplicado por cuatro su capacidad de acceso a bienes y servicios fundamentales, en poco más una década.

En la búsqueda de un país más equitativo, ocupa un lugar primordial la puesta en marcha de las reformas en educación, salud y en la justicia. En este aspecto se puede incluir el seguro de desempleo, que ha tenido una amplia y rápida difusión.

Como país, nos hemos propuesto garantizar a todos doce años de escolaridad obligatoria en escuelas y liceos con una jornada escolar completa. En salud, se ha iniciado un plan con garantías explícitas de acceso universal. En justicia, está en marcha la reforma procesal penal, que mejora notablemente el acceso, la transparencia y la eficiencia con que se aplica la ley.

La masiva construcción de viviendas sociales ha reducido en forma significativa las viviendas precarias. A fines de este gobierno, la totalidad de las familias de los campamentos que existían en 1997 tendrán una vivienda digna. Con todo esto, ha mejorado consistentemente la calidad de vida de la gran mayoría de la población.

A treinta años del golpe de Estado, hoy no existe sector social y político que no haya hecho gestos de reencuentro nacional, incluyendo las reparaciones a los familiares de las víctimas. Somos parte de una sociedad más moderna, que respeta la diversidad y que ha ampliado la libertad de opinión, de expresión y eliminado censuras.

Hay un significativo acento en el desarrollo de la cultura. Disponemos de una nueva institucionalidad en el área y la creación de infraestructura cultural ha florecido en todo el país. El fomento de proyectos en diversas artes ha hecho que aumenten los cultores, espectadores y lectores como no se veía hace décadas.

Pero ¿dónde poner los nuevos acentos, suponiendo la continuidad de los esfuerzos anteriores?

La Concertación necesita hacer un esfuerzo mayor para tener una economía moderna. Se requiere de una apuesta clara por el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Como país, Chile está obligado a ser crecientemente competitivo.

La reforma del Estado recién empieza. Hay mucho que hacer en la desconcentración administrativa, y, sobre todo, con la descentralización del poder y de las oportunidades. Ambos aspectos tienen un papel central en un proyecto de futuro.

Ahora anhelamos una sociedad que protege más a su gente, donde lo que importe no sean tanto los indicadores de los macro procesos, como la vida cotidiana de cada uno y de sus comunidades. Si las reformas sociales están en marcha, no puede decirse lo mismo de la participación ciudadana en ellas.

Importa tanto las reformas en sí como el impacto que tienen en la vida de las personas. Llegará pronto un punto en el que no se puede seguir avanzando sin preguntarles a las personas cómo quieren vivir y convivir mejor, para hacer modificaciones que despiertan más consenso en aspectos como la educación, la salud, la previsión, la protección del consumidor y otros.

Somos una sociedad mucho más egoísta de lo que podemos permitirnos. Tenemos un déficit de solidaridad que, en la práctica, es un déficit de participación. Una democracia tiene la fuerza que le otorga el ejercicio cotidiano de la ciudadanía. La próxima etapa de nuestra historia debiera ser la del pleno protagonismo público de las personas.

Hasta ahora, en política la Concertación ha puesto un fuerte acento en los cambios institucionales y normativos. También hay que cambiar las conductas y los comportamientos. Se ha construido una poderosa red social, pero las diversas expresiones de la sociedad no son aún igualmente fuertes.

Chile deberá exportar cada vez más productos a una mayor cantidad de destinos. Para que esto sea posible se requiere un desarrollo de la ciencia y de la investigación aplicada como no se ha intentado nunca. Viene una época en que el centro del esfuerzo debe estar en elevar la calidad del “capital humano.”

¿Podemos afrontar estos nuevos desafíos sin dejar simultáneamente de afianzar lo logrado? Sí. Con la Concertación, Chile ha avanzado en la dirección precisa y tiene la mayoría política capaz de sostener este esfuerzo.

lunes, febrero 16, 2004

El proyecto de la Concertación

POLÍTICA:

El proyecto de la Concertación


Víctor Maldonado

Nada hay de extraño en que los opositores no quieran tener una Concertación IV. Debiera llamar la atención que tampoco parecen quererlo los que apoyan al gobierno. Desde luego, no se trata de una especie de tendencia al suicidio político, más bien se explica por lo contrario: no hay dirigente que se precie dentro del oficialismo que no se pierda la oportunidad de decir que no quiere la sola continuidad de lo que existe, que tiene que venir algo nuevo, que marque el inicio de una etapa distinta.

A algo muy profundo deben responder estas reiteradas declaraciones, puesto que la necesidad de este relanzamiento ha sido propiciada por el propio Presidente Lagos. Bastante de esto tiene su libro de mitad de período “Conversaciones en el camino”. De más está decir que tampoco es usual que los presidentes escriban en medio de su agobiante tarea. A menos que estimara imprescindible iniciar una reflexión amplia y de largo plazo. Y éste es precisamente el caso.

Quien lea lo que en este escrito se dice (y los comentarios -hasta ahora- no han abundado) quedará con la fuerte impresión que ya se tiene una idea bastante precisa sobre cómo va a terminar la administración Lagos: cumpliendo con las promesas con que inició su período.

