El inicio anticipado del año político
El inicio anticipado del año político
La llegada del nuevo integrante del equipo político no ha dejado indiferente a la oposición. Y eso, en sí mismo, es una señal fuerte de la importancia que se le atribuye.
Víctor Maldonado
El cambio de mapas mentales
LA POLÍTICA SIEMPRE nos puede traer sorpresas. El inicio del año político, esperado para enero, “como corresponde”, parece haber sufrido un adelanto. Desde luego, ésa es la sensación que deja el cambio ministerial de ayer.
Si hay una lección que sacar de los últimos acontecimientos es que los actores políticos deben acomodarse a las condiciones no sólo del presente, sino del futuro inmediato en plena evolución.
Las definiciones previas, a gusto y usanza de los clichés impuestos por los medios de comunicación, se irán borrando en los próximos días.
Francisco Vidal representa en la Concertación, simplemente, a uno de los rostros emblemáticos relacionados con la función de ejercer el Gobierno. Es casi sinónimo de experiencia ministerial. Eso implica que los cambios ratifican la decisión de concentrarse en gobernar, y gobernar bien, punto.
No se puede decir que la oposición lo haya recibido con los brazos abiertos. Casi de inmediato, y sin esperar declaración de intenciones alguna, asoció su llegada con el intervencionismo electoral.
Esto no debiera extrañar. Hay que decir que junto con el inicio anticipado del nuevo año político, la acusación de intervencionismo presidirá casi cualquier mención que desde la derecha se haga respecto de las acciones de Gobierno. Habrá que acostumbrarse a ello, porque no hay más alternativa que acostumbrarse a lo que sucederá todos los días de ahora en adelante.
En todo caso, la llegada del nuevo integrante del equipo político no ha dejado indiferente a la oposición. Y eso, en sí mismo, es una señal fuerte de la importancia que se le atribuye.
El cambio ministerial no es el único en el Ejecutivo. Del mismo modo, está la reacción de Bachelet ante la inusitada intervención de Alfredo Ovalle en la reunión de la Enade. Lo que se presentó en esta dura réplica fue la demostración de que el deseo del Gobierno de fomentar un ambiente de cooperación y entendimiento entre todos los sectores encuentra límites que se consideran inexcusables. Ante el desatino no hay opción.
Cuando no hay nada que ganar y sólo se obtienen perjuicios de un error de grandes dimensiones, es que alguien, sin consultar, por sí y ante sí, cometió un desatino sin apelaciones.
Un despropósito por parte de un actor público se identifica de inmediato, porque va a contracorriente de los intereses más básicos de los representados y porque pone en riesgo la reserva de confianza mutua que ha costado años acumular.
Porque, si hay algo de lo que no le cabe duda a nadie es de que las buenas relaciones con el Ejecutivo sólo han traído beneficios a los empresarios. Ellas se han construido en un espacio de tiempo largo. Y sólo alguien muy irresponsable o de visión muy limitada puede echar por la borda el esfuerzo sistemático de ambas partes.
Alguien aquí tuvo la torpe idea de actuar como el hijo derrochador, que gasta sin tino el capital de sus mayores, porque no sabe de los esfuerzos, el trabajo y el tesón que representaban.
Pero no hay que exagerar. Lo cierto es que el deterioro de las relaciones con una persona -que es real, efectivo y perdurable- no tiene por qué constituirse de inmediato en retroceso en las relaciones del Gobierno con un importante sector social. Por lo menos, para muchos otros, la búsqueda del interés nacional sigue estando dentro de las prioridades.
No quedar atrapados en el conflicto
Lo que está apareciendo, una y otra vez, son las crecientes muestras de mayor presencia de los conflictos entre los actores políticos o que influyen en la política. De allí que cada cual se esté preparando para este nuevo escenario, más duro que el que se había tenido hasta ahora, con mayor anticipación de la que esperaba.
Hacia abril, no menos de tres partidos (DC, PS y PPD) tomarán decisiones importantes respecto de su conducción. Pero está visto que muchas cosas serán definidas antes de esa fecha.
De hecho, el peor error que puede cometer un partido es dedicar la mayor parte de su energía a la administración de los conflictos internos de cada día.
Así, por ejemplo, le ocurre a la DC, que es el partido que más cosas se juega en las semanas que siguen.
En lo sustantivo, ninguno resuelve sus problemas políticos por la vía judicial y este caso no será la excepción.
Por supuesto, los órganos disciplinarios tienen que funcionar y han de sancionar las conductas reñidas con la adecuada convivencia interna. Pero un conflicto político es mucho más que eso, y no se termina porque se arribe a una sanción.
Lo más relevante no es el tipo de sanciones que se adoptan, sino la reacción de los militantes ante las resoluciones de sus órganos regulares.
Por interesante que le parezca a algunos las resoluciones de su Tribunal Supremo, las declaraciones diarias del senador disidente encontrándole nuevos pecados a su directiva, y las visitas de apoyo en una dirección u otra. Lo decisivo estriba en que nada de eso sea lo fundamental de lo que la Falange proyecta a diario como imagen colectividad.
Énfasis en lo que se construye
Una organización política que se vuelca hacia dentro, olvidando sus responsabilidades públicas, es una organización en serias dificultades, sin importar cómo evolucionen sus querellas.
En conjunto, lo que se logra al adoptar el lenguaje de los iniciados en los misterios partidarios o el de los obsesionados por los pormenores del conflicto, es la pérdida del interés del público general sobre todos ellos.
Cualquiera sea la sanción que finalmente tenga Adolfo Zaldívar, ésta será un episodio más dentro de un proceso que augura ser largo y difícil.
La salida de una persona no es la salida de una tendencia. Lo que viene es un reacomodo. La institucionalidad terminará por imponerse, en la misma medida en que se permita el tiempo suficiente para que todos puedan asimilar la pérdida y reasumir la agenda de temas ciudadanos en los que se quiere sobresalir.
De momento, lo seguro es que Zaldívar seguirá siendo un actor relevante, que mantendrá una cierta influencia, sea que esté dentro o fuera de su actual partido. Esta influencia será forzosamente declinante, pero acompañará al escenario político por un tiempo.
Sin embargo, hay una tendencia interna en la DC claramente minoritaria pero significativa, disponible para nuevos liderazgos que la interpreten. Esto explica mucho de los movimientos que hemos visto dentro de la Falange en los días previos.
Lo más importante es lograr que el conflicto no atrape toda la energía disponible en una organización. Esto es algo que la DC debe recordar en estos momentos. De otro modo poco importará quién se está imponiendo dentro del partido. Lo será más quién está deteriorando su imagen, su fuerza, la capacidad de predecir y de transmitir mensajes que sean de interés ciudadano.
Los que viven del conflicto perecen al perder centralidad el ánimo general de querellas y disputas. Tampoco ayuda el declarar a los cuatro vientos que el Apocalipsis está cerca porque nadie recupera la fe en un futuro tras la enumeración reiterativa de los males a los que está expuesto.
La situación se despeja hablando del presente, pensando en el futuro y conquistando a la juventud para que aporte su sabia nueva y su energía revitalizadora.
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