Sombras y luces en la derecha
Sombras y luces en la derecha
Los partidos de derecha están superando su peor momento. Esto acontece porque al menos una parte de su dirección no está pensando en un horizonte demasiado estrecho. Algunos de sus dirigentes están considerando las encuestas, pero no las de ahora.
Víctor Maldonado
El mal camino: querellas y dispersión
Nadie puede acusar a la derecha de timidez. Se trata del sector político peor evaluado por la opinión pública (en todas las mediciones conocidas), un sector que no conoce de recuperaciones en lo que va de la actual administración, y que, sin embargo, ejerce la crítica contra sus adversarios tal como si estuviera en el mejor de los mundos y pudiera salir airosa de cualquier comparación.
Además -suele ocurrir-, lo mismo que le critica es lo que padece en sus filas. Acusa al Gobierno de tener conflictos internos y descoordinación en los mismos días en que se levanta una gran polvareda propia nada menos que con sus más probables candidatos presidenciales, Sebastián Piñera y Pablo Longueira. Al menos tales querellas están motivadas por la toma de posición diferente de RN y la UDI respecto de la coyuntura.
La gran facilidad por meterse en problemas accesorios queda demostrada en que los comentarios que provocaron mayor polémica ni siquiera se han referido a algo que está pasando hoy, si no al juicio histórico sobre lo que ocurrió por la responsabilidad civil en el régimen militar. Así le ocurrió a Joaquín Lavín: algo que no estaba bajo la mirada de nadie.
Pero ya se sabe que cuando las cosas van mal, siempre es posible empeorarlas si se pone suficiente empeño. Y una de las formas más efectivas que se conoce para lograrlo es abocarse a criticar cosas que sean fácilmente rebatibles. Sobre todo aquellas que se basan en especulaciones.
En este rubro (la crítica especulativa y “por si las moscas”) la derecha ha incorporado algunas dignas de mención. Entre ellas está la de acusar a la Presidenta de gobernar de espaldas al gabinete, con “algunas personas más próximas”, tal como lo dice el presidente de RN.
Un rápido vistazo al panorama opositor no puede dejar conformes ni a sus partidarios. Debates entre presidenciables, incorporación de temas extemporáneos, desgaste de energías en polémicas inconexas y de bajo perfil: nada de esto son buenas señales. Sin embargo, aunque todas estas confusas señales son muy llamativas y se tiene el cuidado de ventilar los peores momentos ante las cámaras, no es lo único que está pasando en este sector político.
Está claro que la derecha sigue cometiendo errores. Sigue tentada de ensimismarse en sus querellas, sean actuales o pendientes del pasado. Pero la novedad no radica en la insistencia de varios dirigentes en tropezar con las mismas piedras, sino en que algunos están interesados en enmendar la conducta.
El buen camino: organización y anticipación
Hay dos áreas en que la derecha está empezando a hacerlo bien. Son poco llamativas, pero importantes.
La primera, tiene que ver con la preparación interna para las próximas elecciones municipales. Lo está haciendo bien precisamente porque ha dado continuidad a un trabajo que necesita ser de bajo perfil para dar frutos. Como en todo lo que necesita una lenta maduración, se está mejorando la organización partidaria en RN y en la UDI el trabajo de selección de candidatos es profesional. Para las costumbres del sector, se ha empezado a trabajar con más anticipación que nunca.
Nada de esto se puede apreciar a simple vista -al contrario, lo que se muestra a cada rato son errores manifiestos-, pero este tipo de esfuerzos termina por rendir más puntos en favor que el conjunto de las declaraciones públicas mal preparadas de los últimos meses.
Lo segundo que está ocurriendo es aún más importante. RN ha tomando conciencia que empieza a acumular más poder en la medida que no le deja al gremialismo otra alternativa que seguirlo en sus decisiones.
En el caso de la apertura de conversaciones con la Concertación y el PC respecto del sistema binominal, ha puesto a la UDI en la más inconfortable de las posiciones en una democracia: el aislamiento.
La credibilidad de una posición política se desmorona cuando se cierra a un diálogo por innecesario o inapropiado y todos los demás se involucran en el debate a fondo. Especialmente se desacredita un partido al que su socio desatiende por desubicado. Lo único seguro es que, tarde o temprano, el remiso terminará por ceder, pero ya su nivel de influencia habrá descendido irremediablemente.
Es más, en el caso del debate sobre el binominal, RN sabe que puede establecer los términos que adopte el debate y esa posición privilegiada no deja de resultarle satisfactoria.
Entrando cada sector al debate, imponiéndose la idea que en democracia no son aceptables las exclusiones a priori de sectores importantes, entonces la forma mínima aceptable, tal como se termina por expresar en la práctica, la define aquel que posibilita que este consenso se materialice. Y ese, en este caso, es RN.
Resulta que a este partido lo que le acomoda es el “perfeccionamiento” del binominal y a los otros, que se han allanado a considerar que entre conseguir algo y no obtener nada, es más razonable optar por lo primero que dejar las cosas como están.
Se puede especular mucho sobre la intención y finalidad que tiene un partido de derecha al aportar al perfeccionamiento de la democracia y al reconocimiento del papel que debe jugar el PC como fuerza con representación parlamentaria, pero lo más inmediato es que RN se está haciendo, primero que nada, un gran favor a sí mismo.
Ocurre que es muy importante para un partido comprometerse en iniciativas exitosas que tengan impacto nacional. La coordinación interna que se logra con este propósito cambia totalmente el estado de ánimo y permite fijarse metas, sabiendo que ellas pueden ser cumplidas.
Se trata, por lo demás, de iniciativas colectivas que comprometen a toda la organización y no de un surtido de iniciativas individuales unidas por un vago sentido de pertenencia a algo que existe por inercia. No basta con tener sede, logo y directiva para constituirse como partido cuando no se logra marcar presencia en nada sustancial. Lo que gana RN con todo esto es nada menos que el reconocimiento de su existencia práctica como partido.
La apuesta a plazo conveniente
En política sólo existe por derecho propio aquel que toma iniciativas por sí mismo. Porque, como lo saben muy bien en RN, cuando se es permanentemente arrastrado por otro, se termina hablando con el otro y no con el que asiente pero no decide.
Ahora es la UDI la descolocada, y ella tendrá que hallar un modo para entrar a las conversaciones, a menos que considere bueno pasar a ser irrelevante en una oportunidad que se puede multiplicar en el futuro inmediato no se sabe cuántas veces.
Hacer política es lo menos parecido a marcar el paso. Esa es la manera de dejar de hacerse presente. En cambio, quienes modelan activamente la agenda pública, lo hacen porque abren espacio a nuevas opciones para los ciudadanos y oportunidades colectivas que no existían. Es sentirse cómodo cambiando el escenario político todas las veces que sea necesario para mejorar la convivencia en el país. Esto crea un hábito que es el inverso al acostumbrarse a ver como pasan las cosas desde la vereda del frente.
Los partidos de derecha están superando su peor momento. Esto acontece porque al menos una parte de su dirección no está pensando en un horizonte demasiado estrecho.
Algunos de sus dirigentes están considerando las encuestas, pero no las de ahora. Saben que cualquier acción responsable termina por impactar a la opinión pública aunque no de inmediato. Lo que importa es lo que marquen las encuestas a fines de año, donde ya debieran empezar a decantar los efectos de estrategias asumidas con sentido de mediano plazo.
Para la Concertación, la moraleja es clara. No puede saber si el camino que escoja la derecha, al final, será el mejor o el peor para sus intereses. Lo que importa es que se prepare igual para un adversario que dé lo mejor que tiene y aun así pueda derrotarlo.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home