viernes, febrero 13, 2009

La diferencia política en el inicio del año

La diferencia política en el inicio del año

La impresión es que Piñera se ve tentado a un paso fatal: organizar su campaña como le gustaría que lo vieran (carismático líder visionario), mucho más que sobre lo que en efecto es (inversionista exitoso y político bien conocido).

Víctor Maldonado


Los míos, los tuyos y los de nadie

La entrega, con bastante retraso, de la segunda parte de la encuesta CEP, con información de noviembre y diciembre pasados, nos permite disponer de un conjunto de información útil para el análisis.

Como no podía ser de otro modo, en el inicio del año, la preocupación por el empleo empieza a ganar gravitación entre los aspectos principales que concentran la opinión del público.

Al mismo tiempo, cada vez son más quienes constatan que la situación economía del país es mala o muy mala y que, probablemente, empeorará durante el presente año.

Mientras los problemas aumentan, el creciente desinterés por la política parece sufrir una detención y, de nuevo, se prestan oídos para saber qué se está haciendo y qué medidas se pueden adoptar para protegerse de la crisis.

Sin embargo, no existen mayores variaciones en la adhesión ciudadana a la tradicional división de derecha, centro e izquierda.

Como se sabe, lo usual es que el Gobierno sea el que atraiga el malestar social de la crisis. Pero no es esto lo que se ha podido comprobar, hasta ahora.

De hecho, el inicio del año encuentra al Ejecutivo con mayor aprobación que desaprobación, algo que no había ocurrido en dos años.

El núcleo de la mayor aprobación del Gobierno se concentra en las regiones, entre las mujeres y en quienes se identifican con la izquierda y la centroizquierda. En la encuesta CEP son, todavía, más los que desaprueban el manejo que hace de la economía el equipo de Gobierno.

El centro del descontento está en la Región Metropolitana, entre las mujeres y entre quienes se identifican con la derecha, la centroderecha y, en menor medida, entre los independientes.

Respecto del oficialismo, las opiniones están divididas. "En general", se opina que el Gobierno actúa con debilidad y sin destreza ante las presiones de instituciones, grupos y personas.

Pero los mismos opinan que la Presidenta Bachelet "da confianza" aunque la ven más lejana que en otro tiempo. Lo que no despierta duda es la oposición.

Simplemente, se desaprueba el modo en que desarrolla su labor de una manera rotunda. La situación es bastante mala para la derecha, puesto que quienes la desaprueban se concentran en regiones, casi es rechazada por igual entre hombres y mujeres, y genera resistencia en los encuestados de todas las posiciones políticas.

De momios y momias

Incluso entre los que se identifican con la derecha o la centroderecha son casi tantas las opiniones favorables como desfavorables.

Semejante estado de postración política es difícil de encontrar, mucho menos por tiempo prolongado, pero es precisamente lo que le ocurre a la derecha. Durante el Gobierno de Bachelet ha pasado de todo.

El oficialismo ha tenido momentos buenos y malos. La economía ha experimentado subidas y bajadas. A momentos de efervescencia social le han sucedido otros de tranquilidad.

La Concertación ha estado desordenada, muy desordenada y ahora último ha ido recuperando la compostura. La única que no experimenta cambios es la valoración pública de la actuación de la Alianza.

En tres años ha seguido donde mismo. Igualmente olvidada, ordinariamente destemplada sin alterar a nadie, agitando la superficie sin conseguir nada en el fondo. Tiene el biorritmo de una momia y eso no es precisamente bueno cuando se inicia una campaña presidencial.

La derecha es un sector político que vive del oxígeno que le administra a diario la prensa de derecha. Pero a nivel de la vida cotidiana de la gente tiene una presencia que va entre poca y ninguna.

Éste es sólo un factor a considerar, pero es uno al que se le da poca atención desde el oficialismo.

Lo que dicen los datos es que la realidad mediática flota sobre cierta falta de conexión con la realidad cotidiana; dicen que la Concertación dispone de una pequeña ventaja respecto de su contraparte; que el Gobierno puede salir bien parado del enfrentamiento de la crisis internacional y que, en la derecha, el candidato de la Alianza se afirma sobre el feble piso que le prestan dos partidos mal valorados y peor evaluados.

Nos dicen los datos, además, que la política les importa a las personas por el lado de las soluciones palpables, más que por el de los puros planteamientos.

No hay apasionamientos previos desatados, lo que hay es interés según se logre o no una vinculación con los intereses vitales existentes.

En el inicio del año político estos datos, o más bien, la realidad política a la que hacen referencia, comenzarán a mostrar su peso. Así, por ejemplo, el candidato de la Alianza dará inicio a una gira nacional en que tratará de empalmar con las lecciones aprendidas en la afamada campaña de Obama en Estados Unidos.

¿Habrá que decir que se tratará de un itinerario planificado para la aparición televisiva; es decir, de concurrencia moderada y amplio despliegue en los medios?

¿Habrá que decir que nada de esto tiene nada que ver con una campaña que siempre fue creciendo de la mano del entusiasmo desinteresado, cívico y popular que vimos en el triunfo demócrata que impuso el talento sobre el prejuicio?

Habrá que esperar un poco para saber a qué atenerse. Pero la impresión es que Piñera se ve tentado de dar un paso fatal: el organizar su campaña tal cual le gustaría que los demás lo vieran (un carismático líder visionario), mucho más que sobre lo que efectivamente es (un inversionista exitoso y un político ya bien conocido).

Cosechando lo que se siembra

Mientras, el Gobierno seguirá en lo suyo, habiendo decidido su rumbo hace tiempo y confiando en una ejecución eficiente de un plan bien recibido al momento de su formulación.

De allí que el desplazamiento por el territorio tenga el sentido de verificar el cumplimiento de tareas y de estados de avance. Por eso serán de alto impacto local y de poca vistosidad mediática.

Pero a la larga, muchos y frecuentes impactos locales hacen un efecto nacional. Más que el método escogido, lo que importa es la consistencia que se aplique al esfuerzo desplegado.

El Gobierno habla de lo que hace mucho más que hablar sobre lo que opina. No especula, construye; no analiza, invierte; no proyecta, ejecuta.

De allí su gran ventaja, puesto que está manos a la obra en momentos que lo que se necesita es un salvamento y no una teoría sobre los incendios. En todo caso, los posicionamientos iniciales son sólo eso. Ventajas y desventajas que se puede aprovechar bien o mal. Señalan dónde estamos, pero no dónde llegaremos.

No sabemos cómo se ha de definir la disputa que se encuentra en el inicio de la competencia en regla. Pero sí sabemos quiénes serán los que terminen por definir la elección.

Sin duda, la diferencia la pondrán las mujeres, lo que ocurra en la Región Metropolitana y en la evaluación que hagan quienes estén recibiendo más fuertemente el impacto de la crisis.

De momento, la simplificación del mapa de presidenciables en la Concertación hace que su opción electoral vaya camino a personalizarse.

El proceso ya va a mitad de camino. Pero ha tenido por virtud mostrar visiblemente que no es lo mismo enfrentar a la Concertación sin candidato definido que teniendo uno.

Cuando este proceso se complete entraremos a la etapa definitoria. Por ahora tenemos una opción de Gobierno en ejercicio sin un abanderado conocido, y otro bien conocido que no ha especificado aún su opción de Gobierno.

Aún faltan piezas en este rompecabezas.