viernes, abril 29, 2005

El rol de Lavín en la campaña de Piñera

El rol de Lavín en la campaña de Piñera


Lavín critica para existir. Pero quienes piensan que ha salido fortalecido con el debate de las precandidatas de la Concertación cometen un error profundo. El candidato no gana ni en presencia ni en ausencia: no gana. Es un recipiente agujereado que no acumula.


Como el jamón del sandwich

Luego de hecha la pérdida, la candidatura de Lavín ha entrado en un proceso de adaptación a nuevas condiciones. Se busca impedir que la opción presidencial desaparezca de la atención pública. Eso puede pasar dado que hay dos centros de interés que amenazan poner un cerco de indiferencia alrededor del abanderado opositor.

Las primarias de la Concertación parecen atraer a muchas personas que no se sienten identificadas con posiciones políticas de manera invariable.

Las parlamentarias son el verdadero centro de interés en la oposición. En los próximos días las noticias de la derecha se concentrarán en la conformación de los equipos de los competidores senatoriales del sector más que en el ex alcalde. Convertido en el jamón del sándwich, la candidatura puede morir emparedada sin que nadie se entere de su deceso. Su comando ha decidido dar rienda suelta a la crítica pública a las candidatas de la Concertación y a sus propuestas. La razón es obvia, pero igualmente importante. Los candidatos a parlamentarios no perderán tiempo atacando a las presidenciables. No tienen qué ganar y pueden acumular fuerte rechazo. Tienen adversarios cercanos: las autoridades de gobierno de sus zonas. De modo que ellos particularizarán las críticas y evitarán entrar de visita a un terreno donde solo pueden cosechar sinsabores.

Lavín ocupa un espacio que puede quedar desierto. Intenta aprovechar, como en el judo, el impulso de los demás, para dar con ellos por el suelo. Como las candidatas proponen temas de futuro y medidas concretas que hagan notoria su capacidad de mejorar la vida de los votantes, pueden dejar campo para el ataque.

¿Por qué? Si las ideas son buenas, de inmediato puede preguntar porqué no se han implementado; si no lo son tanto, dan lugar a las criticas; y si son distintas entre las dos candidatas, puede ponerlas una contra otra. No es la campaña más elegante y no da para revertir la situación, pero tiene ventajas. Le permite mantenerse vivo y coleando (lo que no deja de ser) y posibilita reencantar al electorado más duro de la derecha, que ya desespera por una candidatura con tan pocos visos de remontar.

Critico, luego existo

No hay muchas alternativas. Lavín debe detener la búsqueda anticipada de un liderazgo de reemplazo. Según la última encuesta del CERC las candidatas están compitiendo entre sí por las primarias, pero han dejado de tener antagonistas internos. Cuando el liderazgo se consolidó en su sector, los otros posibles líderes dejaron de ser vistos como prospectos para esta oportunidad. Ellos mismos dejaron el espacio para que ello ocurriera, abandonando el tipo de acciones que los mantenía como cartas de reemplazo vigentes, a lo menos por el momento.

Es diferente en el caso de la derecha. Un segundo liderazgo empieza a proyectarse sin acciones directamente dirigidas a eso. Ocurre en la misma medida en que las posibilidades presidenciales de Lavín retroceden. La derecha busca un conductor con proyección futura y las cúpulas no lo pueden detener. No es una estratagema, es la necesidad de muchos que al contestar encuestas no están obligados a aparentar cosas diferentes a las que percibe la mayoría.

Le piden a Lavín que sume a Piñera. La pregunta se cae de madura: ¿puede sumar a la campaña a su sucesor sin que la transferencia de poder suceda antes de tiempo, a su vista y paciencia? A menos que esté desorientado, la respuesta es no. La derecha ganará -este año- un candidato que ni siquiera se ha presentado.

Si a estas alturas el no-candidato se acerca al abanderado, hay que pensar qué sucederá cuando RN lo reconozca como líder real y efectivo, cuando entre a la competencia parlamentaria o haga inevitable las comparaciones con el decepcionante desempeño del presidenciable. Una vez Lavín logró sacar a Piñera de la cabeza de RN y la política activa por un lapso. Ahora este hace todo lo posible para que la candidatura del dirigente UDI llegue a su destino conocido.

Los cálculos que harán en la derecha no serán cuántos votos sacó Lavín, sino cuántos podría haber sacado Piñera. El liderazgo en la oposición quedará resuelto. Rebeliones y corcoveos podrá haber, pero la transferencia neta de poder se habrá producido y solo podrá consolidarse en la nueva etapa de la historia política de Chile, que abrirá la primera Presidenta electa en nuestra vida republicana.

Piñera es un personaje exitoso que ha logrado ser detenido por enemigos poderosos de su sector. Ahora sus adversarios están sin banderas, alternativas y líderes. Se les han agotado los argumentos; las barreras para contenerlo se están desmoronando y sus armas más sucias ya las emplearon una vez. No es Piñera el que se incorporará al comando de Lavín, es el ex alcalde el que le está haciendo la mejor precampaña presidencial que se pueda imaginar a Piñera con su campaña, desgaste, derrota y retiro.

En la derecha hay un líder fortaleciéndose y otro debilitándose. No habrá posibilidad de ordenar al conjunto desde el comando. La posibilidad de victoria futura convoca más que la certeza de la derrota próxima.

Lavín critica para existir. Pero quienes piensan que ha salido fortalecido con el debate de las precandidatas de la Concertación cometen un error profundo. El candidato no gana ni en presencia ni en ausencia: no gana. Es un recipiente agujereado que no acumula. Quienes juzgan a las candidatas no son sus adversarios o los especialistas sobre-entrenados, sino los votantes que cada vez están más motivados para participar en la definición concertacionista. Las candidatas han sobrepasado la primera y más difícil prueba. Han confirmado virtudes y mantienen naturales defectos. Pero tienen una gran capacidad de aprendizaje. La trayectoria es en ascenso.

Es esto último lo que no puede decir Lavín. Tuvo su tiempo y oportunidad. Encarnó esperanzas. Ahora es una etapa en una campaña ascendente… que no es la suya.