viernes, mayo 25, 2007

El efecto 21 de mayo

El efecto 21 de mayo

Los municipios han sido una fuente de quejas y reclamos. Ahora tendrán que pasar de pedir a responder. No todos están preparados para esta prueba.

Víctor Maldonado


El punto de inflexión hacia arriba

No hay nada más elocuente en un episodio clave en política que el silencio de una de las partes involucradas. El Mensaje presidencial del 21 de mayo pasado literalmente dejó sin palabras a la derecha.

En un hecho por completo inusual, se pudo apreciar a los parlamentarios de RN y la UDI reuniéndose para decidir qué es lo que decía. Lo cierto es que la oposición, en las primeras horas, no encontró qué decir. Para cuando recuperó el habla, ya la opinión pública había consolidado una evaluación positiva de lo ocurrido.

El resultado es en su integridad positivo para el Gobierno, y en particular para la Presidenta Michelle Bachelet. Establece un hito de madurez en el ejercicio del cargo.

Si se pudieran resumir cuáles eran las expectativas previas a la intervención presidencial, se podía decir que se trataba de una petición general de ejercicio de liderazgo.

Y si la derecha no pudo reaccionar a tiempo, no fue porque fuera presa de la improvisación. Se preparó para otro discurso, uno muy distinto de aquel que se encontró en la práctica.

En realidad, lo que los opositores prediseñaron fue retomar la iniciativa política tras un discurso sin relieve ni sustancia. Con nada de eso se encontró. De allí el silencio.

Como siempre, subestimaron la capacidad de reacción de sus adversarios y creyeron tener la cancha despejada.

Esta combinación, que permitió una cadena de reacciones tan marcadas, fue la identificación de los énfasis de la gestión y de las propuestas que aúnan las distintas iniciativas y programas con una precisa cuenta de los principales logros. Tuvimos orientación junto con realizaciones.

Se puede decir que los anuncios y su contundencia fueron simplemente inapelables. Tanto así que los opositores centraron la crítica en dudar de la adecuada implementación del gasto, que es la reacción más pobre de la que se tenga noticia.

Lo más importante, sin embargo, fue que el Mensaje se convirtió en un punto de referencia obligado, que no tiene parangón alguno con lo que pudieran hacer los opositores. Unos critican y otros aplauden, pero todos se refieren a un hecho central del que no pueden prescindir.

Efecto público, efecto político

Siempre se puede dudar sobre si un discurso de estas características tiene alto impacto en el público en general o si su efecto se circunscribe a la elite política.

En esta ocasión, no cabe duda de que la intervención era esperada con interés. Dejando los tecnicismos, se puede decir que el Mensaje tuvo mayor audiencia que el del año pasado, fue seguido en particular por quienes hacen en favor de la Concertación (mujeres, pobres y adultos), y que, al finalizar, tenía a más personas escuchando o viendo que cuando empezó. En otras palabras, fue todo un éxito.

Y, así como el impacto público fue importante, lo cierto es que el Gobierno hizo un giro en dirección a la Concertación.

El énfasis social que el conglomerado reclamaba fue asumido. Los problemas más urgentes tienen algún tipo de solución. La dirección política de la gestión quedó confirmada.

El debate podrá continuar todo lo que quiera, pero nadie entendería que los partidos oficialistas dejaran de exhibir una mayor cohesión tras un plan de acción ratificado y en plena sintonía con el programa que todos, sin excepción, presentaron al país como compromiso común de Gobierno.

Un giro de estas características es posible porque las perspectivas económicas son buenas, y el momento actual es muestra de una sólida conducción que permite sostener un mayor gasto social.

No se puede esperar que las conductas políticas cambien de la noche a la mañana. A ningún discurso se le puede pedir eso. Lo que sí se le puede pedir es ordenar y orientar la acción, primero del propio Gobierno y en alguna medida de la Concertación.

En este sentido, la Presidenta mostró una gestión muy realizadora, nada disgregado ni disperso, que se ha metido en un gran problema con el Transantiago, pero que puede mostrar una conducta coherente y en fuerte sintonía con las necesidades de la gente.

Esto tiene efectos crecientes y positivos. Así como el pesimismo se irradia en cascada, también la recuperación del estado de ánimo sigue la misma vía.

