viernes, mayo 22, 2009

Un mensaje para recordar

Un mensaje para recordar

Primer fulgor y una obra contundente

Lo primero que llama la atención de un Mensaje Presidencial son los anuncios que se pueden contabilizar en nuevos recursos disponibles. Quienes esperaban algo de esto, han de haber quedado más que satisfechos con el discurso del 21 de mayo. Allí están el nuevo bono para 4 millones de cargas familiares, el aumento de las pensiones solidarias, el seguro para quienes adquieren vivienda con subsidio habitacional y la garantía de que los estudiantes de enseñanza superior no tendrán que abandonar las aulas por encontrarse sus padres cesantes.

Nuevamente el gobierno sorprende con su capacidad de poner nuevos recursos ahí donde más se necesita. De esta manera los municipios, eternos descontentos, no pueden negar que el aumento del aporte fiscal de 8 mil millones actuales a 20 mil millones de pesos en el presupuesta nacional del 2010 para el Fondo Común Municipal, no es una bicoca.

Pero quién haya visto antes la reacción ciudadana, tendrá claro que este nivel del mensaje corresponde a un inicial y más brillante fulgor, pero que, rápidamente, pasa a ser absorbida por la opinión pública dentro de su habitualidad. Llena los titulares del día siguiente y del fin de semana. Pero transcurrido este plazo ya cada cual está en lo suyo.

Una segunda mirada a este mensaje se ha de concentrar en saber si se ha realizado bien el trabajo de un año y de una administración. Aunque la Presidenta Bachelet evito el tono de fin de ciclo y las despedidas anticipadas, no podía dejar de percibir que tenía que mostrar que había desarrollado un buen gobierno en todas las áreas y no solo que gozaba de un extraordinario momento de popularidad.

En esto tampoco el discurso desentonó con las expectativas. Lo que hizo fue explicar la ruta seguida en cada materia importante, destacando la visión integradora y la coherencia largamente sostenida en las políticas públicas.

Lo mostro describiendo los pasos seguidos para salir de la crisis económica y retomar crecimiento sostenido; en la ya evidente consolidación de la matriz de protección social; y en el avance experimentado en la construcción de un modelo de desarrollo inclusivo y sustentable.
Ahí está el plan de recuperación económica que incluye el estimulo fiscal para la reactivación de 4 mil millones de dólares (el quinto más grande a nivel mundial) y la materialización de inversiones por parte del Estado en una ejecución presupuestaria de inusual rapidez. Así también destaca el acuerdo inédito en materia de empleo y capacitación entre representantes de los trabajadores y de las empresas. Incentivamos a las empresas para que, en vez de despedir trabajadores, opten por capacitarlos.

Pero la Mandataria no mostró la fría solución de la tecnocracia sino el rostro humano de la protección social. No por nada esta crisis, dijo, no se enfrentó como lo hizo en su ocasión la dictadura quitándoles el 10% a los jubilados, sino aumentando las pensiones en un 25%.

Una posición política encarnada

Pero me atrevo a sugerir que el mensaje tuvo un tercer nivel que completa su atractivo y explica su recepción.

Bachelet hablo con prestancia sobre la apuesta política de fondo que representa. Mostró que un líder debe encarnar aquello que quiere representar y que, por que se atreve a ser progresista, puede llegar a ser integrador. Puede llegar a hablarle a toda la nación porque incluye a todos tras un rumbo de mayor libertad y justicia que es hacia donde quiere dirigir el país.

La primera mujer presidenta de Chile ofreció a sus compatriotas una visión fundamental de sí mismos como gente formada en la adversidad, forjada por el esfuerzo y el trabajo arduo y persistente.

Definió el rumbo seguido por los gobiernos de la Concertación como el camino correcto. Algo tan valioso que no debía quedar inconcluso.

Y dio tres razones para afirmar la necesidad de seguir construyendo un “estado social y democrático de derecho”: que el cambio hacia el progreso requiere de un Estado que protege a las personas; que se puede demostrar que los chilenos tienen una existencia cada vez más digna; y que son los progresistas los que se han acercado mejora a una política cada vez más ciudadana.
Es en la centro izquierda donde ha confluido la responsabilidad con la audacia en las políticas sociales. Mostró a su gobierno como una administración que apostó al manejo prudente de las finanzas públicas e hizo oídos sordos al populismo, cuando no se dilapidó los recursos extraordinarios del cobre. Pero que no tuvo ninguna vacilación cuando se requirió ponerse al frente del esfuerzo reactivador de la economía nacional.

En contraste la Presidenta mostró la crisis internacional como el efecto de un paradigma económico que toma al egoísmo como virtud y visualiza a la pasividad como modelo de política pública. Para ella la codicia y la especulación no pueden ser nuestros valores rectores y así lo dijo
con todas sus letras.

No es lo mismo reconocer que anticipar

El camino seguido es muy diferente. Para Bachelet el mercado debe ir acompañado de mayor deliberación democrática y el crecimiento de mayor equidad.

En el fondo lo que se ofrece como camino de continuidad y cambio social es la opción por un tipo solidario de sociedad. Aquella que afirmar que existen ciertos bienes públicos deben estar al alcance de todos los ciudadanos, para lo cual se generan mecanismos solidarios para asegurar estos derechos.

Porque se piensa de este modo es que se ha tenido un Estado que se nota y que apoya a los más vulnerables y que está llegando a la clase media, en vez de esperar a que “el mercado actúe”.
Pero lo medular de esta visión de Chile no es exclusivamente económica sino que política y ciudadana. Se trata de aplicar el principio de que de que el mercado debe ir acompañado de una mayor deliberación democrática y el crecimiento de una mayor equidad.

En el fondo estamos ante todo lo contrario del resultado de la improvisación, de la suerte o del esfuerzo ajeno. Porque se han hecho bien las cosas por tiempo prolongado es que estamos en mejor pie que uno pudiera esperar para enfrentar una crisis: Con la casa ordenada y las cuentas en regla; políticas sociales financiadas, y reservas para aplicar políticas económicas contracíclicas.

Por eso el Chile del Bicentenario cuenta con una red integral de políticas, servicios y programas que hacen efectivos los derechos sociales que reconocemos a los ciudadanos.

Por eso, y aún cuando todos aceptan ahora la red de protección social, no es lo mismo aceptarla que haberla construido. Dar algo por hecho no es lo mismo que levantar instituciones. Criticar no es lo mismo que emprender.

Si tenemos hoy una red de protección social es por haber atrevido –como lo hizo la Concertación- a mantener la prioridad nacional de mejorar la vida de las personas contra viento y marea, en los buenos tiempos y en los malos tiempos. Ciertamente es bueno reconocer logros mirando el pasado, pero es mejor anticipar el futuro llegando donde nadie se atrevió antes.

Michelle Bachelet termino sus palabras ubicando el puesto de nuestra generación en la historia nacional: “Sepan nuestros hijos e hijas y quienes les sigan que fue en este girón de nuestra historia cuando Chile decidió que haría surgir de su libertad un manto protector de justicia para todos” prestando su voz a todos nosotros. Lo valida con su experiencia y testimonio.

Pocos pueden hablar así. Sin duda este es el camino para ganar el alma de Chile. El que quiera ganar la presidencia debería seguir este camino. Y porque esto es así, este es un mensaje para recordar.