El prisionero, la sentencia y la venganza
El prisionero, la sentencia y la venganza
Con garra y entusiasmo
Nada más parecido a una sentencia. RN nos sorprende con su nuevo anuncio de apoyo decidido a la candidatura de Lavín.
Desde la salida de Piñera de su presidencia, este partido debe haber dado una media docena de declaraciones enfáticas de apoyo al abanderado, “con garra y entusiasmo”, como les gusta decir a sus dirigentes.
Esta escena se repetirá en las semanas que siguen. Aunque con tanto apoyo se obtenga precisamente lo contrario de lo que se declara. Y así la candidatura de Lavín rote en torno a un mismo círculo, sin avanzar. Cuando éste se desahoga diciendo “hagan lo que quieran”, muestra un estado de ánimo acorde con el momento en el que se encuentra: prisionero de una situación de la que solo sacan ventaja sus adversarios en la oposición.
El circuito en el que ha entrado el ex alcalde es francamente desesperanzador. RN lo proclama su candidato por amplio margen, en alguna de sus instancias oficiales. A la salida, las declaraciones más contundentes advierten que su candidatura va por mal camino y otros sentencian que, así como va, Lavín no podrá despegar. Preanuncian reveces próximos y una baja en las encuestas.
Y, claro, sucede que en las encuestas siguientes Lavín nuevamente baja. Todos dudan públicamente. Sugieren el cambio de candidato. Acuerdan reunirse para “analizar la situación y tomar una decisión definitiva”. Cuando se reúnen, llegan a las mismas conclusiones: no hay “agua en la piscina” para otra candidatura.
Mostrando un entusiasmo que no desentonaría en un funeral, RN llega nuevamente a la ratificación solemne de la candidatura de Lavín … y vuelta de nuevo a lo mismo.
A Tarzán se lo comieron los monos
La situación no solamente es incómoda para el supuesto abanderado y para la conducción partidaria de RN. Esta no puede aparecer cada cierto tiempo volviendo al punto de partida, y pensar que se está manteniendo el mínimo decoro. Cada vez más la dirección oficial se desdibuja, hasta hacer casi imposible el prestar atención a lo que dice. Con RN queda en evidencia que hay partidos a los que se les conduce mejor desde los lados que desde la directiva.
Llama la atención la torpeza y falta de tacto. Torpeza, porque cuando una candidatura sólo puede perder, es innecesario que quienes puedan reemplazarlo en el liderazgo anuncien lo mal que está. Falta de tacto, porque el procedimiento para tratar las diferencias solo puede agravarlas, dejando heridos, un reguero de resentimientos y el convencimiento que no hay un fin superior.
En la derecha no tratan de convencer; intentan imponerse. El comportamiento no ha tenido que ver con una diferencia entre formas de hacer política. Lo que los ha diferenciado es la fuerza que cada cual ha tenido en un determinado momento para tratar al otro como le gustaría.
El gremialismo bajó a Piñera de una campaña senatorial, mostrando una saña “sin medida ni clemencia”. Al parecer, ha llegado la hora de la venganza. No hay ninguna necesidad para ello. Más bien es contraproducente para quien lo lleve a cabo. Solo pueden perder todos con lo que hacen. Sin embargo, ahí los tenemos, degustando la lenta agonía que se les propina a los aliados. Esto no es política de estadista, sino práctica de matones con poder.
Mal por Chile. Otra fue la conducta de la derecha al inicio de la transición, como parte de quienes produjeron un patrimonio nacional de sensatez.
¿Qué se consigue con esto? Sólo que emigre el apoyo. En la experiencia cotidiana, está presente un cambio en su entorno familiar y entre sus conocidos. Personas “congénitamente” de derecha están más atraídas por lo que pase en las primarias de la Concertación que por su candidato.
Es sorprendente la vuelta de la política a la conversación cotidiana en las casas, los eventos sociales y todo tipo de lugares públicos.
Las candidatas interesan y la derecha aburre. Las candidatas incorporaron lo cotidiano por la puerta ancha de la política, por eso la política entró en lo cotidiano. Para que a uno le preocupe la derecha, tiene que estar interesado en la zoología o las historietas: tiene que importarle quién es Tarzán, quiénes los monos y quiénes las víboras. Todo esto en un grupo de gente que viene de apoyar a un gorila que tenía al país lleno de sapos. ¿A cuento de qué tanto animalito?
Hasta el menos perspicaz entiende la diferencia. La derecha vive una tragicomedia. A algunos los hará reír y a otros llorar. Pero lo cierto es que quienes causan estas reacciones no dan el ancho de lo que se les pide. Porque la mayor diferencia no se nota cuando se gana o cuando todo va bien, sino en cómo se enfrentan los problemas y las diferencias.
El gobierno de la una con la otra
La Concertación acaba de pasar por un episodio difícil. Su desarrollo fue rápido y su desenlace se produjo en cuestión de días. Todo en menos de una semana.
Inmediatamente después, la Concertación sorprende con el rápido cierre de una negociación exitosa. Un buen acuerdo es siempre algo a felicitar, pero un buen acuerdo conseguido a tiempo, es doblemente meritorio. Quienes lograron establecer las primarias con itinerario conocido, en un lapso prudencial y al gusto de ambas partes, han prestado un invaluable servicio al conglomerado oficialista.
En la Concertación no se trata únicamente de solucionar las diferencias en cuestión de días, con altura de miras, sin ofensa, sin rencores, sin mezquindades. Se trata de superarlos de manera que no siga penando, para permitir seguir ejerciendo el gobierno en coalición. No hay un gobierno socialista, PPD, radical y otro, en paralelo, del PDC. Así no funciona el Estado ni el gobierno.
Todos llevan la cuenta de los días en que la coalición de gobierno entra en problemas. Nadie se preocupa de contar los meses que dedica la derecha a cultivar los propios. Ello porque el estado natural de la Concertación es la confluencia y el de la oposición es la divergencia.
La derecha escoge por eliminación. La Concertación por integración. Ahora existen dos precandidatas. El resultado está por verse, pero se sabe que el próximo será el gobierno de la una con la otra. Cada cual está a favor de una, pero no en contra de la otra. Y en esto reside la diferencia. La derecha tiene por candidato un prisionero. La Concertación tiene sus candidatas instaladas en las casas y en la calle.
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