viernes, febrero 25, 2005

La hora de las regiones

La hora de las regiones


La Concertación ha puesto en el tapete el tema de las regiones. No puede dejar de salir airosa de un debate que ella misma ha promovido. Para las candidatas y los comandos destacar las regiones tiene aristas ya percibidas. Pero se requieren aclaraciones previo a definir cómo y cuándo se vota.

La primera es precisar los problemas más importantes de cada región. La segunda tiene que ver con los contenidos y propuestas a ser abordados en los debates. Y tal vez un tercer aspecto es los debates específicos que se entablarán con la derecha en cada caso: una cosa es perder la iniciativa, como le pasa a la oposición, pero distinto es no aprovechar el espacio de debate que genere la Concertación.

Todo esto quedó establecido desde el momento en que el nuevo presidente del PS dio a conocer una especie de acuerdo en principio para los debates regionales propuestos por el comando de Alvear. Previamente había sido respondido positivamente por el presidente del PPD. Prácticamente no se puede echar pie atrás.

Como sea, en el transcurso de marzo, las cosas quedarán lo suficientemente sancionadas como para saber a qué atenerse.

Cabe destacar que las implicancias de esta decisión procedimental asumida por la Concertación son enormes. En sí misma define en parte importante lo que serán los puntos de referencia del debate, y de lo que se puede o no decir en el período electoral.

De realizarse debates regionales, estarán los temas de interés general. Pero no se podrá prescindir que eso ocurrirá en una región. Las candidatas serán juzgadas por la audiencia local. Será una competencia en dos frentes y eso los organizadores lo saben muy bien.

Abordar la descentralización hace a los conglomerados mirar desde una nueva perspectiva. Importa cuán representativos de los intereses regionales y locales resultan ser. Y cuán influyentes resultan los dirigentes regionales en sus partidos. Hasta hoy las direcciones nacionales han resultado ser casi sinónimo de los partidos. Al fin y al cabo monopolizan la aparición pública y seleccionan qué se habla. Ahora no ocurrirá así. La competencia cambia. Se particulariza y recibe nuevos bríos por el modo escogido para debatir.

El papel protagónico de las regiones tiene un alto valor. La modalidad para destacarlo importa comparativamente menos. La manera cómo se estrecha más la competencia presidencial es empleando la modalidad de la votación regional en forma sucesiva. Con ello se obtiene un mayor interés ciudadano puesto que, en cada ocasión, una región concentraría la atención nacional desde debate hasta la urna. Dejarían de ser teloneros para ser parte del momento estelar. Nunca antes ha pasado.

Porque esto es óptimo para una candidatura, es difícil que se implemente así. No estamos hablando de situaciones de todo o nada. Puede no haber votaciones formales inmediatamente después de cada debate. Pero igual se harán sondeos de opinión que darán una imagen aproximada del estado de la opinión regional y local.

Tales mediciones tendrán sin duda una repercusión mucho mayor de lo que han tenido las encuestas regionales en otra ocasión. Como se producirá un efecto tan significativo, el convencimiento de la audiencia regional tendrá una importancia inusual. Por mucho que los temas tratados sigan la agenda nacional, de todas formas la diferencia para que auditorios tan particulares se definan bien puede estar en el conocimiento que los candidatos muestren sobre los temas locales.

De manera que el camino escogido tendrá mucho más repercusiones de las que se pueden apreciar en un primer vistazo. Posiciona a las regiones de otro modo. Hace que quienes se interesen pueden ver desde otras regiones qué desean y qué preocupa a sus pares. Puede darse un respaldo decisivo a la adquisición de una mayor conciencia nacional de la heterogeneidad de Chile y también de los aspectos comunes. Ya no será tan fácil poner en la trastienda las preocupaciones de las comunidades de las diversas zonas.

No hay que olvidar que la oposición existe. Ella puede tomar la decisión de intervenir en el debate, instalando su propia modalidad de consulta. Nada presupone ventajas previas de una alianza política sobre otra, puesto que en un debate de estas características no se ha entrado antes. Pero, de momento, la derecha no parece estar para aceptar retos o dárselas de creativa.

Desde la oposición, el hecho que se estén preparando primarias dentro de la Concertación es algo para preocuparse. Se considerará que, una vez más, el conglomerado de gobierno emplea un mecanismo que no ha sido enfrentado eficazmente en la Alianza. Preocupa en especial el papel protagónico que, en esta versión, se está reconociendo a las regiones, algo relevante porque afecta las pretensiones parlamentarias de la derecha.

Volvamos a la Concertación. Lo importante es que en esta etapa previa se está anticipando un estilo de gobierno. Cómo se discute y acerca de qué se debate en estos meses se relaciona bastante con cómo se ejercerá el poder. Buena señal para las regiones. Cada una debe aprovechar esta oportunidad para que el debate no se agote en un sobrevuelo de temas, sino que llegue a la definición de propósitos.

La diferencia con la derecha es notable. Es distinto que el candidato visite hogares y se quede a alojar a que la campaña misma radique en las regiones su principal interés. Ahora la Concertación debe tratar de que se enlace de manera indisoluble su actuación en el año con la forma en que desea seguir gobernando. De persistir, la impronta de la nueva gestión no sería conformarse con rutas conocidas sino que inaugura un punto de partida para innovar.