viernes, septiembre 09, 2005

Empezando a definir el predominio en la derecha

Empezando a definir el predominio en la derecha


Apoyado por los gremialistas, Allamand quiere ser un puente con Renovación, y, contando con el prestigio de ser senador, competir por el liderazgo ante Piñera. Una de las dos apuestas saldrá derrotada. Probablemente la que cometa mayores errores tácticos.



Cada vez cuenta más el futuro

La derecha está huyendo de un conflicto abierto. Esto quiere decir que RN y la UDI saben que están compitiendo, pero quieren dar señales claras de que no desean sacar al otro de la cancha.

Lo que se impone es el gradualismo y no el golpe de mano. Cada cual está tratando de mantener sus principales cartas vigentes pero, por ahora, se conforma con dar comienzo a la definición del liderazgo, en vez de asumir los riesgos de intentar dirimir la contienda en la primera ocasión.

La derecha evitó lo peor. La competencia sin regulación fue considerada una ruta autodestructiva, en la que la única duda que quedaba en pie era quién era, al final, el que más perdía. Algo que en el fondo no tiene sentido pensando más allá de la contingencia.

Será la competencia parlamentaria la que sitúe a los líderes y partidos de la oposición en el lugar que les corresponda.

Con ello consiguen disminuir los focos de auténtica tensión a un número acotado de casos, dejando el resto de los distritos en una situación más manejable.

El procedimiento, por lo demás, es mucho más barato. Y eso es relevante porque, en esta oportunidad, la recogida de aportes está lejos de parecerse a la conseguida en la anterior competencia presidencial.

Pero el dato más importante que ha de tener presente la Concertación es que la derecha -luego de los comicios- no volverá a enfrentar dividida una elección presidencial o parlamentaria.

Ahora RN y la UDI compiten, y en este momento todo el empeño se pone en lograr distanciarse del aliado en apoyo electoral. Pero esta situación tiene un término conocido en diciembre.

Después de este punto todo cambia. Luego de la elección, desaparece el incentivo prioritario por competir entre sí y lo que se impone es el trabajo conjunto, cada cual reconociendo la envergadura efectivamente alcanzada por el otro.

Paradójicamente, será la derrota lo que terminará por imponer la idea de una mayor unificación. Esto ha sucedido antes en la historia de este sector político. Aun para las cabezas más duras, estar cerca de cumplir 50 años sin ganar una elección presidencial es un argumento poderoso en favor de comportarse mejor.

Más torpes que débiles

Lo que sucede no es que la derecha sea débil. La derecha ha sido torpe, lo que no es lo mismo.

Algunos creen que la distensión inicialmente lograda es un primer paso en la creación de una futura Alianza Popular. Un partido fusionado de derecha.

Nunca tanto. Esto implicará creer que aquellos que no han podido lo menos, podrán lo más sólo porque es más sensato. Es decir, que se ha estado todo este tiempo confrontándose por algo así como una ilusión o un mal entendido. Hay que ver a Allamand, cooperando con la UDI en la semi clandestinidad, para saber que la colaboración de partidos no es lo primero que tienen en la mente los dirigentes de partidos en la oposición.

Sin embargo, en la derecha se analiza la posibilidad de establecer una cooperación seria entre ambas tiendas.

Por supuesto, nada sucederá de un día para otro. Pero lo cierto es que transcurrida la elección presidencial la derecha no estará unida, sin embargo, estará “unible”.

Es un hecho significativo el que la dirigencia del sector ya se ha adaptado a la idea de que debe enfrentar el próximo escenario político desde fuera de La Moneda.

La nota de realismo hace que ajuste expectativas y planes. El horizonte para el que se planifica es necesariamente más amplio. Es interesante cómo cada cosa que se hace adquiere una connotación distinta cuando se considera el efecto para unos años, en vez de unos cuantos meses.

Mirado así, resulta evidente que la habilidad táctica está radicando, en esta oportunidad, en RN. Desde el interior de este partido se está intentando hacer política. La posibilidad de recuperar el liderazgo de la oposición, ordena. Cerró su cartilla parlamentaria, tomando decisiones costosas que la llevan a poder competir, pero sin enemistarse gravemente con sus aliados.

Mientras la UDI ha perdido el férreo mando que la caracterizó hasta hace poco, desde Renovación se intenta establecer algo que merezca el apelativo de dirección partidaria.

Todavía no se consigue, pero hay una incipiente conducción orgánica que, de afianzarse, constituiría una auténtica novedad. Lo que se está tratando de imponer es algo que otros partidos consideran obviedad: que nadie se manda solo. El cambio no es menor, puesto que requeriría ajustar a Piñera dentro de una política general de partido, consiguiendo que trabaje en equipo.

Se entenderá que, en estas condiciones, la estrategia de Allamand de jugarse por la “neutralidad” frente a la UDI en su campaña senatorial, es un auténtico desafío. Desde luego, no se trata de pura tozudez, sino de una apuesta.

Apoyado por la UDI, Allamand quiere ser un puente con RN, y, contando con el prestigio de ser senador, competir por el liderazgo ante Piñera. Si hay un candidato presidencial que deba ser apoyado por los dos partidos, cree estar en el justo medio. Por el contrario, si se trata de definir el predominio y cuál partido dirige al otro (siempre pensando en un trabajo conjunto), una apuesta como la descrita no tiene ningún piso partidario para ser acertada.

Como se ve, hay una disputa interna que se expresa en una pugna de personas que encarnan estrategias. Una de las dos apuestas saldrá derrotada. Probablemente la que cometa mayores errores tácticos. Pero lo que está fuera de discusión es que ambas se dirigen al mismo punto: sacar provecho del futuro trabajo conjunto de la derecha.

La derecha ya pasó su peor momento

Los opositores no ocultan su admiración por la capacidad concertacionista de permanecer unida pese a las vicisitudes vividas en casi dos décadas. Intentarán imitar lo que ven, del mejor modo que les resulte posible. Varios desean que se adopte explícitamente la estructura visible de una alianza.

Por su parte, no cabe duda de que la Concertación está cumpliendo eficientemente las tareas del día. Los resultados están a la vista, lo confirma cada nueva encuesta que se conoce. Es más: los temores iniciales respecto de un posible tropiezo en el camino se han ido difuminando. Sencillamente, todo parece estar resultando.

Lo importante es preguntarse si se está teniendo una perspectiva, al menos lo suficientemente amplia como la que está obligada a tener la oposición.

De momento, ésta no parece la regla general. Que quienes están dedicados a la campaña no lo hagan es por demás comprensible. Pero que todos estén en la coyuntura, con pocas excepciones, no tiene justificación.

Estamos pasando a una etapa en la que debiera empezar lentamente a construirse el gobierno futuro. El modo cómo se hace es por acercamiento humano, colaboración en equipos y cooperación política.

Se dirá que ya habrá tiempo para esto. Tal vez. Pero a la derecha ya le pasó su peor momento, y se reconstituirá con rapidez tras una derrota sin misterio. El tiempo no sobra. Quizá la excesiva calma no sea lo más prudente para un gobierno corto.