Una demostración adicional de que la Concertación sigue sin apreciar en plenitud lo que ha hecho es, precisamente, que no se haya apoyado más en un ejercicio inusual en cualquier mandatario: revisar lo prometido y marcar uno a uno los compromisos cumplidos. Eso es de lo que trata el libro y que, además, provoca una inusual dificultad. Es que es bastante difícil sobrellevar el éxito y, más encima, proponer algo diferente.

Por lo mismo hay que preguntarse en qué se ha tenido éxito y en qué se debe innovar en un futuro que se acerca más rápido de lo que pareciera.

Hay que decir con fuerza dos cosas. La primera es que, si de originalidad se trata, la Concertación debe innovar en nuestra historia -y en del continente-, atreviéndose a darle continuidad a sus políticas exitosas. No se trata de que cambie de ideas como si cambiara de traje. Ha de existir un núcleo básico de planteamientos -que se debe identificar desde el inicio- que caractericen sustancialmente su propuesta.

Habiéndose llegado al punto que hace una década se fijó alcanzar, lo que se requiere ahora es un cambio de horizonte. Fijarse un nuevo punto de llegada que asimile el tramo avanzado, los tropiezos del camino y las resistencias encontradas.

La verdad no puede sacrificarse a las necesidades publicitarias. La confianza básica que tiene la Concertación en la gente dice que cualquier cosa que suene a promesa sin consistencia, será de inmediato identificada como tal y, por lo tanto, repudiada. Una década de democracia ha influido decididamente en la educación cívica del país. Se trata de mostrar que se han abierto tantas puertas que, lo que un día fue meta hoy es lugar de partida; lo que antes se vislumbró es ahora lo vivido. Pero no está donde se encuentra para quedarse, pues debe seguir avanzando.

Lo segundo que se debe decir es que la misma continuidad invita a un salto en la tendencia. Se ha hecho bien una tarea y, por lo tanto, el reto es mayor. Se trata de pasar a responder a desafíos nuevos, que ni siquiera se vislumbraban en los noventa. No es posible adicionar un punto a cada gráfico que muestre los progresos obtenidos en las políticas públicas. Cuando se constate ese momento de pura administración, habrá llegado la hora de la derecha.

En los próximos meses habrá en la Concertación un amplio debate sobre qué aspectos deben ser profundizados y cuáles requieren un reimpulso. Hay que partir analizando lo permanente que tiene la tarea que la coalición ha estado impulsando en Chile.

De acuerdo con el libro presidencial, se pueden identificar algunos aspectos que merecen esta calificación. De partida, el proyecto permanente de la Concertación se asocia con la búsqueda simultánea de mayor equidad, mayor democracia y más crecimiento. Lagos lo señala de modo constante. No se trata de sacrificar uno de estos aspectos, simplemente porque todos ellos son necesarios. Libertad, desarrollo y equidad se potencian entre sí. Si hay crecimiento, es posible mejorar la calidad de vida de todos; si hay equidad, es posible un país más cohesionado y una democracia más estable; y si hay más libertad, aumentará el respeto hacia las personas, a la diversidad cultural; habrá un Chile más tolerante.

En otras palabras: para la Concertación no basta que la economía crezca, como tampoco acepta la promoción de la equidad a costa de lo que sea. Un crecimiento sostenido requiere de una comunidad nacional integrada y de una permanente ampliación de la libertad.

Esta manera de entender los objetivos del país diferencia a la Concertación de quienes defienden proyectos políticos excluyentes, unilaterales y autoritarios. Permite, además, distinguir entre medios y fines con mayor precisión.

En esta perspectiva, el Estado y el mercado siempre están al servicio de las personas. Y como instrumentos que son, al Estado siempre se le podrá reformular para asegurar una gestión transparente, con una alta calidad de la administración pública; al mercado, depurarlo de distorsiones para fomentar la competencia en un adecuado marco regulatorio. El Estado cumple un papel activo en el despliegue de las potencialidades de la economía.

Lagos es claro al afirmar que “nuestro sistema económico es de mercado, pero nuestro sistema político es la democracia” y que “ser ciudadano es más que ser consumidor”, porque el desarrollo es también lograr una vida con más seguridad para las personas y no únicamente el crecimiento.

Éstas son las ideas básicas a partir de las que se pueden identificar los logros obtenidos por la Concertación y las nuevas tareas a emprender.

viernes, febrero 06, 2004

Un corto y poco ardiente verano

Un corto y poco ardiente verano

Que se logre la continuidad de la conducción en lo cotidiano es obra de un buen equipo de trabajo y de quien lo dirige. Ese es Insulza.



Arte propio de la política es reaccionar justo y a tiempo. Una de esas cosas que no se compra en la farmacia y que caracteriza a los estadistas y a los mejores líderes. Porque para cualquiera es posible una temporada de éxito en la vida pública. Tanto que puede llevar a confusiones al tomarse por permanente algo que es pasajero. Claro que estas nunca perduran por largo tiempo, y lo que no se debe al mérito sino a las circunstancias, pronto queda develado.

