En la tierra de las oportunidades
En la tierra de las oportunidades
Víctor Maldonado
El hecho de que la disparidad de fuerzas sea evidente no justifica que el candidato con más opción se pierda en el exceso de confianza; menos aún tratándose de una persona que ha demostrado que se puede ir de menos a más.
Sin ponerse pesados, por favor
Parece la obviedad misma, pero en estos días hay que partir de la base de que este es un país que quiere aprovechar al máximo las vacaciones. Es decir, que está compuesto por gente normal.
El efecto de este hecho colectivo de lo más humano es que, aunque nadie desconoce las dificultades que le aguardan a la vuelta del paréntesis veraniego, nadie desea tampoco que se lo recuerden a cada paso.
Causa extrañeza entre quienes se dedican a las encuestas que no pareciera que -hasta ahora- se tenga una conciencia muy amplia del impacto inevitable que se aproxima por la crisis económica mundial.
No debería extrañar tanto. Es tan evidente lo que viene, como inútil desperdiciar la única oportunidad que muchos tienen para descansar. Por eso, la política en vacaciones no puede ser la misma que la que se practica en un período ordinario ni ha de enfocarse con mentalidad rutinaria.
No son estas semanas para ponerse pesados. Con todo, hay un tema que se abre paso desde la política entre la distracción del estío. Y es que se ha convocado a primarias regionales en la Concertación y esto empieza a prepararse desde ahora. Una convocatoria tan amplia sin duda llama la atención.
Estimo, sin embargo, que en el tema de las primarias se ha cometido un error tanto político como comunicacional. De hecho, la Concertación se ha dedicado a hablar más de sus costos que de la iniciativa misma.
Lo que muchos parecen pensar, y no pocos dicen, es que sería mejor evitarse todo trámite y proclamar de inmediato a Eduardo Frei, que ya ha acumulado un impresionante número de apoyos individuales e institucionales.
Pero sería sumamente extraño que las cosas discurrieran de un modo tan fácil y sencillo. No me parece factible que, inmediatamente después de inscribirse como candidato, uno de los firmantes se dé cuenta súbitamente de que la suya fue una ocurrencia momentánea, se disculpe, sonría al público y haga mutis por el foro. No va a ser esto lo que ocurra, desde luego. Y más vale que todos se hagan a la idea.
Las dudas que se pudieran tener se despejan cuando uno se da cuenta de que no todos los actores tienen los mismos objetivos cuando se participa de un proceso de consulta ciudadana.
Para nadie es un misterio quién será escogido como candidato. Sin embargo, esta no es la única incógnita por despejar, sobre todo si se está pensando a más de cuatro años plazo.
Cuando se reparte más de un premio
En efecto, está claro que los partidos tienen bien delimitados sus liderazgos internos. No obstante, constituye una auténtica incertidumbre saber cuáles son los líderes concertacionistas que cruzan las barreras partidarias y se constituyen como puntos de referencia compartidos.
Por cierto, en esa categoría se encuentran los ex presidentes de la república. Pero, si pensamos más allá del próximo compromiso electoral (con sus primeros actores ya escogidos para salir a escena), ¿dónde están los liderazgos emergentes de reemplazo?
Habrá que reconocer que la Concertación ha dejado esta asignatura pendiente por un tiempo demasiado prolongado. De allí que los falsos postulantes a líderes (es decir los que se especializan en asegurar el Apocalipsis próximo y encuentran un gusto especial en expandir el desánimo) se hayan podido sentir a sus anchas por un largo período.
No obstante, ya no se puede aguardar por más tiempo. La tendencia a la diáspora y el relajo de la disciplina, así como los incentivos para romper los conglomerados dejan a las claras que hay una etapa que se agotó y que se ha dado inicio a un nuevo ciclo que exige más rostros presentes que aquellos a los que estamos acostumbrados.
Sigo pensando que la forma como se ha dado la competencia en la Concertación hasta ahora es una clara demostración de un desfase entre los requerimientos que exigía el escenario actual y la actitud de quienes tenían mejor opción.
Por lo general, lo que caracteriza un período de alto dinamismo político es la capacidad de los dirigentes nacionales de ir al encuentro de la gente, rompiendo barreras y los comportamientos demasiado acartonados.
No fue así en este caso. Llegó un momento en que se tenía la impresión de que lo que algunos aspirantes buscaban era que se produjera un movimiento exactamente inverso: que fuera la gente la que se moviera hacia ellos, o que los partidos se movilizaran a su encuentro, obligados por una combinación de temor, de falta de alternativas y por la presión popular. De más está decir que nada de esto se produjo, porque la política no está resultando ser tan atractiva como para cambiar una primaria (proceso de consulta ciudadana) por una procesión (visita de notables a la casa de otro notable). Pero, como sea, eso ya pertenece al pasado.
Ojo con las reglas del juego
Lo que está en juego no es sólo escoger un abanderado, sino la definición de los pesos específicos del conjunto de los liderazgos.
Es ahora cuando la idea de reconcursar procurando obtener respaldo ciudadano se convierte en una motivación central entre los más despiertos. De más estará decir que, respecto de este propósito, la envergadura de la organización partidaria a la que se pertenece no es lo definitorio. Antes bien, resultarán decisivas las cualidades mediáticas de un dirigente y lo acertado que resulte el desempeño en campaña, según las reglas del juego que se estén efectivamente aplicando.
Aquí es donde no se ha de pasar por alto un dato sumamente importante. El hecho de que la Concertación disponga de una candidatura presidencial ya bien asentada no permite dar por concluido el capítulo y pasar a otra cosa. Esta es sólo una parte de los elementos significativos.
El otro aspecto importante es que primarias regionales hace posible que electorados relativamente acotados sean sensibles al contacto directo y la presencia en terreno de buenos candidatos. Un buen desplazamiento y una presencia activa aseguran una adhesión respetable y significativa. Cuando se da un ganador por anticipado, siempre sorprende la cantidad de votos que saca su contendor.
En otras palabras, mientras se mantengan las actuales reglas del juego definidas por la Concertación, lo que tenemos entre manos no es un mero trámite, sino una auténtica competencia.
El hecho de que la disparidad de fuerzas sea evidente, no justifica que el candidato con más opción se pierda en el exceso de confianza; menos aún tratándose de una persona que ha demostrado que se puede ir de menos a más, contra todas las expectativas iniciales.
De hecho, Frei no debería confiarse en absoluto, ni en este caso ni en ningún otro. Como se sabe, las virtudes suelen coincidir con los defectos, si no se los regula a tiempo.
El ex Presidente ha mostrado un tesón y constancia reconocidos hasta por sus adversarios. Su seguridad en sí mismo es notable. Esa convicción básica la ha sabido transmitir a su equipo de colaboradores más cercano, aun en los momentos menos rutilantes.
Pero eso no quita que su peor momento en el pasado fuera aquel en el que proclamó su intención de convertirse en "protagonista del futuro", es decir, un propósito más bien personal y de convocatoria restringida. No deja de ser significativo que le haya empezado a ir mejor cuando dejó esa fraseología y se abocó a los principales temas nacionales.
Por cierto, la confianza en sí mismo y un desarrollado sentido de la oportunidad no bastan para alcanzar la presidencia. También se requiere una amplia capacidad de convocatoria y mantener la capacidad de sintonizar con la mayoría del país. En otras palabras, va haber que agrandar la casa.
De momento, en la tierra de las oportunidades lo que reina es la competencia.
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