La derecha no gana sin la ayuda de la Concertación
La derecha no gana sin la ayuda de la Concertación
La Concertación no puede caer en el error de convertirse en comentarista de lo que ocurre en la derecha. Debe mostrar iniciativa propia.
¡Al fin separados!
La derecha no puede ganar por sí sola en Chile. No ahora. Méritos para bastarle con lo propio no ha realizado. Aunque sí puede obtener la victoria en la elección presidencial si la Concertación colabora para que ello ocurra por error u omisión. Por supuesto, la idea de que algo así llegue a acontecer no está en la mente de nadie. Pero hay que investigar cuáles podrían ser las conductas y acciones que pueden trabajar -objetivamente- en favor de la oposición.
Hay que decir que si la derecha no gana en estos momentos es porque ha seguido un camino de confrontación interna y de disolución de vínculos, justo el camino inverso que el que se dirige a La Moneda.
Puede que ahora los dirigentes opositores encuentren todo tipo de virtudes en el hecho de ir con dos candidatos. Pero se contradice con cuanto dijeron antes y con las loas que se prodigaban congratulándose por la fuerte unidad que demostraban.
Con dos candidatos pueden lograr mejores resultados electorales, sobre todo si se trabaja con un cierto acuerdo para dirigirse a grupos distintos y luego sumar esfuerzos. Pero no todo lo que importa se puede acotar a los resultados electorales. La derecha no llegó a dos candidatos porque sacara cuentas, sino porque unos a otros se pasaron la cuenta.
Se confesaron que nunca se habían tolerado y que lo mejor era resolver el problema de quién manda y se impone para sólo después volver a reunirse. Es una coalición que se confiesa a sí misma y al resto del país que no existe más que en la formalidad y en la fatalidad. Están “juntos” porque no pueden hacer otra cosa. No lo desean ni les satisface.
La posibilidad del candidato mágico
Apenas llevan unas semanas de campaña y ya una candidata a senadora de RN -en una etapa tan preliminar- declara que “la Alianza no existe” y se ha “pulverizado”. ¡Bien poco se necesitó para que se confesara que la derecha dispone de partidos, pero no de una coalición para dar gobierno al país! Ahora se ven contentos, hasta exultantes de entusiasmo, como en el caso de RN. Pero, ¿a qué se debe tanta efervescencia? La situación electoral no ha experimentado un vuelco. Esto se debe a que se han liberado los unos de los otros. Ahora pueden decir lo poco que confiaban en el candidato común. Se basa en el sentimiento de RN de haber dejado de ser simple comparsa de la UDI. Es decir, en muchas cosas que pueden ser muy interesantes, pero que no tienen nada que ver con aquello que se juega en una elección.
Para peor los estados de euforia no se mantienen demasiado tiempo. Tarde o temprano hay que sostenerse en algo más. En lo más duro de la competencia empiezan a pesar factores como el respaldo institucional que pueden dar los partidos, la inserción a lo largo del territorio y la credibilidad de poder hacer un buen gobierno.
Cuando llega el momento de la prueba, la derecha no cae por un problema de ausencia de candidatos, si no por una falta de consistencia. Su comportamiento no avala la promesa de ser una alternativa sólida y contundente a la Concertación.
Por eso es que se confía tanto en las capacidades del candidato, que es en quien se depositan las esperanzas, a falta de algún otro sustento creíble. Se espera de él que sea casi mágico.
Y así está el problema, porque muestra que la derecha no puede ganar basándose sólo en lo anterior. No con una Concertación existente y con presencia activa en la competencia. La razón es sencilla: la oposición, en estas condiciones tiene como techo algo más de 40% de los votos. Algo muy significativo, pero no para alcanzar la Presidencia. Los candidatos disponibles pueden crecer. Pero siempre a costa del otro. Se produce un trasvasije de votos entre uno y otro, según como vaya la campaña, pero, sumados -lo que importa- siguen teniendo el techo señalado.
La derecha necesita que “algo” pase en la Concertación que le haga posible permear una votación que hasta ahora es muy sólida y que la supera. En otras palabras, necesita de la Concertación para ganar.
¿Han notado lo catastrófico que resulta que yo no esté?
Pero, ¿qué podría hacer la Concertación para perjudicarse a sí misma y hacerle el juego a sus adversarios? Básicamente dos cosas: ponerse a disposición de su campaña y perder la iniciativa.
Ponerse a disposición de la campaña de la derecha es empezar a centrar la atención en lo que los otros están haciendo, en vez de dedicarse a desarrollar metódica y empecinadamente la estrategia propia.
Requeriría que las principales figuras pasaran de líderes a comentaristas políticos. Que se dedicaran a especular sobre las posibilidades de tal o cual candidato de derecha, sobre si llegará o no permear al electorado DC, sobre si se está en riesgo o no, etc.
De hecho, hacía tiempo que no se veía a tanta gente lúcida especular tanto y hacer tan poco. Y esto es, sospecho, porque el político es un personaje de acción directa; alguien que no contempla cómo vienen las cosas si no que pone toda su voluntad en moverlas de su sitio.
Pocas cosas son tan peligrosas como un político con mucho tiempo libre. A un político desocupado se le reconoce a la primera: empieza a pronosticar catástrofes y calamidades. En realidad no es nada tan irreversible, es lo que cualquier parvularia identificaría como “carencia de atención”. Pero lo importante es que es un síntoma.
Un político meditabundo es un político no integrado. Esto quiere decir que la realidad clama por dar cabida a la participación de todos, desde ya y a todo nivel. Puede que los estrategas tengan razón al creer que se puede entrar en un compás de espera para dar tiempo a que se despeje la situación en la derecha. Se entiende el razonamiento, sólo que lo que ocurre es que están viendo demasiado hacia la oposición y poco a la necesidad de los cercanos. Si muchos quieren hacer su aporte y no todos pueden, algo se está haciendo mal y hay que enmendarlo.
Empezar la transferencia de poder
Hay algo más importante que esta enfermedad de temporada. Hay que preocuparse de no perder la iniciativa. Pero hay algo más importante que esta enfermedad de temporada. De lo que hay que preocuparse es de no perder la iniciativa. La situación es distinta cuando hay que hacerse cargo exclusivamente de una campaña (como es el caso de la derecha) que cuando se tiene que instalar una candidata de nuevo estilo, una presidencia, un programa de gobierno y un plan de acción inmediato.
Hay un conjunto de tareas que requiere sincronizar agendas, coordinar actores y definir los próximos pasos. La Concertación tiene que hacer pesar el hecho de que es una alianza capaz de gobernar y de preparar el futuro. Es a la oposición a la que le conviene hacer de esta campaña una confrontación de titanes con una amplia galería mediática de observadores.
A la Concertación le conviene establecer la competencia entre equipos, porque se sabe bien representada y necesita acentuar la mayor diferencia con una oposición disgregada y mediocre. Mantener la iniciativa es dejar que la derecha entierre a la derecha, sin meterse en peleas de casados o de separados. Es mostrar elencos fraternos capaces de conducir al país. Es transferir influencia y la posta del liderazgo desde Lagos a Bachelet sin dudas y con generosidad. Porque si la Concertación se dedica a lo propio sólo puede ganar.
1 Comments:
Gracias Victor
A no caer en creer que ya se ganó. Es preciso reencantarnos y desde ahí seduciremos
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