Se pueden trabajar bien los medios de comunicación, se puede realizar correctamente la tarea del día o llamar la atención por participar en algún acontecimiento. Y se obtiene un cuarto de hora de popularidad.
Pero algo bien distinto es mantener una línea de acciones consecuentes y mostrar con regularidad el uso acertado del criterio. Los políticos no se hacen en un día ni se lo juegan todo a una sola derrota o a la victoria del momento, al contrario, son los que más aprenden de sus errores y por eso lleva un tiempo que se formen.

Por esto, son de temer estos días en que en los principales puestos políticos quedan reemplazantes a cargo “del negocio”. Es el momento en que algunos quieren destacar, en pleno verano, aprovechando que se tienen los micrófonos a disposición. Mal momento para buscar protagonismo. Hasta ahora nadie ha logrado hacerse famoso en vacaciones y eso ha de ser por más de algo. Se puede decir que el mejor reemplazante es aquel que se ha notado menos y no al revés.

En lo que dice relación con las declaraciones, son varios los que han descubierto las enormes ventajas de no reaccionar a la primera y, en todo caso, en no sobre reaccionar, y, muy en particular cuando una coyuntura aparece como especialmente grave.

Lo ocurrido con la UDI con el caso Spiniak pasará a ser un ejemplo como para ser citado en los textos de estudio. No obstante tratarse de un partido con fama de conocer los secretos de la comunicación mediática, parte de su cúpula cayó en uno de esos errores garrafales que los lanzó en un tobogán de equivocaciones sucesivas.

La UDI reaccionó a la vieja usanza; es decir, intentado acallar un rumor golpeando fuerte al primero que asomara la cabeza. En ocasiones anteriores, todo volvía a “la calma” casi de inmediato. Pero más de algo ha cambiado en el último tiempo: hay una creciente disminución de los temas tabú en nuestra sociedad. Las personas se han acostumbrado a ver a sus líderes políticos, de opinión o de cualquier tipo, como a otras personas corrientes, que tienen la responsabilidad de informarles y darles cuenta de sus actos. ¡Hay de los que se creen con privilegios que los hace merecedores de tratos especiales!

Si revisamos los casos más conocidos de los últimos años, encontraremos que no hay un abuso de autoridad que haya dejado de significar un alto costo a quien incurre en esta falta. Pues lo propio le ocurrió a la UDI, porque después de su ataque “para amedrentar” se dio cuenta que no había intimidado a nadie. Peor aún, había atraído a los medios de comunicación como la miel a las abejas. De tener un problema había pasado a tener un abanico de ellos. Sin poder cambiar su actitud inicial, quedaba cada vez más fuera de contexto y le prodigaba diarios dolores de cabeza.

Pero, las lecciones se aprenden también por esta vía dolorosa. Finalmente los gremialistas lograron refrenar sus incontinentes verbales, lo que les permitió recuperar la calma y empezar a hablar cuando se debía y hasta donde se debía hablar.

Ahora se puede apreciar que, cuando ocurren novedades en los tribunales, como la llamada a declarar del diputado Girardi, casi no se encuentran declaraciones que no sean prudentes entre amigos y detractores. Cada cual espera poder pisar sobre terreno más seguro antes de comprometerse en una agresiva línea de acción.

Con tanto ejemplo reciente, a los reemplazantes de verano les debiera quedar claro que hay que acercarse a los micrófonos y a las cámaras con cierta prudencia. Por lo demás, este verano será corto. Enero tuvo cara de mes normal y marzo requerirá que se le prepare los últimos días del mes.

Pero que tendremos intentos de polémicas veraniegas, las tendremos. Es tanta la calma que los medios llegan a conmover en sus intentos de armar polémica de la nada. Estos son días en que lo “novedoso” es lo que dejó de ocurrir.

Como dijimos, sin duda el mejor reemplazo es el que no se nota. El que logra dar la continuidad y dirigir a un amplio equipo humano sin tropiezos. Por eso es tan importante para el gobierno la permanencia de José Miguel Insulza en el ministerio del Interior. Tal vez el mejor elogio que se puede hacer de él es que para nadie es tema cuando el Presidente sale del país. No porque “de lo mismo” sino porque en la práctica “es lo mismo”, es como si estuviera al haber alguien que lo representa con oficio. La casa está bien cuidada.

Que se logre la continuidad de la conducción en lo cotidiano es obra de un buen equipo de trabajo y de quien lo dirige. Ese es Insulza.

Ciertamente nadie es imprescindible. Pero hay mejores y peores momentos para dejar un cargo. Y entrar en un año electoral desordenando el “frente interno” es una de esas malas ideas en horas de insomnio.

Pero esta, como se ve, es típicamente una noticia de vacaciones. Se trata de algo que no ocurrió. Insulza no va a la OEA. La noticia es que no hay novedad. Algo que agradecen los que no quieren ver perturbado su descanso. Después de todo, se trata de un corto y poco ardiente verano.