El depredador
El depredador
Está claro que hay alguien a quien no ha podido vencer y al parecer no podrá hacerlo en el futuro. Ese personaje es él mismo. Ahora, Piñera candidato ha perdido la batalla ante Piñera depredador.
Víctor Maldonado
¿Por qué a mí?
UN INSTANTE DECISIVO para una campaña presidencial es su lanzamiento. Un inicio mal cuidado o un tropiezo en el punto de partida implica la obligación de dedicar tiempo y esfuerzo a subsanar errores. Y la idea no es ésa, sino avanzar a buen tranco, más rápido y con mayor efectividad que los adversarios.
Sobre Sebastián Piñera se pueden decir muchas cosas, excepto que haya partido de manera impecable.
En realidad se puede afirmar, sin duda, que lo que menos que ha perdido en este episodio es el dinero destinado a pagar la sanción de la SVS. Si se juzga por las actuaciones posteriores, también dilapidó recursos en sus asesores, puesto que el resultado conseguido estuvo lejos de ser el mejor.
No es para menos. Eso de convencer al candidato RN de usar como argumento que su conducta era igual a la de otros muchos infractores pero sólo él es sancionado, linda en lo bochornoso.
Considerar que un fallo desfavorable tiene intencionalidad política es otro error y constituye un retroceso neto. Piñera ha seguido tratando de convencer a otros de que es un perseguido o, al menos, un sometido a discriminaciones. Pero con tanta acción pública, lo que está consiguiendo es llamar la atención -todavía más y por más tiempo- sobre un hecho cuestionable.
Uno sabe que la derecha tiene razón cuando critica a alguien del oficialismo y éste se escuda en cómo se procedía en dictadura o cuando pone el acento en las malas intenciones de quienes lo critican.
Es un error por dos motivos, que la derecha (y cualquiera) conoce bien. Primero, porque es efectivo que en temas morales y legales no se aplican “teorías del empate”. Las conductas se juzgan en sí, no mejoran o empeoran porque existan otros infractores.
Si Alí Babá fuera capturado, no sacaría nada con decir que conoce a 40 que hacen lo mismo y que, mientras no sean capturados, mantenerlo a él detenido sería algo desigual. Sólo conseguiría que todos tomarán plena conciencia de que faltan 40 por capturar, y nadie concluiría que fuera necesario dejar libre a Alí Babá.
Tampoco alguien de la Concertación podría pedir que se olvidara una falta real, dado el interés político que tiene la oposición al denunciar un caso.
Las intenciones de un acusador pueden ser las peores del mundo, pero lo importante sigue siendo que la actuación de un hombre público pueda superar el escenario más exigente. Tiene que responder con la misma transparencia y rectitud que tendría ante un acusador con intenciones angelicales, porque no importa la acusación, sino la veracidad o falsedad de los hechos denunciados.
Ellos comenten crímenes, nosotros tenemos percances
Aquí es donde se puede apreciar una fuerte tendencia a aplicar un doble estándar según se trate de los adversarios o de uno mismo. En el primer caso se es implacable y nunca parecen suficientes las explicaciones. En el segundo, se adopta de inmediato el papel de víctima perseguida por un destilado de maldad humana que se tiene al frente.
Al final, parece ser que lo más importante no resulta la sanción, ni las intenciones del sancionador, ni las extensas declaraciones del sancionado. Lo que más importa es que el uso de la información privilegiada prohibida para sacar ventajas personales y lucrar con ello es algo sancionado legalmente y reprochable éticamente.
De manera inevitable se termina pensando en los riesgos que asume un país al existir la probabilidad de que quien es sancionado por un organismo del Estado quede a cargo de velar por el buen funcionamiento del Estado.
Cuando alguien que aspira a la Presidencia y sabe lo que tiene que hacer y lo que tiene de dejar de hacer, no puede evitar el realizar este tipo de conductas, de verdad preocupa.
Porque estamos ante alguien que actúa como depredador, que no se logra contener (suponiendo que lo esté intentando). Ante la proximidad de la presa, resultó imposible el autocontrol.
Si alguien aspira a conducir el Gobierno en poco tiempo y se comporta así a las puertas de empezar a competir, ¿por qué habría de cambiar en algún momento? Ése es el punto.
Claro, se puede argumentar que dejará su fortuna a cargo de otros y ya no sabrá cómo y en qué se invierte. Pero alguien que es millonario por décadas y seguirá siendo empresario después de un corto período de cuatro años, ¿pondrá bajo fideicomiso ciego sus inclinaciones más básicas?