Lo que cambia tras una definición muy precisa de prioridades, y de un aumento masivo del gasto social, es que modifica el tipo de conversaciones que predomina.
Ahora comienza todo un interesante debate sobre el mejor uso de los recursos asignados. Éstas son las discusiones que se instalan al interior de un progreso manifiesto y reconocido. Se parte de la base de que hay que aprovechar bien las oportunidades que se abren. Por tanto, refuerzan la propuesta central.

Además, lo típico de un período de mayor optimismo es que el Gobierno sale a terreno, apelando al convencimiento de la gente más que a intercambiar opiniones con la oposición. La verdad es que las críticas de la derecha por esta práctica de cuenta directa ante los ciudadanos nunca han podido hacerse convincentes. La salida a regiones de ministros y subsecretarios tuvo una buena acogida, superior a la de veces anteriores, a decir verdad. Y esto confirma el cambio del estado anímico imperante.

La responsabilidad extendida

Si este clima se mantiene, llegará un momento en el que nadie entenderá cómo es que hubo un período en que se tenía la sensación de que se estaba viviendo una crisis. Pero, sobre todo, se transita a una etapa en donde el cuestionamiento pasa a estar centrado en todos aquellos que tienen la responsabilidad de responder por los mayores recursos asignados. Y eso es clave.

Un ejemplo puede ser altamente ilustrativo de lo que quiero decir.

Los municipios están muy interesados en decidir por sí mismos en qué gastarán los mayores recursos que les empiezan a llegar desde ahora. La verdad es que poco se puede discutir en contrario siendo, como son, entidades autónomas y responsables de sus actos.

Por cierto, siempre pueden pedir más, y, de hecho, les llegarán muchos más recursos el próximo año. Pero, al mismo tiempo, es de interés general que la buena gestión sea medida, evaluada y conocida con transparencia. Por lo que de manera inevitable deberán introducir mejoras que han sido postergadas antes por pasar de urgencia en urgencia. Ya no será tan angustiosamente así, y es muy conveniente que se adapten a esa idea.

Si un alcalde como Pablo Zalaquett, de La Florida, dice que la “plata no sirve de nada” si hay limitaciones de otro tipo, está cometiendo una gran imprecisión, o muestra limitaciones en su capacidad de gestión, que ya no se explican por causas externas.

Pero se puede adoptar otra actitud: el alcalde Claudio Arriagada, de La Granja y presidente de la Asociación de Municipalidades, ha aceptado el desafío de recibir más fondos e “invertirlos bien para hacer buena gestión”.

Hasta ahora, el Gobierno ha concentrado todas las miradas y las evaluaciones. No se ve por qué esto deba seguir siendo así. Si todos gestionan, todos responden. Y ahora eso será evidente y visible.
De momento, los municipios han sido una fuente de quejas y reclamos. Ahora tendrán que pasar de pedir a responder. No todos están preparados para esta prueba.

En realidad, ya no bastará con evaluar la existencia de problemas en las comunas. Se empezará a evaluar a los alcaldes. Deben mostrar resultados y no quedarse en las explicaciones o las excusas.

Sería bueno pensar en cambiar a aquellos sin suficiente imaginación para emplear los 100 millones de dólares adicionales en algo útil para todos ellos. Y habrá que hacerlo notar.

1 Comments:

At 5:20 p. m., Blogger Juan C Araya said...

Victor
Estoy completamente de acuerdo del golpe estratégico del discurso, pero también veo con preocupación como se controlan los gastos; te quiero aportar un dato los colegios municipales pueden depender de un DAEM (Dpto de Ed Municipal) o de una Corporación , ambos reciben las mismas sumas de dinero proporcionalmente a sus matrículas, pero en el caso de las Corporaciones el estado no puede controlar su uso, o sea una parte de las municipalidades del país no dan cuenta como se trabajan estos aportes.
Ejemplos como este abundan en nuestro país, creo que nuestra legislatura es aún muy precaria en este tema, por esta razón quedan espacios abiertops para la corrupción.
Esperemos que los recursos lleguen a quien van destinados

 

Publicar un comentario

<< Home