viernes, marzo 27, 2009

Divide y reinaras: el viejo truco

Divide y reinaras: el viejo truco


“El todo es inferior a las partes”

En la derecha ya no se piensa en atacar a la Presidenta Bachelet y a su gobierno, sino lo que se busca es contraponer la figura de la mandataria a la evolución de la candidatura de Eduardo Frei. Desde luego, el cultivo de la cizaña no está exento de este comportamiento, pero es interesante ver y analizar los argumentos que se esgrimen.

Por supuesto que se trata de un propósito ya de por sí bastante extraño. Mirado desde la Concertación, lo que se necesita para ganar son tres cosas que no pueden estar ausentes: tener un gobierno exitoso dirigido por una mandataria ampliamente respaldada; mostrar una Concertación unida y disciplinada; y, presentar un candidato único que cuente con un comando ampliamente integrador.

Desde la perspectiva de centro izquierda, mientras más avances y logros se concreten en cada uno de estos tres aspectos, mejor resulta para el conjunto. Nada es automático y la popularidad o el reconocimiento en un aspecto no significa un inmediato contagio del resto, pero es evidente que un buen gobierno potencia la continuidad en el poder.

En ningún caso parece darse una lucha de intereses y de influencias. Simplemente no hay interesados en cultivar los celos recíprocos ni nada que se le parezca.

De allí la dudosa pertinencia de una perspectiva interesada en contraponer los buenos resultados de uno como perjudiciales para otro. Pero, de todas formas, vale la pena seguir la secuencia del argumento para ver a donde nos lleva.

Se puede constatar –se nos dice desde la oposición- que mientras Bachelet sube en las encuestas ocurre que Frei se estanca en su crecimiento, lo que se presenta como hechos relacionados. En seguida se señala que Frei creció con las bajadas de Lagos e Insulza, pero que esa tendencia ha ido disminuyendo.

¿Qué se deduce de esto en la oposición? ¡Que la culpa la tiene Bachelet! Ella se abría reencontrado con un ambiente colectivo similar al que le permitió ganar las elecciones presidenciales. La formula de la presidenta sería, algo así como mantenerse cercana y espontánea, simpática y amable, al mismo tiempo que se aleja de los conflictos de la Concertación y se focaliza en encarnar el buen manejo gubernamental de la crisis económica.

A raíz de este tipo de conducta –continua el análisis de derecha- estaría ocurriendo que los conflictos del oficialismo están siendo sobrellevados cada vez más por Frei. Ello, porque tendrá que involucrarse en la negociación parlamentaria, tendrá la responsabilidad de establecer una constitución pluralista del comando de campaña, y, deberá hacer frente a los debates valóricos y políticos del momento.

Además, nos dicen desde la derecha, sucede que Frei no es todavía el candidato único del conglomerado de centro izquierda, y no tiene aún ordenada a la Concertación tras su candidatura. Esto, por cierto, lo pone en desventaja ante Piñera.

Por otra parte, y volviendo a la comparación con Bachelet, el manejo económico está favoreciendo a la mandataria, pero no así a Frei, puesto que se nos dice, el buen manejo actual contrasta con el que se tuvo en la administración del ex presidente, que lo llevó a una elevada desaprobación al final de su período.

Por lo anterior, la derecha se receta a sí misma el hacer más selectivos sus ataques de hoy en adelante. A partir de ahora, las embestidas de la oposición no se dirigirán contra Bachelet sino contra sus colaboradores y respecto de políticas específicas.

Hasta aquí el enfoque que nos llega desde la oposición.

Cada cual en lo suyo

Desde luego, se entiende cual es la intención del análisis descrito pero, sin embargo, no se puede decir que estemos ante un intento demasiado elaborado ni ante una trampa particularmente efectiva.

Siguiendo la secuencia de los argumentos tal cual se han presentado, hay que partir diciendo que la evolución de la candidatura de Frei no se relaciona en forma directa con el apoyo obtenido por Bachelet. Más bien, se relaciona con el número de competidores que encuentra dentro de su misma coalición.

En efecto, hace unos meses cuando había varios candidatos bien posicionados en el oficialismo, nadie parecía despegar de un modo incontrarrestable. Lo que la opinión pública veía era que aún no se despejaba el tema del abanderado y no se pronunciaba de manera rotunda por alguno de ellos.

