El año del giro
El año del giro
Qué pase en adelante se relaciona más con la adaptación a las condiciones futuras que con el pasado. Se debió advertir hace mucho que el punto débil no es el Ejecutivo, sino los partidos.
Víctor Maldonado
Nadie volverá a ser el mismo
EL GOBIERNO DE Michelle Bachelet estaba llamado a tener un efecto contundente y decisivo, para bien o para mal. Y eso no era lo que muchos esperaban al inicio. Hubo quienes pensaron que éstos serían tiempos anodinos y en compás de espera, sin tomar en consideración suficiente que no eran cuatro años cualesquiera. Más que un tiempo breve, este período se demostrará intenso y decisivo.
Si la gestión fracasa, es como si el tiempo se comprimiera y su desarrollo fuese como un paréntesis, unos puntos suspensivos antes de volver a la “programación habitual”. Bachelet habría sido un distractivo, un camino falso (pero atractivo, dicen magnánimos hasta los más críticos).
Sin embargo, si el primer Gobierno presidido por una mujer tiene éxito en la relación anquilosada entre ciudadanía y política, lo que ocurre produce un efecto tal que es como si el tiempo se expandiera. Temas y personajes del pasado quedan a mayor distancia, porque las áreas de interés, el debate, lo que es considerado aceptable como conducta, todo empieza a alterarse.
El tiempo transcurrido aún es breve y los rostros son más o menos los mismos, pero el cambio es importante, porque el contexto se ha alterado y los códigos se han transformado.
No deja de ser significativo que, en el fondo, desde un inicio, todos los personajes relevantes supieran exactamente de qué se trataba.
Ha sido más intuición que razonamiento, pero ha tenido la fuerza de una convicción. Tanto, que se percibieron con alivio las primeras dificultades en el manejo de conflicto presentadas por el Gobierno.
Por supuesto, las reacciones iniciales no se destacaron por su seguridad y elegancia. Era esperable. Lo singular fue la premura con que se adelantaban los juicios. “Este Gobierno se terminó”, era una frase en las conversaciones de confianza de la “gente informada” de la Concertación en los meses inaugurales.
Estas reacciones no tenían tanto que ver con un diagnóstico certero como con un intenso deseo de que se volviera “a la normalidad”, a la jerarquía natural de las cosas.
En el punto de no retorno
Para los que así opinan hay malas noticias, porque esos viejos y buenos tiempos no volverán. Ocurra lo que ocurra con el Gobierno, la oposición, los partidos y los líderes, lo que pase en adelante se relaciona mucho más con la adaptación a las condiciones del futuro próximo que con el regreso a cualquier momento pasado, por dorado que parezca.
Lo que se debió advertir hace mucho era que el punto débil no es el Ejecutivo, sino las organizaciones partidarias.
En el Gobierno de Aylwin el actor decisivo (aparte del Presidente) fueron los partidos; en el de Frei, las figuras de Gobierno mejor relacionadas con los partidos; en el de Lagos, los líderes de Gobierno y los presidentes de partidos. Hoy, son la Presidenta y (con excepciones) los líderes de facción de los partidos.
En toda la historia de la Concertación, los jefes de Estado han sido fuertes y los partidos se han debilitado. El camino ha sido del partido a la facción y de la facción a las individualidades.
La derecha siempre ha sido más débil, así que tiene menos historia, aunque se puede observar la pérdida creciente de las particularidades de la UDI, que se asemeja cada vez más al resto.
Los partidos -todos, no sólo el PPD- están ahora cosechando lo que no sembraron a tiempo. Siempre supieron qué debían hacer para revertir la tendencia a la disgregación: volcarse a la generaciones de recambio (no sólo al ejercicio diario del poder y a las cámaras), formar, dar razones para seguir militando a los que no quieren cargos, sino servir, e incluso en los planteamientos más osados llegar a practicar la democracia en casa.
Ahora ya no hay alternativa. Lo que se dejó de hacer por generaciones es una tarea impostergable. Es la hora de los constructores de partidos. Tarea exigente como pocas, de liderazgos emergentes, de los que disponen de tiempo y energías frescas. Por eso se acerca la hora del cambio de protagonistas.
Los partidos no están en crisis, está en crisis la idea de que los partidos son instrumentos para servirse de ellos y no organizaciones de propósitos nobles que necesitan mucho cuidado, atención y dedicación. La época de los rentistas políticos terminó. Un partido cuidado por sus militantes nunca entra en crisis.
La ventaja de ser gobierno para superar crisis
Por eso es tan difícil que, en este momento, los problemas más serios puedan venir del Gobierno. Algunos muy livianamente creen que el Ejecutivo es más fuente de problemas que de oportunidades: eso es un desatino.
Quien tenga la experiencia de la militancia partidaria sabe que una organización política puede encapsularse tanto que pierde el cable a tierra. Los partidos pueden escoger representantes que dan susto (sólo porque siempre están), pueden ahuyentar a gente valiosa, en ellos se pueden escuchar discursos que no escucharía nadie en su sano juicio y se pueden tener fuertes discusiones sobre los temas más esotéricos.
