viernes, agosto 20, 2004

La campaña municipal y los presidenciables

La campaña municipal y los presidenciables



Una cierta tensión está saliendo a flote en la coalición de gobierno con motivo de la elección municipal: la oportunidad o no de activar la campaña presidencial, sobre la base del desplazamiento de los presidenciables por el país.

En la Concertación hay quienes defienden el orden cronológico para enfrentar los temas: ahora hay que concentrarse en ganar las municipales y, una vez que esta concluya, abocarse a resolver el segundo desafío. Esta lógica hace la vida más fácil a los presidentes de partido, sobre todo cuando en su tienda hay más de un candidato.
También es atendible lo que diría cualquier candidato presidencial, si pudiera hablar sin tapujos: si hace caso del orden lógico, queda fuera de la competencia.

La tensión está instalada con roces y declaraciones oblicuas que los involucrados entienden, aunque las cubran con tonos calmos y sonrisas.

Para analizar esta situación se requiere saber qué es lo mejor que pase al conglomerado, sus candidatos municipales y presidenciales y a los partidos. La Concertación tiene que superar a la derecha en votos, en propuestas y en capacidad de tomar decisiones.

De aquí a fines de octubre lo más conveniente es movilizar todos los recursos humanos y políticos en apoyo de los liderazgos locales. Todo lo compatible con esta prioridad puede ocupar un espacio en la agenda política; lo demás debe evitarse.

La Concertación no puede prescindir del trabajo de sus principales figuras en terreno, que deben entregar su apoyo a los candidatos del conglomerado y no sólo a los de su propio partido. Deben ser un elemento aglutinador. Así ha ocurrido hasta ahora.

En la polémica, los únicos que no han protestado son los candidatos municipales. Es muy posible que su deseo sea el contrario de lo que se plantea a nivel de la dirigencia nacional: ojalá las figuras presidenciales pudieran dedicarles más tiempo al apoyo en terreno.

La derecha no tiene más que un Lavín. Tuvo otras figuras que pudieron proyectarse, pero sabemos como fueron tratadas. El alcalde de Santiago no podrá ir a todos los lugares y podrá repetirse sólo en casos muy excepcionales. En cambio, en la Concertación las figuras son varias y bien recibidas por todos. Los candidatos locales deben mostrarse como candidatos de toda la coalición. Recibir a un presidenciable que no sea de su tienda es muy conveniente para la cohesión de quienes los apoyan: siempre un conjunto pluralista. Pero, sobre todo, son bien acogidas por la gente, lo que más importa.

Está claro lo que quieren los candidatos municipales. No hay reclamos, de modo que no se ve por qué los demás tengan que sobreactuar. Pero hay un punto al que se ha prestado poca atención, aunque es cada vez más evidente. No solo se quiere presencia, también es necesario el diálogo sobre el rumbo que debe tomar la comuna, la región y el país. Los líderes locales no necesitan que se les hable de su ciudad o pueblo. Creen saberlo mejor que nadie y, de seguro, mejor que quienes los visitan. Quieren reavivar la convicción de ser partícipes de una tarea de envergadura nacional, que no se agota en los límites comunales.

La elección municipal no se da entre quienes piensan en su comuna aislada del resto. Allí se expresa un proyecto nacional, en el que la tarea en la comuna cobra pleno sentido. Quienes no conocen los municipios, creen que estos se ocupan de una agenda de problemas menudos, separados y distintos de los nacionales. Falso: la agenda nacional es una sola. El punto de vista local es uno de los más relevantes para conocer Chile.

No estamos en presencia de campañas sucesivas (municipal y luego parlamentaria y presidencial), sino de inicios simultáneos, con desarrollos y tiempos diferentes, que pueden convivir si el foco se mantiene ahora en lo municipal, mientras se tiene el tino suficiente para permitir que las siguientes decisiones se vayan modelando.

Este es el momento para que toda la Concertación salga al diálogo ciudadano sobre la patria chica y la patria grande. Los proyectos nacionales no se sacan de sombreros técnicos, ni los líderes pueden interpretar a nadie si no recorren el país, escuchan a muchos y confrontan lo que piensan. Hay que evitar que este movimiento natural sea entorpecido. Hacer cuestión del desplazamiento de los presidenciables consigue precisamente todo lo contrario: entraba la agenda de los líderes locales, hace perder tiempo, se habla de temas laterales y se pierde dinamismo. Como las demandas de las campañas son apremiantes, y los partidos no pueden entregar más que un apoyo limitado, el efecto es nulo. Es como intentar detener una avalancha poniendo un disco “pare”.

La Concertación está perfectamente capacitada para ganar las elecciones municipales. Y estará también en mejores condiciones para superar a la derecha en la presidencial. Pero no puede superarla en octubre para caer en la perplejidad en noviembre. Tiene que resolver con rapidez cómo convergerá en una sola persona que la represente. Esto no es mágico. Florecerá en primavera lo que ya esté sembrado en invierno.