Tras la bajada de Alvear, Lagos e Insulza, Frei subió por la absorción del apoyo de los otros. Pero cuando reaparece la competencia interna este proceso se detiene. De modo que la Concertación crece por confluencia de voluntades, porque no es otra cosa que el pluralismo progresista que ha sabido superar diferencias y construir proyectos representativos y comunes. Mientras más unida, más fuerte.

Es redundante pero cierto decir que la Concertación solo existe y pesa cuando se “concierta”. Mientras eso no suceda visiblemente, Bachelet puede seguir concitando adhesión popular, pero esto no se podrá “contagiar” a otro líder. Y eso no sucederá hasta que una y solo una persona se establezca como polo aglutinante de toda la centro izquierda.

Las encuestas son muy significativas al respecto. Muestran que la competencia interna detiene el crecimiento electoral y solo produce un proceso de trasvasije de votos entre quienes ya están convencidos pero nada más. Se reparten de otra forma el mismo capital político inicial, pero sin lograr el crecimiento que permitiría ganar al verdadero contendor.

Más todavía, la Concertación tiene que evaluar en la versión inicial de primarias regionales, si los convocados incluye a un gran número de independientes e indecisos. Si no es así, si lo que pasa es que está movilizando al activo político más próximo a los partidos, entonces no está ampliando su apoyo. Se habrá estado relacionando con convencidos. Habrá descuidado a los que están dudosos, pero que no se quedarán eternamente en esa condición, y serán convencidos por aquellos que se hayan dedicado a hablarles.

En otras palabras, al inicio de abril, la centro izquierda tendrá que dar un golpe de timón y concentrarse en quienes definen la elección.

Dos líderes fieles a su estilo

Pero volviendo al discurso de derecha, hay que decir que es igualmente errónea la idea de que Bachelet está dejando los conflictos en manos de Frei, con lo cual lo estaría perjudicando. La Concertación está en un proceso de primarias que no es un conflicto en si mismo sino un procedimiento concordado para llegar a un solo candidato.

De hecho sería un despropósito que el gobierno se involucrara abiertamente en un proceso que dirigen los partidos y si no es bueno que las autoridades públicas incidan desde sus puestos, lo es todavía menos que lo haga la propia presidenta. Ni la definición parlamentaria ni la constitución del comando son cosas que le competan ni debieran serlo.

En cuanto al manejo de la crisis económica, las autoridades del área no han hecho más que hacer presente las ventajas que ha ido acumulando nuestro país, producto de un prolongado buen manejo de la economía. Se ha presentado lo que hacemos hoy como un buen resultado colectivo. Por si fuera poco, nadie duda que un candidato oficialista solo se impondrá en las urnas si la crisis es bien manejada.

El desafío no va por ninguno de los puntos que se señalan desde la derecha. En verdadero esfuerzo en la centro izquierda será conseguir la transferencia de apoyo entre los líderes con características de personalidad y trayectorias diferentes. Bachelet que se posiciono como una personalidad atrayente para quienes no estaban relacionados directamente con las dinámicas de los partidos, de allí expandió su influencia hacia el núcleo del poder político. En esta ocasión Frei tendrá que hacer el viaje inverso.

Pero estimo que esta transferencia se realiza con éxito. Al fin y al cabo se trata de dos personas auténticas, fieles a su propio estilo y a sus convicciones. No se trata de que se imiten sino de que sean coherentes con lo que son. El puente entre dos personas sinceras es siempre posible.

viernes, marzo 20, 2009

La adaptación al cambio

La adaptación al cambio

Víctor Maldonado

El ataque permanente y sin matices es del gusto de los partidarios a todo evento, pero suele alejar al ciudadano que busca decidir su conducta política. Para el que duda, es mejor un argumento que diez gritos.


La apuesta por la equivalencia

El cambio de gabinete sorprendió a la opinión pública pero no cabe duda que, una vez asimilado, ha tenido una buena recepción de parte de todos los sectores. Lo que había que decir sobre el desempeño y la evaluación de las personalidades salientes ya fue mencionado por la Presidenta Michelle Bachelet en la ceremonia de juramento de los que llegaban. No hay nada que agregar al respecto sin que resulte innecesario o contraproducente.

