Lavín: muy entrenado pero poco votado
Lavín: muy entrenado pero poco votado
La derecha tiene la mala costumbre de reconocer los méritos en retrospectiva, no en el presente. Es un hábito que adquirió temprano en la transición. Es amplia la lista de catástrofes que la oposición anunció cuando la centroizquierda llegó al poder. Entre las relevantes están que la Concertación no sabría gobernar y la economía entraría en anarquía; que nos hundiríamos en presiones sociales; que no se mantendría el crecimiento porque se desconfiaba de los privados; que las diferencias entre los partidos se ampliarían hasta desintegrar al bloque.
¡Qué no ha dicho después sobre el mal manejo económico, el aislamiento internacional, la falta de inserción en el mundo, el fracaso de las políticas sociales, etc.! En cada uno, tras los éxitos, nunca ha reconocido el error. Pasa de la crítica al silencio y de allí a la crítica sobre la próxima catástrofe. Todo con igual desenfado. Lo afirmó de Lagos en sus primeros años. No dejó de compararlo con sus antecesores, afirmando que salía desfavorecido; lo dio por desahuciado y Lavín fue presentado en sus visitas internacionales como próximo Presidente.
Tiempo después, la derecha reconoce los méritos ajenos de un modo muy particular: “Antes lo hicieron bien, pero ahora no podrán repetir sus aciertos. Su mejor momento ya pasó”. Novedosa no es. De Frei dijo que no era Aylwin, de Lagos que Frei lo superaba. Ahora, que las candidatas no son Lagos. ¿Adivina qué dirá cuando el próximo gobierno esté por terminar? El que se deja guiar por las anticipaciones de la derecha se desorienta, porque trastoca el análisis de la realidad con la proyección de sus deseos y aspiraciones.
Suele ser más sincera cuando se descuida, como ha sucedido con el triunfo de José Miguel Insulza. Una alegría nacional pudo romper las barreras impuestas por la mezquindad. En la OEA ganó Insulza, pero se tendrá que reconocer que pudo ganar por la trayectoria limpia y responsable impresa a Chile por un prolongado tiempo. Se cosecha en prestigio una siembra de responsabilidad. Lo que le ha dado su actual reconocimiento es persistir en un camino y la disposición de enfrentar los nuevos desafíos. Un organismo internacional no se gana por chiripazo. No se altera una decisión de EE.UU. improvisando.
La herencia de la dictadura fue hacer de Chile un paria internacional. Hoy es un adelantado. Sin la Concertación no habría sido posible. Con Lavín en la Presidencia, hubiéramos sido discretos, sin la convocatoria ni la prestancia que exhibimos en el caso de la guerra de Irak. Seríamos menos y no más, ¿o no? Algunos se preguntan si vale la pena preocuparse de un organismo internacional que está como sabemos. Es una interrogante mal planteada. Acertado es preguntar si puede llegar a ser la institución que se requiere y si podemos hacerlo.
Lo que se expresa tan visiblemente en este episodio es perceptible en otros. La Concertación ha sido la que ha hecho la diferencia entre administrar los problemas y cambiar la envergadura del país. Hay un antes y un después de su paso por el poder. Al inicio de los ‘90, el país se planteaba superar la pobreza y la indigencia; hoy se concentra en lo intolerable de las diferencias entre ricos y pobres aun cuando todos progresen. ¿Otro país de América Latina ha cambiado tanto su problema básico?
Mostrando que la timidez no es su defecto, la derecha se presenta como la de las mejores soluciones y su candidato se considera más apto. ¿En qué se basa? La respuesta asombra: no en el apoyo popular. En el entorno de Lavín están contentos por el resultado del primer debate de las candidatas de la Concertación. Comparan el desempeño que atribuyen a su abanderado y encuentran un resultado halagüeño. La memoria es frágil. Lavín se equipara tras foros entrevistas y siete años como postulante, ante las candidatas en un debate inédito. Y encuentra que tiene más entrenamiento. Era que no.
Pero así no se miden los resultados. Para comparar, tiene que ser las candidatas presidenciales ante Lavín en iguales momentos. La memoria es frágil, pero existe. Se recordará que, en su oportunidad, no respondió ninguna de las exigencias que ahora impone a Alvear y Bachelet, sus adherentes se dieron por bien librados porque Lavín no había sido arrasado por su oponente. El tema no es si las candidatas llegaron sabiendo todo, sino cómo llegará una de ellas y luego de las primarias a polemizar con Lavín. La falta de entrenamiento, con entrenamiento y experiencia se quita. Lo que la aceptación popular niega, no se soluciona.
Tras el primer debate hay más ciudadanos interesados en las primarias. A los electores, el mensaje y el estilo de las candidatas les llegó. Cuando Lavín concurra a su primer debate -de su última candidatura, se entiende- ante su oponente, cerca de la mitad de los electores estará opinando que “de ninguna manera” votaría por él. Eso sí es un problema. Las candidatas aprenden rápido, son autocríticas y se saben en competencia. En pocos días están asimilando lo de Concepción. No se amilanan. Los que las juzgan superficialmente harán un papelón. Una cosa me parece segura, cuando este proceso termine, habrán demostrado que son de las que hacen la diferencia. Es esa la opción política que representan.
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