Vidas nada de paralelas
Vidas nada de paralelas
Víctor Maldonado
Sebastián Piñera siempre aparece rodeado de gente y, sin embargo, nadie pareciera ser demasiado importante. Su entorno visible es estrictamente político o, en su defecto, se relacionan con los centros de investigación más adaptados.
Hay una gran diferencia entre la estrategia electoral de la candidatura de derecha y la que está siguiendo la más perfilada de las campañas presidenciales de la Concertación.
En el primer caso, las últimas actuaciones de sus personeros se han centrado en atacar la credibilidad de la candidatura de Eduardo Frei. En el segundo caso se están realizando eventos públicos en los que queda de manifiesto la consolidación de una base política de apoyo, y la capacidad de elaborar propuestas apoyadas por sectores sociales representativos.
De más estará decir que la primera es una actuación eminentemente reactiva y la segunda es la apropiada para ir acortando terreno con la -todavía- mejor posicionada candidatura opositora.
Se está mostrando, también, una diferencia adicional. Sebastián Piñera siempre aparece rodeado de gente y, sin embargo, nadie pareciera ser demasiado importante. Su entorno visible es estrictamente político o, en su defecto, se relacionan con los centros de investigación más adaptados al apoyo cotidiano a RN o la UDI. Es, si se quiere, un entorno tradicional y poco variado.
En la derecha, la imagen de una oferta innovadora para Chile está a cargo de los mismos de siempre, proponiendo lo mismo que ya les conocemos.
Éste ha sido, hasta ahora, el costo que se tiene que pagar para mantener los equilibrios, así esperan dar la sensación de que las cosas han empezado a ser distintas. Es decir que, por primera vez, se pueda dar la impresión de que la derecha se presenta ampliando su base de apoyo.
En realidad, lo que se está presentando es una poco variada colección de odres viejos para un supuesto vino nuevo.
Lo que tenemos al frente no tiene nada que ver con este juego en que cuenta más la imagen que la transformación real. Lo que se está realizando es un proceso de construcción política, de procesamiento lento y complejo, que permite pensar en un auténtico nuevo comienzo.
Algunos consideran que de una figura tradicional de la política es poco probable que se pueda esperar ningún proceso innovativo. Pero lo que terminará por ocurrir será precisamente lo contrario, y es bueno tener una idea de cómo ocurrirá algo semejante.
En busca del complemento perfecto
Nadie que ya ha sido Presidente puede presentarse a sí mismo como "la novedad del año". Pero sí puede presentarse como quien entiende e interpreta la necesidad de los tiempos que vienen.
Cada candidato requiere de un complemento adecuado. El candidato que aporta experiencia busca la savia nueva que le otorga los nuevos rostros, rodearse de los que son como él no aporta para la transmisión del mensaje completo del país que se quiere construir. Ser y parecer han de tener una cierta correspondencia. Esto es algo que no está siendo logrado por la candidatura opositora, y en lo cual hay que proponerse superarla desde ya.
El secreto de una buena compaña es el de poner a cada uno en su sitio, conseguir el apoyo más amplio posible, evitar los roces y concitar la adhesión de la mayoría.
Por eso Frei necesita aglutinar y hacer muy visibles en su despliegue a las figuras que representan la posibilidad de renovar la política, dar nueva energía al desempeño de las tareas de gobierno y representar intereses ciudadanos que hasta ahora han ocupado un discreto segundo plano en la agenda nacional.
En otras palabras, no está para nada decidido quién termina por encarnar en esta campaña la mejor capacidad de llevar a Chile a una nueva etapa en su desarrollo. La posibilidad de dar "un salto" -como a tantos les gusta decir- no tiene por qué ser una característica atribuida a la derecha.
Partir de otorgarle a la derecha una ventaja en este sentido es tanto un error como una falla de diagnóstico. Representa una petición de principios asumida sin debate ni deliberación. Y para formarse un juicio es tan importante el candidato como la compañía de quienes lo rodean en lo cotidiano.
En una campaña como la que se aproxima, será muy importante la disciplina de los partidos. Ellos tienen un papel fundamental que cumplir, son quienes dan soporte a todo lo que se hace. Y, sin embargo, no deben rodear de tal manera al candidato que le inhabiliten el espacio que requiere para que se rodee de los ciudadanos de a pie que definen cualquier elección fundamental.
Para que esto ocurra, los líderes partidarios han de saber que su rol es vital, pero que no son lo único vital para asegurar el éxito.
A muchos les resulta extraño este planteamiento que pueden comprobar en lo cotidiano. Pero parece evidente que la derecha no ha aprovechado los últimos años para renovarse en personas e ideas. En este sentido, los primeros años de la transición democrática resultaron mucho más fructíferos que lo que hemos podido constatar en las últimas décadas.
Mucho más activo a este respecto se ha mostrado el gremialismo (que no es el pivote de la campaña de Piñera) y aún allí causa casi admiración que un diputado anuncie que no repostulará a su puesto.
Candidato sincero, campaña de verdad
Lo cierto es que la derecha no se ha regenerado a un ritmo lo suficientemente intenso. Durante el largo tiempo en el que la oposición se ha dedicado a mostrar las posibles falencias del oficialismo y a denostar sus errores, nunca ha tenido a la mano un espejo que muestre su imagen.
En términos de debate y del ejercicio de la crítica política, hay que reconocer que a la derecha le ha tocado fácil durante todo este tiempo. Está acostumbrada a "dar más que a recibir". Bien puede que este tiempo esté tocando a su término.
No ha de bastarle a nadie que un sector político afirme que lo hará mejor, sin pruebas y sin suficiente sustento.
Bien puede compararse lo que los opositores dicen con aquello que hacen en los territorios locales que hoy administran. Porque, si se dice que la seguridad ciudadana es muy importante y la delincuencia aumenta en su territorio, algo no está funcionando. O habla menos o logra más.
No se dice lo suficiente que la derecha ha reconocido durante todo este tiempo que carece de un proyecto país. Fácil es criticar, pero difícil es construir. La derecha trastabilla al proponer y han de ser sacados a la pizarra a exponer, más que a denostar.
Todos podemos ser llamados a mostrar coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos. Esto vale también para la oposición. Y si alguien dice que le interesa la promoción de la equidad, de la solidaridad y de la no discriminación, ha de poder explicar qué es lo que ha hecho hasta hoy en cada uno de estos ámbitos.
Pero no se ha de regalar la oportunidad de que se exista quien para decir lo que le viene en gana y no sea interrogado en ningún momento por su comportamiento efectivo.
Sabemos que si hay algo que no gusta ni se toleran los ciudadanos de hoy (aparte de los privilegios injustificados en quienes consideran dotados de poder), es la falta de autenticidad.
En la elección municipal se pudo ver muchos candidatos exitosos que tenían reconocidos defectos y deficiencias, pero que no los ocultaron, supieron hacerse perdonar y se mostraron como eran (fallas humanas incluidas).
Pero la impostura es fatal. La sonrisa falsa es detectada a poco andar. Pontificar moralidad sin respaldarlo en la vida privada, provoca irritación.
En definitiva, las campañas no son mágicas, muestran en buena forma al candidato que se tiene, pero no al candidato que se quisiera tener o que no se tiene.
Al final, lo que importa no son los trucos, el dinero o los asistentes o colaboradores. Lo que importa es la persona, y lo que, de verdad, lo mueve.
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