Los elogios y las críticas hay que hacérselas a un ministro mientras está en el cargo. Después es un ejercicio inútil o inoportuno. Pero sí se puede decir algo de provecho sobre las nuevas autoridades que asumen para intentar aclarar el significado de su llegada.

En ocasiones anteriores habíamos visto que los cambios de gabinete en el último año de administración tenían algo de rutinario y de lenta despedida. Cuando una figura conocida salía de la un ministerio, le tocaba asumir al segundo en la línea. Con ello se dejaba de manifiesto que lo que se pretendía era la continuidad por sobre una apuesta por personajes de alto perfil, que ni querían ni se veía propósito a que llegaran.

No es éste el caso. Asumen personajes de reconocido prestigio y mérito equivalente al de sus antecesores en áreas clave. Llegan a sus cargos, además, con la ventaja de no tener que arrastrar con el inevitable desgaste que lleva el ejercicio del puesto en períodos de intensas y frecuentes tensiones.

En estos días se ha discutido mucho sobre la pertinencia e implicancia de nombrar a una diputada en ejercicio como parte del gabinete, e igual suerte ha corrido la nominación partidaria de su reemplazante.

Pero, a lo menos, se concordará en que es más que claro que la Presidenta Bachelet sabía exactamente lo que quería al tomar la decisión. Y que si aceptó las variadas polémicas por el paso que daba, era porque valía la pena. ¡Qué lejos parecen ahora los días en que se la acusaba de falta de liderazgo y de dificultades al momento de tener que tomar decisiones!

Para completar el cuadro, hay que decir como nota característica de los recién llegados que son personas acostumbradas al trabajo en equipo, con capacidad de integrar en las tareas que se les encomiendan y que, a su vez, en otras ocasiones se han mostrado capaces de integrarse con el resto en tareas comunes de importancia.

Los pasteles del pastelero

Cada cual llega a un ámbito que conoce muy bien, por lo que el período de aclimatación se puede ver reducido al mínimo. Por lo anterior, y sin que ello implique ningún juicio sobre los antecesores, me parece que en la etapa que se abre, las nuevas figuras del gabinete representan un claro reforzamiento de la primera línea de Gobierno.

Queda también en evidencia que el Gobierno ha decidido hacer frente al año electoral centrándose en un rol más propio.

La polémica de trinchera quedará ligada al desarrollo de la campaña. Los ataques serán contestados como corresponde, pero los conflictos no serán buscados por resultar atractivos en sí mismos.

Esto puede entenderse a la perfección. El oficialismo no puede caer en el permanente error de la derecha de responder con dureza a cuanta iniciativa se le presente por delante.

El ataque permanente y sin matices es del gusto de los partidarios a todo evento, pero suele alejar al ciudadano que busca decidir su conducta política. Para el que duda, es mejor un argumento que diez gritos, y este año el que duda es la niña bonita de la fiesta, porque es él o ella quien define la suerte de los que compiten por el favor popular.

Según los indicios a disposición, lo que la administración Bachelet va a sostener y defender serán los compromisos asumidos en el programa, los que se sumaron durante la gestión y aquéllos destinados a enfrentar la crisis. Al parecer, el acento está más en construir que en polemizar, pero mostrando firmeza cada vez que se quiera poner en duda la eficiente ejecución de sus tareas.

Se puede decir que, desde ahora, un cierto estilo presidencial que combina cercanía, asertividad y mesura puede encontrar réplica en un tono en el equipo de Gobierno. Con ello, los resultados pueden ser notables.

Desde ya es evidente que la oposición tendrá que adaptarse a las nuevas condiciones. De hecho, en la Alianza no pueden seguir dándose el lujo de mantener actuaciones tan descuidadas en sus principales figuras partidarias.

Puede que la derecha disponga de mucha información de encuestas, pero lo que es seguro es que no la está procesando de una manera medianamente aceptable. La oposición está acostumbrada a planificar sus pasos mientras golpea. Pero hay veces en las que golpea más rápido de lo que piensa colectivamente. Eso se nota.

No vamos a la pelea, vamos al debate

La inercia mental en este sector es enorme. Lleva tanto tiempo polemizando y cuestionando las iniciativas de Gobierno que no ha estado prestando suficiente atención a la reacción ciudadana.

