viernes, febrero 29, 2008

El camino de la Concertación

El camino de la Concertación

Este ha de ser un año en que los resultados se hacen visibles y notorios en las principales áreas, incluida la política. Habrá que lograrlo en medio de dificultades y en un tenso ambiente electoral.

Víctor Maldonado


Los límites de la derecha

ANTES, HEMOS ANALIZADO la estrategia que está siguiendo la derecha. Ella se puede sintetizar en cuatro aspectos: una conducción política ordenada detrás de la campaña presidencial; la pretensión de imponerse en la instalación de los términos del debate político (anticipándose al Gobierno en los temas principales); descalificar a la Concertación como generadora de mayores dificultades que logros; y difundir por todos los medios a su disposición el mensaje de que la alternancia en el poder es deseable e inevitable.

Sin embargo, para que una estrategia de estas características tenga éxito, se necesitan que se den condiciones muy exigentes: que la derecha se ordene por completo tras estas directrices y, sobre todo, que tanto el Gobierno como la Concertación dejen de cumplir las tareas más importantes que están en sus manos enfrentar y resolver.

El por qué la derecha tiene dificultades para mantener una posición monolítica es bien conocido: hay una sola campaña presidencial oficialmente lanzada, pero está igualmente presente el deseo de abrir las alternativas a otra opción, más acorde con gustos y preferencias que están lejos de haber desaparecido.

Instalar los términos del debate implica pasar del ataque sin matices a las propuestas, no sólo en el caso de Sebastián Piñera sino de los principales voceros de la oposición. Y eso cuesta verlo como probable.

Por supuesto, la Alianza puede desestimar los logros del Gobierno todo lo que quiera y puede volver la presentación de problemas en escándalos (en lo que puede no estar sola), pero la gente no se forma opinión únicamente por lo que se le dice, sino por lo que mira, ve y constata. Si la Concertación gobierna bien, los ataques no bastan; y si gobierna mal, la oposición podría guardar silencio e igual se cosecharía un desafecto sin retorno. No será este aspecto el que desequilibre la balanza.

Por último, uno se puede desvivir porque haya alternancia, pero si no se la gana (si no acumula méritos propios), no saca nada con pedirla.

Pero, sea que le resulte o no, lo efectivo es que todo apunta a un grado creciente de conflictividad política. En parte, porque hay elecciones. En parte, porque la predisposición es alimentar una mayor confrontación.

En este escenario hay que ver qué hace la Concertación y el Gobierno. Hay que esperar un cierto retraso en la plena dedicación al debate con la derecha. Los partidos oficialistas toman importantes decisiones internas en los próximos meses, y eso los tendrá ocupados buena parte de marzo y abril. Pero el ambiente de campaña estará siempre presente, ya sea en procesos internos o externos.

Conducción e iniciativa

Por lo dicho, se puede comprender la importancia que tiene para el oficialismo el que sea el Gobierno quien se adelante a establecer posiciones y prioridades.

También en este caso se tiene a disposición una estrategia que permite a la Concertación mantener la iniciativa política y validar la mayoría que se ha tenido en todos los procesos electorales que se han tenido en democracia. Lo que se busca aquí se puede describir en pocas palabras: entregar conducción política al conjunto del Gobierno; concentrar el interés público en sus iniciativas y acciones; hacer de este un año de resultados palpables; oponer el tema de la coherencia al de la alternancia.

Cada uno de estos elementos son fácilmente entendibles, en especial el primero.

Luego del cambio de gabinete, la Presidenta Michelle Bachelet requiere conducir un buen trabajo equipo con sus colaboradores, en especial con su comité político. Al momento, las señales son buenas.

Algo muy importante ha pasado en estos días, que pudo pasar inadvertido para la gran mayoría. No podría ser de otro modo puesto que el tema del verano para todos es esperar, vivir y acordarse de las vacaciones. Nada importante parece estar aconteciendo en política o, al menos, nada que parezca salirse de cauce.

Y eso es precisamente el trato que se puede pasar por alto. Esta es la primera vez que la Presidenta Bachelet ha podido salir de vacaciones sin que, a cada rato, se le esté pidiendo que regrese a hacerse cargo de las tareas de Gobierno o para enfrentar una crisis.

En otras palabras, el equipo político actuó coordinado y con eficiencia, de manera que la normalidad se mantuvo. No hubo nada parecido a inseguridad y eso es una buena noticia para el Ejecutivo.

En seguida, para concentrar el interés público en las iniciativas gubernamentales, se requiere atender a las principales preocupaciones ciudadanas. En esto también febrero marca una notable diferencia con su similar del año pasado.

Uno de los aspectos que más se han de destacar es que ni Bachelet ni el equipo político están esperando a que los problemas se agudicen para salir a hacerles frente.

La conducción política se está abocando a enfrentarlos según su orden de importancia pública y eso se ha mostrado durante todo este tiempo. El manejo en temas como la sequía y la energía ha sido notable; Bachelet marcó los criterios para el uso de los recursos en educación y ahora corresponde dar cuenta cabal de lo obrado, lo que se hará la próxima semana.

El resultado, pese a críticas y debates, ha sido la mantención de la iniciativa política en manos del oficialismo.

Resultados y coherencia.

Por otra parte, este ha de ser un año en que los resultados se hacen visibles y notorios en las principales áreas, incluida la política. Habrá que lograrlo en medio de dificultades y en un tenso ambiente electoral, pero no hay alternativa, porque no queda más tiempo.

Es demasiado pronto para adelantar pronósticos, pero los primeros atisbos, al menos, muestran a un Gobierno que no quiere ceder espacios.

El ejemplo más notable que se tiene a disposición es lo que ha pasado con los anuncios de reformas políticas. No es un área donde abunden las novedades, porque las líneas básicas ya están en conocimiento del Congreso en la mayoría de los casos.

Pero, como todo terreno es y será disputable, Sebastián Piñera anunció con semanas de anticipación que daría a conocer sus propuestas, con lo cual dejaba la impresión que, en el inicio del año había sido él quien puso los temas en debate. Y, como se sabe, importa tanto lo que está aconteciendo como lo que parece estar aconteciendo.

Quedó claro que a partir del primer martes de marzo se le pondría urgencia a proyectos de ley relacionados con el mejoramiento y perfeccionamiento del sistema político en Chile. De manera que el regreso de los parlamentarios a Valparaíso se verá marcado por el debate sobre la votación de los chilenos en el exterior, la inscripción automática y el voto voluntario, como también sobre la elección directa de los consejeros regionales, sobre la reforma del sistema de partidos políticos y la reforma del sistema electoral.

Lo más probable es que en el inicio del año el abordaje de las materias más importantes no estará centrado en quién se adelantó a tomar la iniciativa, sino en quién es más coherente en la defensa de sus posiciones en materias clave.

Porque este es un aspecto medular en el debate que se inicia: no es sobre quién pone los titulares el primer día, sino que es sobre quién pone los contenidos que perduran. Esto requiere poder mostrar consistencia en los planteamientos, coherencia en la conducta y capacidad de respaldar los acuerdos que se alcancen.

Como se puede ver, el año político parte rápido, intenso, polémico y disputado. Tal parece que no habrá tiempo para aburrirse.