viernes, octubre 08, 2004

Las formas de contar los votos

Las formas de contar los votos


La derecha fue la primera en darse cuenta que el cambio de gabinete significó que perdiera la iniciativa política y que Lavín quedara en una posición bastante incómoda: a la defensiva en la última etapa de la campaña municipal.

Hacia delante, el alcalde puede acomodarse en la defensa de posiciones -a la espera de un mejor momento- o pasar a la ofensiva. Pero la prudencia puede confundirse con debilidad; además, los otros pueden esperar que él mismo sepa qué hacer, porque esto era lo que estaba pidiendo.

La línea adoptada parece ser pasar a la ofensiva. Esto explicaría por qué Lavín se juega el todo por el todo a nivel de los pronósticos. Aseguró: “Por primera vez desde 1988, tendremos más votos que el oficialismo y eso será la base para la elección presidencial, donde le ganaremos a cualquier candidato que se presente”.

El riesgo asumido es inmenso. Los candidatos no blufean sobre resultados para quedar al descubierto cuando se cuenten los votos. Detrás sus palabras hay una convicción, que consiste en haber identificado la mejor forma de presentar los resultados desde el punto de vista de la derecha. Hay plena conciencia de cuál es el punto en que las distancias se acortan más entre oposición y oficialismo, teniendo incluso la posibilidad de ganar. Es una apuesta osada, aunque no carente de fundamento.

Los resultados del 31 se podrán leer de distintas maneras. Para el oficialismo la mejor será poner el acento en la votación de los concejales, porque la derecha, desde la elección anterior, se esfuerza por concentrar votación en el alcalde. Por esto, tiene menos figuras conocidas y una menor inserción de su dirigencia en las comunas. Obtiene menos votos a nivel de concejales.

No es accesoria la disputa entre el gobierno y la oposición para definir la forma en que se darán a conocer los resultados la noche del 31 de octubre. Desde el primer cómputo parcial estará en juego la impresión colectiva respecto de quién ganó y quién perdió, o de quién avanza y quién retrocede.

Tampoco es neutro contar el número total de alcaldes electos en el país, que también parece favorecer a la Concertación. En la ocasión anterior, el oficialismo optó por competir entre sí. Logró más votos, pero perdió más de 60 alcaldías, pese a tener en esos municipios mayoría de electores. La oposición concentró sus votos en un candidato.

Ahora, el sistema electoral diferencia entre voto para alcalde y para concejal. Cada conglomerado presenta solo un candidato a alcalde, aunque continúan compitiendo entre partidos por los puestos en el concejo. Con esto, la Concertación tiene una buena oportunidad de recuperar municipios. Por supuesto, es más fácil perderlas por miopía que intentar recuperarlas después de reconocer el error.

Es muy probable que la Concertación recupere uno de cada tres municipios que perdió y, al menos, rompa el casi empate que existe a este nivel. Si se cuenta así, la coalición de gobierno se alzará con la victoria.

Pero hasta aquí llegan las buenas noticias para la Concertación (que se pueden saber por anticipado). En 2000, la derecha obtuvo 12 de los 20 municipios más poblados con el procedimiento de concentrar la votación en una persona. Eso alienta sus aspiraciones de hoy, puesto que le basta con mantener esos municipios y conseguir otros que el sistema electoral pone ahora a su alcance, para que su votación nacional aumente.

Las razones son ampliamente conocidas. Primero, la oposición ganó municipios con bastante menos de la mitad de los votos, pero ha tenido cuatro años para consolidarse. Segundo, nunca un alcalde está en mejor posición que cuando repostula por primera vez.
Históricamente, casi todos logran reelegirse, salvo que lo hayan hecho muy mal o por causas fortuitas. Tercero, se ha ampliado el número de candidatos que “van por fuera” de los pactos principales; la mayor parte de ellos son de la Concertación.

Contar un número reducido de grandes municipios siempre dará un panorama alentador para la derecha. Como la votación nacional se concentra en un acotado número de municipios grandes, defender pocas pero populosas comunas, permite obtener muchos votos. La derecha, que ha jugado a esto y focalizado sus recursos, cree que empata o gana si suma todos esos votos.

Si queremos saber qué está pasando, no hay que contar como nos gusta, sino de un modo que oriente. A nivel municipal gana el que logra tener más población gobernada por un conglomerado político, porque consigue una influencia permanente.

En una competencia presidencial, la Concertación pierde si se duerme o se divide, si esto no ocurre, la competencia es estrecha, las dificultades y errores muchos, pero termina por triunfar.

Pensando en la presidencial, gana el que no cede nunca aunque sepa que pierde en los lugares donde el adversario lo aventaja; el que pudiendo ganar por poco busca ganar por mucho, donde puede, y el que busca desempatar aunque sea por un voto donde se está equiparado. En definitiva, gana el que está dispuesto a seguir luchando.

La Concertación, en competencia presidencial, solo pierde si se duerme o se divide. En caso contrario, la competencia es estrecha, las dificultades a enfrentar son muchas, los errores siempre se harán presentes, pero termina por triunfar. En esta ocasión tiene al frente un antagonista competente, un equipo que se ha terminado por ordenar y una estrategia definida; pero lo que la Concertación no tiene es un desafío insuperable por delante.

Se le puede reconocer a la derecha todos los méritos que, sin duda, tiene. Pero en la tendencia general, en la gran suma, es la Concertación la que se ha recuperado y es la derecha la que no ha podido superar a quienes no la quieren en La Moneda.