La completa disparidad de reacciones entre beneficiarios de la entrega de computadores a escolares modestos de buen rendimiento académico, y lo que dijo la derecha sobre este suceso, ha establecido la diferencia más grosera hasta el momento. Pero no es que se tenga un error episódico, es que aún no sabe qué hacer con un Gobierno potenciado, centrado en las prioridades ciudadanas y que consigue mayor respaldo popular.

Pero éste no es el único caso ni el más importante. Lo más notable e ilustrativo de la situación interna de la derecha ha sido su zigzagueante reacción ante la puesta en debate del aborto terapéutico.

La primera respuesta muestra a las claras el predominio de los tácticos en la campaña opositora. Primero se la presentó como el sacrificio de los principios a las ventajas políticas en el caso Frei; luego, el candidato de RN se presentó como un defensor de la vida; otros se acoplaron al intento de cambiar un debate por una conveniente mordaza colectiva, para terminar alabando las virtudes del debate luego que las declaraciones del obispo Goic dejaran sin piso el despacho demasiado burdo de un tema por demás complejo. Da la idea de un grupo llevado por el debate según el favor del viento antes que un equipo que sabe bien en lo que cree. Pareciera que, más allá del marketing, al momento de las definiciones de fondo empiezan las dificultades. Ésta es una veta que no hay que dejar de explorar.

El gran problema de la derecha es que no está acostumbrada a ser exigida en el debate. Está acostumbrada a atacar, no al diálogo continuo y renovado. Por eso es capaz de caer tan fácilmente en el fundamentalismo. Confunde lo ético con lo estático. Estima que la falta de flexibilidad es una virtud. Cree que considerar la realidad tal como se vive es caer en la inconsecuencia y por eso son tantos los que no viven como piensan ni piensan como viven (aunque no por ello dejan de predicar a los demás cómo han de comportarse).

Por eso pienso que a nuestro país le convendría entrar en un debate valórico de fondo. Tal vez importe menos quién gane una elección como que todos vivamos con algo más de sinceridad. Sin embargo, no pareciera que ambas cosas estén muy disociadas. Quizá quien mejor sintonice con el Chile real y con nuestros compatriotas de carne y hueso, no esté tampoco muy lejos de representar a una mayoría ciudadana.

viernes, marzo 13, 2009

La importancia de ser indeciso

La importancia de ser indeciso

Víctor Maldonado

Lo que hay que establecer es si el tipo de proceso en que se ha embarcado la Concertación potencia o no sus posibilidades presidenciales en relación a Piñera. Yo me atrevería a adelantar que los efectos no serán del todo positivos.


Datos e interpretaciones

Que la campaña presidencial está recién entrando en su etapa decisiva queda demostrado por el centro de atención de toda la dirigencia política. En efecto, lo que buscan los comandos de campaña (en especial el de derecha, que lleva más tiempo constituido y ya tiene su ordenamiento definitivo) es convencer de su interpretación de la realidad política nada menos que a sus adversarios.

En otras palabras, lo que se quiere lograr -al momento de empezar la competencia- es que el otro llegue a creer que está perdiendo.

De más estará decir que si tantos recursos políticos y comunicacionales se han dedicado a esta tarea de convencimiento, es porque la competencia dista mucho de estar decidida. Lo que se está buscando es convencer al oponente de que no realice su mejor empeño, puesto que, si lo hace, tiene abiertas las posibilidades de ganar.

Por lo anterior, se ha estado compitiendo -en el terreno de las ideas- para pasar con rapidez de los datos conocidos a asumir una interpretación interesada que elimina la posibilidad de aceptar que nos espera una competencia estrecha, difícil de pronosticar desde ya.

De este modo, se sabe que la Presidenta Michelle Bachelet tiene -hoy por hoy- un apoyo mayoritario. Por otra parte, Sebastián Piñera sigue siendo el candidato que acumula mayor intención de voto. Esto quiere decir que parte de las personas que quieren votar por el candidato de la derecha respaldan de manera simultánea a la Mandataria de centroizquierda.

Contando con estos datos, algunos análisis de oposición sancionan que el buen momento del Ejecutivo no afecta la evolución de campaña presidencial, y que se mueven por carriles independientes y sin conexiones mutuas. Esta rápida conclusión es demasiado apresurada. Lo que importa no son los datos aislados, sino la tendencia que muestran.

