viernes, marzo 13, 2009

La importancia de ser indeciso

La importancia de ser indeciso

Víctor Maldonado

Lo que hay que establecer es si el tipo de proceso en que se ha embarcado la Concertación potencia o no sus posibilidades presidenciales en relación a Piñera. Yo me atrevería a adelantar que los efectos no serán del todo positivos.


Datos e interpretaciones

Que la campaña presidencial está recién entrando en su etapa decisiva queda demostrado por el centro de atención de toda la dirigencia política. En efecto, lo que buscan los comandos de campaña (en especial el de derecha, que lleva más tiempo constituido y ya tiene su ordenamiento definitivo) es convencer de su interpretación de la realidad política nada menos que a sus adversarios.

En otras palabras, lo que se quiere lograr -al momento de empezar la competencia- es que el otro llegue a creer que está perdiendo.

De más estará decir que si tantos recursos políticos y comunicacionales se han dedicado a esta tarea de convencimiento, es porque la competencia dista mucho de estar decidida. Lo que se está buscando es convencer al oponente de que no realice su mejor empeño, puesto que, si lo hace, tiene abiertas las posibilidades de ganar.

Por lo anterior, se ha estado compitiendo -en el terreno de las ideas- para pasar con rapidez de los datos conocidos a asumir una interpretación interesada que elimina la posibilidad de aceptar que nos espera una competencia estrecha, difícil de pronosticar desde ya.

De este modo, se sabe que la Presidenta Michelle Bachelet tiene -hoy por hoy- un apoyo mayoritario. Por otra parte, Sebastián Piñera sigue siendo el candidato que acumula mayor intención de voto. Esto quiere decir que parte de las personas que quieren votar por el candidato de la derecha respaldan de manera simultánea a la Mandataria de centroizquierda.

Contando con estos datos, algunos análisis de oposición sancionan que el buen momento del Ejecutivo no afecta la evolución de campaña presidencial, y que se mueven por carriles independientes y sin conexiones mutuas. Esta rápida conclusión es demasiado apresurada. Lo que importa no son los datos aislados, sino la tendencia que muestran.

Según las últimas encuestas, las personas que han estado indecisas o que apoyaban al candidato de derecha están encontrando ahora motivos para respaldar a Bachelet, líder de la Concertación, algo que no hacían antes.

Esto quiere decir que es la coalición de Gobierno la que está ganando terreno (ahora hay más personas que apoyan a Bachelet), aunque todavía ello no tiene efecto directo en la competencia presidencial. Pero nada evita, por anticipado, que ello pueda llegar a ocurrir en el futuro cercano, dependiendo del buen desempeño que tenga el Gobierno en los meses que siguen.

Aun así, nada hay hasta ahora de definitivo. En realidad, una parte importante de los indecisos ha estado oscilando de un tiempo a esta parte entre respaldar a la Concertación o a la Alianza. Y la elección municipal del año pasado muestra que se pueden dar las más variadas combinaciones.

Las primarias son regionales

En medio de este escenario incierto, la coalición de Gobierno se ha embarcado en la implementación de primarias regionales. ¿Qué efecto tendrá este proceso en la competencia principal?

Han comenzado a ser publicadas las primeras aproximaciones al desarrollo de las primarias de la Concertación en las regiones VI y VII (una forma numérica de referirse a las regiones que pronto entrará en desuso).

La información recopilada al momento dice que Eduardo Frei reúne una amplia ventaja en esta competencia. Pero los datos de los que se dispone no permiten despejar todas las incógnitas abiertas.

Ya hemos dicho en otras ocasiones que una competencia regional (limitada y al alcance de un esfuerzo de campaña más local y personalizada) se rige por reglas distintas de las competencias nacionales. En una campaña completamente adaptada a las condiciones del terreno y a lo local, es mucho más posible un buen resultado para el retador que para el competidor principal. Sobre todo considerando que ambos tienen objetivos diferentes.

Además, a este último se lo da como ganador por anticipado y eso siempre es malo en una competencia. Lo que sea que consiga como apoyo su contendor será considerado un resultado meritorio. Eso hace que éste tenga muchas razones para persistir y pocas para abandonar la competencia.

En realidad, puede que el único que tenga motivos para celebrar después de las primarias en dos regiones sea el senador José Antonio Gómez. Él se ha proyectado como figura nacional, ha tenido una fuerte exposición a los medios de comunicación y se ha instalado como un líder nacional. Todo esto es completamente legítimo.

Pero hay más cuentas que sacar que las personas, partidarias o de mediano plazo. Lo que hay que establecer es si el tipo de proceso en que se ha embarcado la Concertación potencia o no sus posibilidades presidenciales en relación a Piñera. Yo me atrevería a adelantar que los efectos no serán del todo positivos.

El único escenario en el que las noticias son buenas, en relación con la competencia por la derecha, es el de una masiva participación de electores, más allá del activo habitual de la Concertación. En cualquier otro caso, se obtiene poco en relación al desafío electoral de diciembre.

Si Frei gana por amplio margen, se dirá que era lo esperable. Si el resultado es más estrecho se dudará de su potencia electoral. Si participan miles de personas, igual se lo comparará con las primarias Lagos-Zaldívar para mostrar que, en realidad, son pocas.

Pero el punto central es todavía otro. Hemos visto que los comandos buscan convencer a los electores dando la imagen anticipada de triunfo. Esto quiere decir que están tratando de convencer electores indecisos, porque son ellos los que definen una elección presidencial o parlamentaria.

Si en las primarias de las regiones Sexta y Séptima se movilizan los convencidos y el entorno directo de la Concertación, se habrá hecho un gran esfuerzo que no se relaciona directamente con el grupo de electores que hace la diferencia entre ganar y perder. En este sentido específico (y sin restar ninguno de los méritos de las primarias) se habrá estado perdiendo el tiempo, y el tiempo no es algo que se puede perder este año.

Más política que números

Sin embargo, hay que decir que lo determinante en lo que se refiere a la centroizquierda no se relaciona con ningún número ni con el resultado electoral en las primarias. Lo decisivo será la respuesta política unitaria que se produzca inmediatamente de conocido el resultado.

Abril empieza con las primarias, pero ha de continuar con la constitución amplia y pluralista del comando, con los gestos de unidad de todos y cada uno de los partidos de la Concertación, con un acuerdo básico en materia parlamentaria y con el despliegue nacional de la campaña.

De haberse llegado a marzo con un candidato único, abril habría sido el mes en el que se afianzaría la opción en las encuestas. Ahora eso tendrá que esperar a mayo para empezar a definir una tendencia clara.

El abanderado concertacionista necesita, para iniciar su ascenso, que la Concertación como bloque político sea visible y actuante. Es un movimiento que va de dentro hacia fuera. La opción presidencial no crecerá hasta que no se dedique prioritariamente a la conquista de los indecisos, desencantados y ofendidos, que aún no definen qué hacer, pero que en algún momento se han hecho parte de un proyecto progresista y democrático para Chile.

Lo que hay que recordar es que no se avanza por la movilización de los ya convencidos, sino por el acercamiento a los indecisos. Todo lo demás es secundario.