El peso de la diferencia
El peso de la diferencia
Víctor Maldonado
A Frei se llega por aproximaciones sucesivas y lento convencimiento. El día de la elección nos hallaremos con un número importante de sus votantes que, alguna vez al inicio de la campaña, habrán declarado que de ningún modo votarían por él.
De comentaristas a activistas
Centrarnos en los defectos o errores ajenos tiene algo de perverso deleite. Nos da un aire de superioridad ponernos en el papel de quien diagnostica los males de otro. El problema es que nada cambia para mejor hasta que no hacemos algo para que cambie lo que se percibe como defectuoso.
En las campañas políticas ocurre igual. Al principio todos ven cómo trabajan los demás. El observador encuentra que los resultados no son lo suficientemente buenos y, así como van las cosas, no se llega a la meta.
Todo resulta muy correcto y cierto hasta que los que están trabajando se percatan de que son pocos los que están poniéndole el hombro y que es inusualmente alto el número de quienes, desde la gradería, ejercitan la lengua y poco más. De manera que las campañas se entonan cuando disminuyen los comentaristas y aumentan los activistas.
Da la impresión de que la Concertación está en el punto que se pasa de una mayoría de espectadores a una de participantes involucrados. Quiere decir que finaliza la etapa de instalación de la campaña y empieza el despliegue de iniciativas.
Se está retomando el ritmo de acciones que corresponde al mayor dinamismo que un retador debe imprimir a sus acciones para alcanzar y superar a su principal contendor.
Los avances en la campaña de Frei se han expresado en que los equipos están dedicándose a la elaboración de aportes y productos. Se ha retomado la práctica de presentar en terreno iniciativas programáticas, como el envío de un proyecto de ley para prolongar el postnatal a seis meses. Ha empezado a aparecer el tan esperado material de campaña que difunde las ideas que justifican la candidatura. Se prepara el desplazamiento territorial, la realización de eventos. Nuevos integrantes refuerzan el comando.
Aun cuando no son pocos los que tienden a impacientarse, por lo que consideran una lenta marcha hacia la velocidad de crucero en el funcionamiento del comando, lo cierto es que el proceso en cuestión no se está demorando ni más ni menos de lo que ha llevado tener todo a punto en las ocasiones anteriores.
Pero hay, tal vez, una novedad que es importante para ordenar los esfuerzos. Cada vez aparece como más probable que las encuestas que falta por conocer ratifiquen en líneas generales lo que las encuestas conocidas ya informan. Esto quiere decir que lo que es dable esperar en los sondeos que se den a conocer la próxima semana es a Piñera en primer lugar, pero sin mayor movimiento; a Frei en segundo lugar, a la espera del despegue, y a Enríquez-Ominani en un significativo tercer lugar.
Si más allá de los porcentajes, las posiciones son claras, cada cual se puede dedicar a lo suyo sin mayores sobresaltos en los próximos meses.
Activando la diferencia
Para la Concertación éstas son buenas noticias, porque la dejan con espacio para desarrollar una estrategia que no se puede desplegar de la noche a la mañana.
Lo que debe hacer es seguir un camino más bien inverso al que tuvo la oportunidad de recorrer con Bachelet en su campaña. En esa ocasión, una personalidad carismática buscaba su complemento en el respaldo institucional y partidario del que carecía con suficiente amplitud.
Ahora de lo que se dispone en proporción desusada es de respaldo institucional. Hay veces en que estar cerca de un gobierno que termina es un lastre del que se huye, pero en este caso no sólo el candidato oficialista quiere identificarse con la Presidenta y su legado. Hasta el candidato de derecha trata de mimetizarse lo más posible.
Pero si hay apoyo listo a entregarse, la personalidad del candidato oficialista no se presta a encendidos entusiasmos iniciales. Puede que no nos demos cuenta, pero Bachelet ha cambiado la percepción ciudadana en cuanto a las características deseables de un líder, entre ellas la cercanía, la llaneza, la capacidad empática y la calidez en el trato.
La campaña de Bachelet se sostuvo en un efecto espontáneo causado por una personalidad con que muchos se identificaban, en particular las mujeres. El esfuerzo de quienes acompañaron a la candidata fue complementar sus cualidades, sistematizando contenidos que estaban más bien implícitos en el inicio.
Ahora el esfuerzo del oficialismo es representar sus contenidos en una personalidad diferente. Esto requiere tiempo y esfuerzo.
A Frei se llega por aproximaciones sucesivas y lento convencimiento. El día de la elección nos hallaremos con un número importante de sus votantes que, alguna vez al inicio de la campaña, habrán declarado que de ningún modo votarían por él.
Lo que la Concertación ha de poner en marcha es el peso de la diferencia. La envergadura de saber gobernar y estar en todos los temas es demasiado grande como para no ponerla en juego. Las principales figuras de gobierno tienen una credibilidad que no se puede desperdiciar. La Concertación sabe cómo continúa la historia en todo lo que interesa a los ciudadanos: esto ha de hacerse presente.
El propio esfuerzo
Al principio de una carrera presidencial lo que se ve son personas con aspiraciones, pero antes de llegar a la meta lo que se ve son apuestas de país con capacidad diferenciada de ser implementadas.
Llega un punto en que lo que se presenta es qué será del país por cuatro años completos. Lo que ocurre con la gobernabilidad, con el crecimiento, con la defensa y protección de las personas, con la capacidad de enfrentar y superar crisis, con los respaldos ciudadanos.
Cuenta cada vez lo que uno no soporta como opción de gobierno para Chile. Lo que no quiere ver representado en La Moneda y como cara del país ante el mundo. En un momento determinado, lo que importa no es cómo se ven los personajes de la política en televisión, sino qué pasará con un país del que no tenemos repuesto y al que hay que cuidar.
Para que esto suceda hay que trabajar para que se aprecien las diferencias. Así también hay que pensar en quién es capaz de integrar a la mayor parte del país, en especial a la mayoría progresista en los cambios sociales y políticos que tenemos que enfrentar en el futuro próximo.
A Frei se le reconoce experiencia, honestidad, credibilidad, capacidad de conducción. Con estas cualidades no se puede presentar como una persona novedosa, pero puede dar espacio a quienes lo sean y, en conjunto, llevar adelante una gestión tan innovadora y responsable como se necesita.
Poner las cosas en esta perspectiva no es sencillo ni se consigue de la noche a la mañana. Pero es un esfuerzo al alcance de la mano del oficialismo.
Para eso tiene que tener confianza en lo que se es y lo que se representa. Los defectos de la coalición de gobierno son muchos, pero es posible llegar al convencimiento de que sus problemas se solucionan con más Concertación y no con menos Concertación; con más confluencia en lo fundamental y menos apuestas individuales; con más espacio para los ciudadanos comunes y menos juego de notables.
En los últimos días, a la derecha se le ha despertado su temor oculto: terminar como grupo político importante que casi consigue ser mayoría pero nunca lo logra. La encuesta Ipsos dio a Piñera alejándose del 50% que se necesita para ser Presidente. Si esto se consolida, alguien habrá cometido un gravísimo error al planificar la estrategia. Lo peor es que ya nadie puede echar pie atrás ni implementar giros bruscos. No hay tiempo. Habrá que ver lo que sucede.
Lo que ocurra con la Concertación depende de lo que sus integrantes hagan o dejen de hacer.
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