Según las últimas encuestas, las personas que han estado indecisas o que apoyaban al candidato de derecha están encontrando ahora motivos para respaldar a Bachelet, líder de la Concertación, algo que no hacían antes.

Esto quiere decir que es la coalición de Gobierno la que está ganando terreno (ahora hay más personas que apoyan a Bachelet), aunque todavía ello no tiene efecto directo en la competencia presidencial. Pero nada evita, por anticipado, que ello pueda llegar a ocurrir en el futuro cercano, dependiendo del buen desempeño que tenga el Gobierno en los meses que siguen.

Aun así, nada hay hasta ahora de definitivo. En realidad, una parte importante de los indecisos ha estado oscilando de un tiempo a esta parte entre respaldar a la Concertación o a la Alianza. Y la elección municipal del año pasado muestra que se pueden dar las más variadas combinaciones.

Las primarias son regionales

En medio de este escenario incierto, la coalición de Gobierno se ha embarcado en la implementación de primarias regionales. ¿Qué efecto tendrá este proceso en la competencia principal?

Han comenzado a ser publicadas las primeras aproximaciones al desarrollo de las primarias de la Concertación en las regiones VI y VII (una forma numérica de referirse a las regiones que pronto entrará en desuso).

La información recopilada al momento dice que Eduardo Frei reúne una amplia ventaja en esta competencia. Pero los datos de los que se dispone no permiten despejar todas las incógnitas abiertas.

Ya hemos dicho en otras ocasiones que una competencia regional (limitada y al alcance de un esfuerzo de campaña más local y personalizada) se rige por reglas distintas de las competencias nacionales. En una campaña completamente adaptada a las condiciones del terreno y a lo local, es mucho más posible un buen resultado para el retador que para el competidor principal. Sobre todo considerando que ambos tienen objetivos diferentes.

Además, a este último se lo da como ganador por anticipado y eso siempre es malo en una competencia. Lo que sea que consiga como apoyo su contendor será considerado un resultado meritorio. Eso hace que éste tenga muchas razones para persistir y pocas para abandonar la competencia.

En realidad, puede que el único que tenga motivos para celebrar después de las primarias en dos regiones sea el senador José Antonio Gómez. Él se ha proyectado como figura nacional, ha tenido una fuerte exposición a los medios de comunicación y se ha instalado como un líder nacional. Todo esto es completamente legítimo.

Pero hay más cuentas que sacar que las personas, partidarias o de mediano plazo. Lo que hay que establecer es si el tipo de proceso en que se ha embarcado la Concertación potencia o no sus posibilidades presidenciales en relación a Piñera. Yo me atrevería a adelantar que los efectos no serán del todo positivos.

El único escenario en el que las noticias son buenas, en relación con la competencia por la derecha, es el de una masiva participación de electores, más allá del activo habitual de la Concertación. En cualquier otro caso, se obtiene poco en relación al desafío electoral de diciembre.

Si Frei gana por amplio margen, se dirá que era lo esperable. Si el resultado es más estrecho se dudará de su potencia electoral. Si participan miles de personas, igual se lo comparará con las primarias Lagos-Zaldívar para mostrar que, en realidad, son pocas.

Pero el punto central es todavía otro. Hemos visto que los comandos buscan convencer a los electores dando la imagen anticipada de triunfo. Esto quiere decir que están tratando de convencer electores indecisos, porque son ellos los que definen una elección presidencial o parlamentaria.

Si en las primarias de las regiones Sexta y Séptima se movilizan los convencidos y el entorno directo de la Concertación, se habrá hecho un gran esfuerzo que no se relaciona directamente con el grupo de electores que hace la diferencia entre ganar y perder. En este sentido específico (y sin restar ninguno de los méritos de las primarias) se habrá estado perdiendo el tiempo, y el tiempo no es algo que se puede perder este año.

Más política que números

Sin embargo, hay que decir que lo determinante en lo que se refiere a la centroizquierda no se relaciona con ningún número ni con el resultado electoral en las primarias. Lo decisivo será la respuesta política unitaria que se produzca inmediatamente de conocido el resultado.

