El estancamiento como tema de campaña
El estancamiento como tema de campaña
Víctor Maldonado
Mientras el ex Presidente pueda alterar su actual condición (eso es lo que sucederá en las próximas semanas), tal como están las cosas las malas noticias son para el que está en la punta, pero sin poder resolver la competencia a su favor.
Cuando no se tienen buenas noticias
No hay que hacer de las campañas electorales una ocasión para engañarse a sí mismo. La derecha sabe perfectamente que Sebastián Piñera se ha estancado en las encuestas hace varios meses. Esto no tendría nada de malo si el punto donde se hubiera detenido en el apoyo le permitiera ganar la competencia. Pero no. Simplemente, está bien posicionado, es el candidato indiscutible de la derecha, tiene un apoyo indiscutible y aún con todo esto no gana.
La situación de la derecha hoy por hoy es fácil de describir: las apariencias señalan que se está muy bien, pero se teme no alcanzar la meta. No es innecesario tener información confidencial como para saber que, en el centro de la preocupación de la Alianza, está la necesidad de despejar a tiempo las primeras dudas sobre el triunfo presidencial. Algo que, no hace mucho, se daba por seguro.
De modo que está claro cómo es que en la campaña opositora han decidido enfrentar su difícil posición: establecer la idea de que quien se ha estancado en las encuestas es Eduardo Frei y no Piñera. Al menos que se instale la duda sobre las posibilidades del candidato de la Concertación, dejando en la cómoda posición de puntero al empresario RN.
Es un intento nada de tonto o inocente por cambiar el centro de atención. Es el uso razonable de una táctica que permite hacer de la falta de buenas noticias un buen diagnóstico de la situación actual. Pero, para mal de sus promotores, no es un intento que se sostenga mucho tiempo por sus propios pies.
La situación de ambos candidatos no es todavía comparable. Mientras Piñera es el abanderado proclamado y único de su sector, Frei es el candidato presidencial más perfilado, pero aún no es el candidato de toda la Concertación ni ha terminado el proceso interno que le permitiría competir exclusivamente con la derecha.
Pero mientras el ex Presidente pueda alterar su actual condición (eso es lo que sucederá en las próximas semanas), tal como están las cosas las malas noticias son para el que está en la punta, pero sin poder resolver la competencia a su favor.
Nunca se ha de perder de vista el modo cómo se desarrollarán las campañas presidenciales en el caso de la Alianza y la Concertación. En el primer caso, la estrategia se encuentra basada en la agregación, en el segundo caso la candidatura se potencia en el descarte. Esto vale la pena explicarlo.
Agregación y descarte
Hace mucho que Piñera no tiene competidor en su sector político, por tanto su esfuerzo se concentra en agregar base de apoyo. Tiene el justo convencimiento de que los partidos de derecha no bastan para darle suficiente amplitud a su campaña. Se trata de partidos ya tradicionales, que no despiertan entusiasmo ni amplían adhesión.
De allí que siempre sea inicialmente tan bien recibida una amplia gama de conversos, tránsfugas o figuras y figuritas que llegan con el discurso de que en la centroizquierda todo es desgaste y que con Piñera todo tiende a un dorado esplendor.
En la Concertación, el camino del triunfo va por otro lado. Cuando el oficialismo se dispersa o se diversifica en múltiples opciones, entonces se detiene o estanca la opción de su candidato principal.
Cabe recordar que fueron las renuncias a la opción presidencial de Soledad Alvear, Ricardo Lagos y José Miguel Insulza las que hicieron que Frei acortara distancia con Piñera. Ahora que la competencia interna vuelve a activarse en la coalición de Gobierno, su crecimiento se detiene.
Es el descarte progresivo de opiniones presidenciales lo que potencia al oficialismo, porque ello es -mirado por la opinión pública- sinónimo de espíritu de cuerpo, disciplina y orden interno. Estos aspectos fueron el sello de la coalición gobernante por mucho tiempo, y cuando se ve a la Concertación convergente y unida, empieza a obtener más reconocimiento ciudadano que su par de la derecha.
Está quedando claro que la realización de primarias tiene muchos aspectos positivos. Hacer que los ciudadanos de regiones se concentren en los aspirantes presidenciales y consiguen que los candidatos presidenciales se concentren en las regiones. Concitan interés. Obligan a especificar planteamientos. Pero no logran por sí mismas posicionar mejor a un abanderado, pareciera ser que esto únicamente empezará a ocurrir después que terminan las primarias y no durante su realización.
Es muy importante constatar que parte importante de la dedicación de la derecha no está concentrada en animar a sus adeptos, sino en lograr desanimar a los adherentes de la candidatura de la Concertación. Siempre habla a la centroizquierda tratando de hallar forados en los cuales instalar la duda. Así, por ejemplo, el senador de la UDI Andrés Chadwick declara con fingida preocupación: "Frei se frenó y tenemos que estar preparados por si se cuestiona su candidatura y vuelve Lagos".
Por donde se mire, lo que hace la derecha es centrar su atención en lo que hacen sus adversarios para intentar influirlos. Ésta es una demostración de que, librada a su propio esfuerzo, no logra el impulso necesario para ganar.
Las tres condiciones
Si de verdad la oposición creyera haber alcanzado una ventaja insuperable no estaría haciendo nada de esto. Estaría abocada a lograr la transición del mando más indolora posible. No emplearía el debate pequeño como una herramienta prioritaria. No tendría que hacer esfuerzos denodados por ser tomada en cuenta. No estaría más activa en el apoyo en la prensa que en la presencia en terreno. Pero nada de esto está ocurriendo, porque la competencia dista mucho de estar decidida.
La misma focalización de esfuerzo de la Alianza debería ser la mejor guía para la Concertación. Nadie dedica tanto a promover una interpretación interesada de los hechos a no ser que sea vital para sus intereses.
Aparte de la buena conducción que Frei consiga de su campaña, todo depende de la unidad de propósitos que alcance la Concertación y los logros y aciertos que obtenga el Gobierno.
Ninguno de estos aspectos puede fallar porque se condicionan entre sí. Sin una manifiesta sintonía con la acción de Gobierno, la candidatura de la Concertación no tiene posibilidad de triunfar. Tendrá que llegarse al candidato único sin fisuras y a tiempo para que la campaña pueda organizarse como es debido y para que los logros del oficialismo puedan ser representados por alguien.
¿Cuál es el cambio comprobado más significativo en lo que se refiere a apoyo popular? Por cierto que el creciente respaldo a la Presidenta y a su administración. Ambas cosas son importantes y pueden llegar a ser factores desequilibrantes.
El país ha entrado en la zona de mayor impacto de la crisis mundial, pero ha hallado en Bachelet un liderazgo consolidado para hacerle frente y el manejo de la crisis despierta seguridad y confianza.
De este dato no se puede prescindir. Una administración bien evaluada es una buena noticia para la Concertación, y lo será para su candidato.
El abanderado debe representar la mejor proyección de lo que se ha hecho bien, enmendar lo que la experiencia muestra como superable e innovar a partir de lo logrado. La confluencia permitirá cambiar las expectativas de triunfo, terreno subjetivo pero relevante donde la centroizquierda aún está en desventaja.
Qué suceda está en manos de la Concertación, no en las de los adversarios. No se debería cometer el error de la derecha, que busca ver verificado en el rostro de los demás las posibilidades que tiene de ganar.
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