Creo que la duda es legítima y el que la ha puesto en un lugar destacado y a la vista de todos es el propio Piñera, nadie más. Aquí no hay ninguna “operación política”, hay una operación económica que ha quedado al descubierto, en la que existe un solo actor involucrado y que actúa por libre voluntad.
Sin embargo, tengo que aclarar que confío más en Piñera que en sus aduladores. No lo puedo evitar. Me preocupa su capacidad de generar una corte de rastreros (expertos en genuflexiones) a su alrededor.
Ya a estas alturas se pueden contar gran número, algunos incluso con fama de duros, que no tocan a Piñera ni con el pétalo de una rosa.
El imán de rastreros
Todos conocemos a alguno de esos defensores de la ética especializados en actuar sobreseguro ante quienes dejaron el poder. Esperan agazapados que un personaje deje la primera línea para lanzarse a morderlo con sinigual valentía. Suelen ser los que antes lo adulaban... o los tenía contratados.
Pero con Piñera sucede algo peor, porque se trata de un personaje muy influyente en más de un ámbito, por lo que su poder de atracción aumenta. Una anécdota devela cómo opera este mecanismo y, de paso, retrata de cuerpo entero al personaje.
Apenas terminado el proceso de compra de Chilevisión, asistió en calidad de invitado a uno de los programas de ese canal. Cuando estaba por salir al aire, se le señaló la cámara que lo enfocaría al abrir el programa. Le dijeron: “Señor Piñera, la cámara 1 es suya” y comentó muy natural “… y también la cámara 2, la 3 y la 4”.
En efecto, era dueño de todo y lo sabía. Me asusta la posibilidad de que, donde dice cámara, pueda reemplazarse por el nombre de servicios públicos o de personas.
Se dirá que esto no es posible. Que este es un país demasiado serio como para que esto ocurra. Pero no logro que la preocupación se me quite.
Veo programas de televisión en que panelistas pugnan por alabar al candidato-empresario: “Él es de una inteligencia superior”, “lo admiro”, “todos debieran seguir su ejemplo”. Otros luchan por mostrarse cercanos: “Sebastián me dijo el otro día”, “si pero a mí me contó ayer…” y todo esto me da vergüenza ajena.
Veo los editoriales y artículos de observadores “independientes” que reproducen la argumentación de los abogados de Piñera como si fueran ocurrencias propias y me alarmo. La acumulación de poder siempre crea peligros y casi nunca de manera injustificada.
Creo que la campaña de Piñera partió mal. Ha despertado temores, junto con las adhesiones obvias. En votaciones tradicionalmente estrechas como las presidenciales esto no puede ser bueno.
En fin, el primer caso ya está dado y ya veremos lo que sigue.
Por ahora vemos cómo un manto de silencio se posa suavemente sobre sus errores para convertir esto en un “episodio”. Pero el control de las comunicaciones no hará que los temores desaparezcan.
Hasta ahora el abanderado de derecha ha declarado que está dispuesto a enfrentar a cualquiera que se le presente por delante. Pero está claro que hay alguien a quien no ha podido vencer y al parecer no podrá hacerlo en el futuro. Ese personaje es él mismo.
En esta ocasión, Piñera candidato ha perdido la batalla ante Piñera depredador.
1 Comments:
la udi hoy dia tiene claro que a la candidatura de Piñera le puede suceder el Sindrome Lavin que despues de desgastar su imagen duarnte harto tiempo antes de la eleccion presidencial haciendo campaña y llamando la atencion de los medios va a llegar al dia de la eleccion con el 50% menos del apoyo con el que empezo la carrera por el sillon presidencial, ahora ademas tambien es claro que al udi no le convendria mantener un apoyuo a piñera puesto que desperfilarian a su candidato Pablo Longueira, si bien es cierto a nuestra concertacion hoy en dia le ha disminuido su apoyo producto de la crisis del Transantiago entre otros casos aun tenemos reperesentantes politicos fuertes que pueden sacar adelante un nuevo gobierno, para eso resulta indispensable el que podamos mantener la union de la coalision y que definitivamente hagamos una limpieza al interior de nuestros partidos par poder scar personajes que solo buscan enriquecerse a costas del estado y perjudican el trabajo real par la comunidad, creo que ha llegado la hora de que nos planteemos un recambio en nuestros lideres y podamos generar nuevos equipos mas dispuestos a la accion social que a la accion personal
fraternalmente te saluda
jaime riquelme
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