Abril empieza con las primarias, pero ha de continuar con la constitución amplia y pluralista del comando, con los gestos de unidad de todos y cada uno de los partidos de la Concertación, con un acuerdo básico en materia parlamentaria y con el despliegue nacional de la campaña.

De haberse llegado a marzo con un candidato único, abril habría sido el mes en el que se afianzaría la opción en las encuestas. Ahora eso tendrá que esperar a mayo para empezar a definir una tendencia clara.

El abanderado concertacionista necesita, para iniciar su ascenso, que la Concertación como bloque político sea visible y actuante. Es un movimiento que va de dentro hacia fuera. La opción presidencial no crecerá hasta que no se dedique prioritariamente a la conquista de los indecisos, desencantados y ofendidos, que aún no definen qué hacer, pero que en algún momento se han hecho parte de un proyecto progresista y democrático para Chile.

Lo que hay que recordar es que no se avanza por la movilización de los ya convencidos, sino por el acercamiento a los indecisos. Todo lo demás es secundario.

viernes, marzo 06, 2009

El estancamiento como tema de campaña

El estancamiento como tema de campaña

Víctor Maldonado

Mientras el ex Presidente pueda alterar su actual condición (eso es lo que sucederá en las próximas semanas), tal como están las cosas las malas noticias son para el que está en la punta, pero sin poder resolver la competencia a su favor.


Cuando no se tienen buenas noticias

No hay que hacer de las campañas electorales una ocasión para engañarse a sí mismo. La derecha sabe perfectamente que Sebastián Piñera se ha estancado en las encuestas hace varios meses. Esto no tendría nada de malo si el punto donde se hubiera detenido en el apoyo le permitiera ganar la competencia. Pero no. Simplemente, está bien posicionado, es el candidato indiscutible de la derecha, tiene un apoyo indiscutible y aún con todo esto no gana.

La situación de la derecha hoy por hoy es fácil de describir: las apariencias señalan que se está muy bien, pero se teme no alcanzar la meta. No es innecesario tener información confidencial como para saber que, en el centro de la preocupación de la Alianza, está la necesidad de despejar a tiempo las primeras dudas sobre el triunfo presidencial. Algo que, no hace mucho, se daba por seguro.

De modo que está claro cómo es que en la campaña opositora han decidido enfrentar su difícil posición: establecer la idea de que quien se ha estancado en las encuestas es Eduardo Frei y no Piñera. Al menos que se instale la duda sobre las posibilidades del candidato de la Concertación, dejando en la cómoda posición de puntero al empresario RN.

Es un intento nada de tonto o inocente por cambiar el centro de atención. Es el uso razonable de una táctica que permite hacer de la falta de buenas noticias un buen diagnóstico de la situación actual. Pero, para mal de sus promotores, no es un intento que se sostenga mucho tiempo por sus propios pies.

La situación de ambos candidatos no es todavía comparable. Mientras Piñera es el abanderado proclamado y único de su sector, Frei es el candidato presidencial más perfilado, pero aún no es el candidato de toda la Concertación ni ha terminado el proceso interno que le permitiría competir exclusivamente con la derecha.

Pero mientras el ex Presidente pueda alterar su actual condición (eso es lo que sucederá en las próximas semanas), tal como están las cosas las malas noticias son para el que está en la punta, pero sin poder resolver la competencia a su favor.

Nunca se ha de perder de vista el modo cómo se desarrollarán las campañas presidenciales en el caso de la Alianza y la Concertación. En el primer caso, la estrategia se encuentra basada en la agregación, en el segundo caso la candidatura se potencia en el descarte. Esto vale la pena explicarlo.

Agregación y descarte

Hace mucho que Piñera no tiene competidor en su sector político, por tanto su esfuerzo se concentra en agregar base de apoyo. Tiene el justo convencimiento de que los partidos de derecha no bastan para darle suficiente amplitud a su campaña. Se trata de partidos ya tradicionales, que no despiertan entusiasmo ni amplían adhesión.

De allí que siempre sea inicialmente tan bien recibida una amplia gama de conversos, tránsfugas o figuras y figuritas que llegan con el discurso de que en la centroizquierda todo es desgaste y que con Piñera todo tiende a un dorado esplendor.

