lunes, mayo 14, 2007

La Junta Nacional del PDC

La Junta Nacional del PDC

Víctor Maldonado R.


El momento de la reacción

Cuando se cuente la historia de este período –en el que se decide tanto y tan pocos parecen notarlo-, el desarrollo de la Junta Nacional del PDC ocupará un lugar destacado.

Desde hace un tiempo, en el conglomerado oficialista todas las tendencias a la dispersión parecían ir en aumento. A cuantos se les había ocurrido darse un gusto, habían aprovechado la oportunidad para permitirse licencias en grande.

En un ambiente de general jolgorio, ya los ordenados y prudentes se habían empezado a preguntar si no serían ellos los equivocados. La atención general parecía estar siendo acaparada por los que llevaban el pandero del desorden. Y, por supuesto, no han sido pocos.

La tradicional moderación chilena parecía haber tomado vacaciones. Pero ningún país cambia de carácter con tanta facilidad.

Cuando algunos dejan de cumplir con sus obligaciones, hacen mucho ruido, chapoteando en la superficie y agitando las aguas. Pero, tarde o temprano, terminan por producir cansancio y hastío. La pregunta esperable era cuanto tiempo iba a esperar una sana reacción. Y es posible que esa reacción haya empezado a producirse.

Un malestar denso y duro comienza a acumularse por parte de la mayoría. Empieza a aflorar una demanda creciente por el ejercicio de la autoridad democráticamente electa.

Los que desean preservar la responsabilidad en política llegan naturalmente a concordancias, y, al final, suman sus esfuerzos. Es de desear que la reacción sea lo suficientemente fuerte y sostenida como para contrarrestar la anterior disgregación.

Por supuesto, hay dos lugares donde se puede dar inicio a revertir la tendencia: el gobierno y los partidos. En el caso de la Concertación es clave lo que suceda con el PDC, el partido individualmente más grande, pero que no cuenta a la presidenta de la república entre sus filas.

La cercanía entre Michelle Bachelet y Soledad Alvear ha tenido altibajos pero, para nadie es un misterio que un tipo de relaciones de cooperación mutua se ha llegado a establecer (a restablecer más bien) entre ambas, y es lo que ha quedado evidenciado en el principal evento político DC.

Lo que se está produciendo es una reorientación indispensable a favor de una mejor convivencia democrática. No tiene nada que ver con limitaciones al debate o con un enjuiciamiento a las opiniones adversas. Tiene que ver simplemente con la recuperación del orden y la compostura, y también con temperar un exceso de vanidad personal.

No cabe otra cosa que reaccionar cuando un parlamentario se ha vuelto tan susceptible, que puede abandonar un acto oficio porque no ha sido mencionado su nombre, y al mismo tiempo, puede darse permiso para votar en contra de una iniciativa emblemática del gobierno que apoya. Algo en el orden de las prioridades de bien común no está funcionando como es debido.

Por dónde se decanta la DC

Eso de que las reglas políticas y de mera urbanidad siguen vigentes cuando se refieren a mí, pero que yo las puedo suspender cuando se refieren a los demás, termina siendo un descriterio.

Se puede tener toda la paciencia que se quiera y que se necesita, pero, al final, la capacidad de resolver y decidir por mayoría no se mantiene vigente a menos que los acuerdos sean respetados.

En la Concertación se han mantenido por largo tiempo los mismos rostros. Pero no todos siguen comportando igual. No todo el que fue tiene que seguir siendo un dirigente responsable. Y lo que más importa en político no son los recuerdos sino las acciones del día de hoy.

Tal vez por eso es cada vez más evidente las necesidades del reemplazo en una parte de los puestos de dirección y de representación.

Desde el inicio de la Junta Nacional, Soledad Alvear marcó la línea, respaldado por una sólida mayoría interna. Sus puntos fueron tres: énfasis en la disciplina partidaria; rechazo a los acercamientos a la derecha y énfasis programático en lo social.

La presidenta del PDC actuó siempre con plena conciencia de contar con una amplia mayoría de los asistentes, lo que se verificó al término del evento con una amplia representación en los consejeros nacionales que se eligieron en esta oportunidad.

Por su parte, Michelle Bachelet fue a respaldar a Soledad Alvear y no dejó ninguna duda al respecto. Ratificó su punto de vista sobre las relaciones con la derecha, alabó su lealtad y abrió la puerta a acoger críticas. Pero sobre todo señaló que este era un momento para jugarse por entero y no para las dudas.

Adolfo Zaldívar ratificó su mensaje de rectificación del modelo, atacó a la tecnocracia de gobierno, y previno sobre los malos efectos que tendría un disciplinamiento explícito, aplicado a su sector, por parte de la mayoría.

La posición asumida por Eduardo Frei, mostró claramente hacia dónde se decantará la Democracia Cristiana. Su crítica fue dura y directa pero, precisamente por ser una postura política que no se enreda en alusiones personales, permite identificar puntos críticos y construir acuerdos.