En el Gobierno no. Siempre está en contacto con los problemas, las demandas, los conflictos, los medios, la gente. Siempre está haciendo cosas, los errores se pagan, las pifias se notan de inmediato, no es posible abandonar la actitud de alerta permanente. No por nada ha sido el Ejecutivo el gran generador de liderazgo de recambio en la Concertación.
Alternativamente, el no estar en el poder no ha hecho que la derecha sea mejor ni que sus partidos sean más fuertes. Su principal fuente regeneradora son los municipios, es decir, nuevamente la acción demostrada más que la prédica.
Si éste es un año perdido, lo es para la derecha. Si el éxito se mide por la capacidad de instalar ideas, marcar presencia, aprovechar oportunidades, imponer agendas, posicionar liderazgos, ganar posiciones, la oposición tiene poco que mostrar al respecto.
La derecha no se ha movido de los altos niveles de desaprobación con los que llegó. Se tenía sobre ella un mal concepto de lo que iba a hacer y ese mal concepto se vio confirmado por la práctica.
En la medida que a la oposición le ha ido más mal, no ha tendido a acentuar el diálogo o a modificar su conducta. Ha sido arrastrada por su dirigencia partidaria a marcar los colores oscuros con que mira el resultado de la gestión de gobierno.
Si estableciera matices, sería más escuchada. Pero eso está lejos de ocurrir. La derecha siempre actúa como si estuviera esperando la campaña presidencial para seguir a un líder fuerte y olvidarse del resto. Cuando hay que hacer el trabajo más cotidiano de construcción de consensos, no ha conseguido grandes resultados. Quiere la alternancia, pero quiere que le llegue como producto de una crisis ajena. Por eso sigue sin ser una alternativa.
El año se cierra con un Gobierno con mayor respaldo del que tenía cuando asumió; con una Concertación obligada a disciplinarse y la reconstitución partidaria; y con una derecha que es más agresiva que alternativa.
Nos encontramos en un punto de no retorno. Lo seguro es que los cambios políticos están recién comenzando, y, sobre todo, que nadie volverá a ser el mismo. Por que lo que está en juego no es cómo se vuelve a un pasado cualquiera sino cómo nos instalamos en el porvenir.
1 Comments:
Estimad@s Compañer@s:
Se nos va el año...y quiero compartir con ustedes una breve evaluación :
Porque soy Mujer de Izquierda , no puedo dejar de brindarle todo mi apoyo a la Compañera Michelle Bachelet , desde mi libre opción de militar en el PPD y como Consejera Nacional considero un deber político y moral apoyar la gestión de la primera Presidenta de Chile, todo esto sumado además a mi admiración personal y profundo respeto a Michelle Bachelet , su historia, su fuerza y energía.
Con respecto a la crisis partidaria , mi opinión es la siguiente:
El año 1999 ingreso al PPD , siguiendo el llamado de Ricardo Lagos de “apurar el tranco”
Me incorporo a un Consejo de Base de mi comuna (Santiago-Centro)
Y desde allí comienzo a participar de mi comunal , siendo electa Consejera Nacional por primera vez el año 2002.
Este año me presenté a competir al cargo de Presidenta del Regional Metropolitano,
Con la plena convicción de levantar mi candidatura para romper el consenso, al igual que el equipo de Compañer@s como Tomás Fabres y Máximo Gálvez entre otros, quienes conformamos una lista entregando al militante una alternativa de Base, en la cuál nuestra apuesta fue enriquecer el debate, poniendo experiencia y nuevas miradas , pensado Partido para mañana, promoviendo nuevos liderazgos, estimulando mas y mejores niveles de participación...
Hoy enfrentamos nuevos desafíos, no podemos mantenernos al margen de la crisis , pero si considero que debemos ser generosos y considerar que esperan quienes nos apoyan, de nosotros, de nuestras autoridades, de nuestros representantes, el Pueblo es quién nos juzgará y debemos estar preparados con humildad y altura de mira para recibir las críticas y exigencias de quienes nos aprecian y también de nuestros detractores.
Chile necesita la Concertación para consolidar la Democracia, necesitamos de igual manera incluir a los sectores hoy excluidos por el Sistema Binominal, necesitamos garantizar para los mas humildes un País mas solidario, con mas equidad, eliminar la siniestra Ley de Amnistía...y muchas deudas pendientes, sin duda para lograr estos objetivos necesitamos la Concertación, necesitamos el PPD ( mejorado y corregido por cierto) .
Querid@s Compañer@s, es tiempo de ponernos de pie , mirarnos a los ojos , organizarnos, tomarnos los espacios , hacer Partido en la calle, dignificar la labor militante, sentirnos orgullosos de ser PPD.
Un abrazo alegre, fraterno y rebelde...deseándoles un Feliz 2007
Valeria Bustos A.
Consejera Nacional PPD
puebloppd@gmail.com
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