Los partidos antes del 21 de mayo
Los partidos antes del 21 de mayo
Mientras más se mira el escenario, más se convence uno de que el destino de cada conglomerado no está determinado por lo que el otro haga o de cuanto lo ataque.
Víctor Maldonado
Partidos y candidatos presidenciales
Los partidos han de lograr una plena sintonía con sus candidatos presidenciales. Lo que no le puede pasar a una organización es quitarle posibilidades a su figura más posicionada mediante la obstrucción interna.
Dando su mejor esfuerzo y jugándose a fondo sus posibilidades, lo que viene después es someterse a la decisión del electorado. Sobre la base de asegurarse una competencia justa, le toca al pueblo.
Todo lo demás son juegos de notables, cálculos de especialistas o propuestas de negociadores fuera de su ámbito de acción. Los razonamientos del tipo “ya te tocó a ti, ahora me toca a mí”, está bien entre estudiantes de educación básica, pero no debieran presentarse en la madurez. No se le puede pedir a una negociación lo que no está en su naturaleza otorgar.
Para la Presidencia no corren las listas de espera. Lo que vale son las posibilidades de ganar. Si un candidato se dispara en el apoyo popular, no habrá acuerdo cupular que favorezca a otro postulante -visiblemente rezagado- por consideraciones entendibles pero nada aplicadas ante la opinión pública.
Si se concretara igual en acuerdos de estas características y se descarte al candidato obvio, el electorado no dejará de castigar este intento de escamoteo manifiesto de su derecho básico de elegir entre las mejores alternativas disponibles.
Tampoco es cierto que contar con un candidato probado, de méritos reconocidos, nos ahorre los debates. No existen los predestinados ni basta un leve movimiento de cabeza, en señal de asentimiento, para que todos los demás dejen abierto un reverencial espacio.
Nada de lo que ocurra con minorías políticas, por importantes que sean, resulta ser lo decisivo.
Los ciudadanos son los que resuelven, y ellos están cambiando, reevalúan el pasado y el presente de un modo dinámico, se abren a nuevas necesidades, y pueden llegar a mirar más lo que puede llegar a ser que lo que fue. Todo esto sin afectar un ápice los reconocidos méritos de cada cual.
La especialidad de la derecha
Las ventajas del momento no señalan ninguna fatalidad para el punto de llegada. Desde hace mucho estamos en una etapa de competencia estrecha, en la que se puede ganar y perder dependiendo de los mayores aciertos y de los menores errores.
Por eso es tan necesario realizar un diagnóstico fino. Lo que se puede apreciar por las encuestas es que Piñera es el personaje mejor evaluado en este momento. Es un hecho. Como le gusta decir a quienes aman las especulaciones: “si la elección fuera hoy...”.
Puede ser, nunca lo sabremos. Pero lo fundamental es que no decide nada. Situaciones como ésta ya se han presentado antes y los resultados son de conocimiento público.
Tal como se han producido las cosas hasta ahora, la derecha se ha especializado en poder ganar antes de la elección y también en hacerlo después de ella; mientras que la Concertación se ha especializado en ganar durante la elección. Mirada en retrospectiva no parece tan deplorable esta distribución de las oportunidades.
No es lícito para un partido desistir de posicionar a su mejor opción, porque su deber es presentar a la persona con más méritos para la ocasión. Lo que ocurra al final, en un escenario pletórico de cambios en curso, nadie es capaz de predecirlo.
Mientras más se mira el escenario político, más se convence uno de que el destino de cada conglomerado no está determinado por lo que el otro haga o de cuanto lo ataque. Lo fundamental es lo que cada cual consigue en base a su esfuerzo, con el mínimo de resistencias internas posibles y con el máximo de coherencia en las acciones.
Hay que recordar que las organizaciones políticas no tienen un prestigio demasiado elevado ni se pueden apreciar entre ellas grandes diferencias de valoración positiva por parte de la ciudadanía. Una conducta ordenada, sensata y vinculada con las necesidades más sentidas de la población, pueden obrar maravillas en tiempo muy breve.
Los partidos saben perfectamente estas cosas. Pero no siempre consiguen comportarse como es debido. Y lo más común es que consideren que tienen todo el tiempo del mundo para iniciar un retardado proceso de enmienda de su conducta.
El problema está en que no se encuentran solos en el escenario. Como la situación se ve muy revuelta, no faltan quienes han percibido que están ante la posibilidad de capitalizar el descontento y emerger con singular fuerza desde posiciones no alineadas.
Alternativas como ésta no tienen nada que perder con aspirar muy alto. Más si saben que no disponen de mucho espacio ni tiempo para moverse. Han de llamar la atención, hacerse notar, mostrar algo de fuerza y entusiasmo antes de que pase lo peor.