Frei apuntó a tres aspectos: la incapacidad del Ejecutivo de gobernar la Concertación; la necesidad de jerarquizar los temas prioritarios a abordar; y la contradicción que representa empozar fondos -que se necesitan hoy- a la espera del próximo gobierno, que será derecha si no hay una reacción a tiempo. Hacia dentro, aboga por la unidad partidaria.

Como se puede ver, cada uno de sus puntos puede ser motivo de debates y de matices. Pero, lo central es que ordena un debate constructivo, necesario y de fondo.

En síntesis, lo que aglutina a la Falange es asegurar la gobernabilidad en el país y en la Concertación, espacio desde el cual ve posible proyectar mejor su presencia, sus líderes y sus propuestas. Mientras antes se vean despejadas las dudas, tanto mejor y se habrá conseguido lo más importante.

El punto clave es si está claro qué es lo que se debe hacer y para despejar dudas estará el mensaje presidencial del 21 de mayo. En otras palabras, todo queda preparado para lo que diga Bachelet en una semana más.

Otro punto de partida

La Democracia Cristiana sale con una directiva fortalecida por la elección de consejeros, con una posición política unitaria que defender, y, sobre todo, con la reanudación del juego político inteligente, duro y complejo, pero con sentido de equipo. Los grupos internos aceptaron competir en una cancha común. Como cada cual es hábil, se reacomodaron en las posiciones que les resultan más beneficiosas, y no hay duda que nadie ha renunciado al liderazgo y a la búsqueda del predominio.

Todo esto es lo mejor que le podía pasar a la Democracia Cristiana, y es una buena noticia para sus socios.

En efecto, los partidos que están en crisis son aquellos que, sabiendo perfectamente qué es lo que los beneficia y los perjudica, no pueden evitar que las conductas disociadoras los consuman. Simplemente, no pueden seguir el camino de la sensatez.

En la DC, lo que ha cambiado no es que hayan desaparecido las fracciones, que las personas sean ahora más buenas de lo que eran ayer, o que alguien descubriera una fórmula infalible para resolver los problemas del país.

Lo que ha pasado es que se recuperó la práctica de la política de calidad.

En esta Junta, se vio en ejercicio cómo es que la Falange se aglutina en torno a tres liderazgos: Alvear, Frei y Zaldívar. Ninguno deslució y cada cual se aplicó al máximo para perfilarse y convencer. Cada uno en lo suyo, supo sacar el mejor provecho a lo que tenía.

Alvear habló desde la presidencia, marcando el rumbo. Frei atrajo la atención con su análisis y propuesta. Zaldívar defendió posiciones y evitó el aislamiento.

Nada que objetar. Se trata de movimientos expertos, de alta precisión y que no dejaron espacio a las improvisaciones.

Pero si se me pregunta quién ganó más, sin duda afirmaría que Soledad Alvear. Por cierto Frei fue quien más brilló y asoma un respaldo “colorín” para su postulación presidencial dentro de la DC.

Sin embargo, creo que hay un aspecto que desequilibra la balanza. Y es que, sin el paciente trabajo de reconstrucción partidaria, y sin la sólida mayoría que la Mesa Directiva fue construyendo con silenciosa dedicación, la Junta Nacional no habría convergido hacia la unidad.

En otras palabras, todos se ordenaron porque había una mayoría clara y enfrentarla tenía costos muy altos.

Alvear tiene la conducción partidaria, tiene la mayoría y encabeza un acuerdo unánime que la respalda. Desordenados seguirá habiendo, pero ya se sabe cuánto pesan, y eso los saca del centro de la escena.

Como sea, esta Junta puede marcar el inicio de una cierta recuperación del PDC. Y eso le da una oportunidad a la Concertación de volver a ordenarse. Todo depende de la capacidad de darle continuidad y proyección a este importante logro político.

1 Comments:

At 8:59 p. m., Blogger Juan C Araya said...

Victor me parece interesante y optimista tu análisis politico de la situación partidaria de la Dc.
Lamentablemente el PDC es un partido de masas a diferencia de los partidos de izquierda (PPD y PS) que son partidos de cuadros, donde cada militante es un cuadro político formado en forma personalizada, lo anterior no implica divergencias sino es cosa de ver lo que pasó al interior del PPD entre Floristas y Bitaristas.
Es mas fácil poner un orden dentro de la casa; yo me acuerdo de tiempos remotos cuando se hablaba de "guatones" "chascones" etc.
Creo que la Dc heredó muchos militantes que jamás fueron cuadros en su partido y solo pasaron a ser un gran número en la década en que fueron gobierno, esa herencia aún se mantiene, pero creo que la dirigencia actual del partido le dá amplias garantías a la Concertación tal como dijo la Pdta sin la DC no hay Concertación, creo que ya está bueno de dar tristes espectáculos, llegó el momento de ordenar la casa y como tarea cada partido poner ojo con cada postulante a Alcalde para evitar tristes casos que hoy vemos como los "Díscolos" si hasta nombre se pusieron, para mí, son los que nos llevarán al despeñadero si no somos capaces de actuar hoy día

 

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