En la Concertación, el camino del triunfo va por otro lado. Cuando el oficialismo se dispersa o se diversifica en múltiples opciones, entonces se detiene o estanca la opción de su candidato principal.

Cabe recordar que fueron las renuncias a la opción presidencial de Soledad Alvear, Ricardo Lagos y José Miguel Insulza las que hicieron que Frei acortara distancia con Piñera. Ahora que la competencia interna vuelve a activarse en la coalición de Gobierno, su crecimiento se detiene.

Es el descarte progresivo de opiniones presidenciales lo que potencia al oficialismo, porque ello es -mirado por la opinión pública- sinónimo de espíritu de cuerpo, disciplina y orden interno. Estos aspectos fueron el sello de la coalición gobernante por mucho tiempo, y cuando se ve a la Concertación convergente y unida, empieza a obtener más reconocimiento ciudadano que su par de la derecha.

Está quedando claro que la realización de primarias tiene muchos aspectos positivos. Hacer que los ciudadanos de regiones se concentren en los aspirantes presidenciales y consiguen que los candidatos presidenciales se concentren en las regiones. Concitan interés. Obligan a especificar planteamientos. Pero no logran por sí mismas posicionar mejor a un abanderado, pareciera ser que esto únicamente empezará a ocurrir después que terminan las primarias y no durante su realización.

Es muy importante constatar que parte importante de la dedicación de la derecha no está concentrada en animar a sus adeptos, sino en lograr desanimar a los adherentes de la candidatura de la Concertación. Siempre habla a la centroizquierda tratando de hallar forados en los cuales instalar la duda. Así, por ejemplo, el senador de la UDI Andrés Chadwick declara con fingida preocupación: "Frei se frenó y tenemos que estar preparados por si se cuestiona su candidatura y vuelve Lagos".

Por donde se mire, lo que hace la derecha es centrar su atención en lo que hacen sus adversarios para intentar influirlos. Ésta es una demostración de que, librada a su propio esfuerzo, no logra el impulso necesario para ganar.

Las tres condiciones

Si de verdad la oposición creyera haber alcanzado una ventaja insuperable no estaría haciendo nada de esto. Estaría abocada a lograr la transición del mando más indolora posible. No emplearía el debate pequeño como una herramienta prioritaria. No tendría que hacer esfuerzos denodados por ser tomada en cuenta. No estaría más activa en el apoyo en la prensa que en la presencia en terreno. Pero nada de esto está ocurriendo, porque la competencia dista mucho de estar decidida.

La misma focalización de esfuerzo de la Alianza debería ser la mejor guía para la Concertación. Nadie dedica tanto a promover una interpretación interesada de los hechos a no ser que sea vital para sus intereses.

Aparte de la buena conducción que Frei consiga de su campaña, todo depende de la unidad de propósitos que alcance la Concertación y los logros y aciertos que obtenga el Gobierno.

Ninguno de estos aspectos puede fallar porque se condicionan entre sí. Sin una manifiesta sintonía con la acción de Gobierno, la candidatura de la Concertación no tiene posibilidad de triunfar. Tendrá que llegarse al candidato único sin fisuras y a tiempo para que la campaña pueda organizarse como es debido y para que los logros del oficialismo puedan ser representados por alguien.

¿Cuál es el cambio comprobado más significativo en lo que se refiere a apoyo popular? Por cierto que el creciente respaldo a la Presidenta y a su administración. Ambas cosas son importantes y pueden llegar a ser factores desequilibrantes.

El país ha entrado en la zona de mayor impacto de la crisis mundial, pero ha hallado en Bachelet un liderazgo consolidado para hacerle frente y el manejo de la crisis despierta seguridad y confianza.

De este dato no se puede prescindir. Una administración bien evaluada es una buena noticia para la Concertación, y lo será para su candidato.

El abanderado debe representar la mejor proyección de lo que se ha hecho bien, enmendar lo que la experiencia muestra como superable e innovar a partir de lo logrado. La confluencia permitirá cambiar las expectativas de triunfo, terreno subjetivo pero relevante donde la centroizquierda aún está en desventaja.


Qué suceda está en manos de la Concertación, no en las de los adversarios. No se debería cometer el error de la derecha, que busca ver verificado en el rostro de los demás las posibilidades que tiene de ganar.