Y lo peor que puede ocurrir es pasar al olvido sin pena ni gloria, cosa que no tendría nada de raro. Porque, dígase lo que se diga, denostar a los partidos es más fácil que organizar y darle continuidad a uno. Por eso se apuran.
Los primeros signos
En cualquier caso, se trata de apuestas democráticas lícitas y hasta necesarias. Cada cual está sujeto a la misma regla del mínimo error y del máximo acierto para progresar.
Sólo que hay que decir que no es sensato que las minorías se organicen más que las mayorías para decidir e influir.
Está bastante claro que estos pequeños grupos lo están haciendo para convertirse en factores decisivos al momento de las más importantes decisiones políticas. Se han presentado como una oferta abierta porque saben que hay espacio para crecer.
Jugar con posicionarse en una actitud autodefinida como “entre” los grandes conglomerados de derecha y centro izquierda, se ha vuelto una línea de conducta identificable.
A todos les encuentran algo de razón y a todos los encuentran criticables. Una posición bastante cómoda, pero con una credibilidad que no puede mantenerse por tiempo prolongado sin demostrar logros.
Pero ya se nota el principio de una reacción. La junta nacional de la DC puso las cosas en el punto de partida. Algunos de los elementos del voto político, aprobado por unanimidad, muestran las necesidades políticas del momento.
En el documento se encuentran dos reafirmaciones: de apoyo al Gobierno de Michelle Bachelet y del compromiso con la Concertación.
Se presentan también tres tareas políticas: la necesidad de tener “más y mejor Concertación”, es decir de renovar la coalición gobernante; el requerimiento de potenciar el rol de los partidos (algo dedicado a criticar las visiones tecnocráticas); y fortalecer el compromiso social del Gobierno (llamado a un uso responsable “de los excedentes extraordinarios con que cuenta Chile”).
A nivel de medidas de Gobierno, se propone el cambio al modelo de transporte de pasajeros, la redefinición de la política de fortalecimiento de las pymes, y el apoyo a la demanda municipal de financiar el déficit de la educación de este sector.
Se termina analizando la conducta beligerante de la derecha y se afirma la aspiración partidaria a encabezar a la Concertación en la próxima campaña presidencial.
En el caso del PDC, lo que estamos viendo es la excepción, por parte de todos los sectores, de la necesidad mutua (o si se quiere, de la imposibilidad práctica de prescindir de algún sector). Sobre esta base, el partido está recuperando el comportamiento de equipo, con metas comunes, prioridades especificadas, tareas que cumplir y liderazgos que proyectar.
Si lo que está surgiendo como respuesta en los partidos tiene su réplica a nivel de Concertación, se puede pensar en la recuperación de la iniciativa política. No se dispone de tanto tiempo como algunos gustan de creer.
3 Comments:
Victor, me parece muy bien que tú creas que la DC está recupuerando el comportasmiento de equipo.....pero como conozco tantos que nos sentimos fuera y no somos convocados a nada, creo que el equipo se achicó y a lo mejor no alcanza para ganar.
PD. no disponible para hacer número en actos o inauguraciones de congresos.
Saludos.
Víctor, a raíz del comentario anterior, me parece que el gran error ha sido justamente olvidar a las bases. Creo que los partidos políticos hoy miran más hacia arriba (el poder) que hacia abajo (la gente, el pueblo) y eso tiene que cambiar. La fuerza de la democracia radica indiscutiblemente en el pueblo (no para hacer número). Quiero creer y soñar en un país más digno e igualitario, donde los ciudadanos seamos más que un número.
En ese sentido, puede que Michelle Bachelet, que ha incurrido en garrafales e innegables equivocaciones, tiene a su favor que la gente la siente cercana, que la siente parte de este pueblo olvidado, lo que no ha ocurrido con los otros presidentes. Deberíamos aprender esta lección.
Saludos, tu prima Lorena De Ferrari
Hola Víctor
Tanto tiempo, por esas causualidades te encontré. Nosé si me recuerdas, fuí compañero tuyo del Magíster en Ciencia Política (repechaje) de la U. de Chile.. ¡cómo estas??? mucho tiempo espero que te encuentres bien.
En relación a tú último escrito esta muy relacionado con un artículo que hice, se llama: Se llama decadencia del sistema representativo, el devenir del Participativo - Recibí críticas como elogíos, creo que es muy avanzado para con hoy. Te dejo invitado (www.carloslarach.blogspot.com) Espero que estemos en contacto.
Un gran abrazo
Carlos
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