¡Aún tenemos competencia, ciudadanos!
¡Aún tenemos competencia, ciudadanos!
Víctor Maldonado
La dura prueba de la normalidad
La encuesta de la Universidad Diego Portales ha entregado información valiosa que debiera ser tomada muy en cuenta por los actores políticos.
Este sondeo nos señala que la buena fortuna no lo es todo. Aun cuando los datos fueron tomados antes fin del rescate de los mineros de San José (lo que es bueno porque no se ven alterados por un momento de inusual efervescencia), muestra un hecho sorprendente. Ocurre que en medio de los festejos del bicentenario y concentrando la atención mundial por un rescate bien llevado, Piñera obtiene un apoyo ciudadano mayoritario pero nada fuera de lo común.
Es decir que teniendo un contexto soñado de atención pública, visibilidad en acontecimientos patrióticos y a la cabeza de un épico rescate de inusual intensidad y prolongación, el mandatario se mueve hacia arriba en aprobación pero con lentitud.
Por cierto nadie duda que en las próximas mediciones (y me refiero a las más inmediatas) tendremos un Presidente mejor posicionado, pero se puede predecir, sin gran riesgo de equivocarse, que ello no durará mucho, y bien pronto volveremos a verlo en los mismos niveles de aprobación con el que entró a La Moneda hace ocho meses.
Si la naturaleza no nos depara nuevos momentos difíciles, el 2011 será un año menos lleno de espectacularidades y más centrado en el cumplimiento riguroso de tareas y promesas. Después de tantas emociones colectivas, la vuelta a la normalidad es una dura prueba política.
En otras palabras, los datos conocidos hasta hoy, nos señalan que el gobierno ha sido incapaz de obtener una ventaja decisiva frente a la oposición, justo cuando su contraparte se encuentra en plena reorganización, fuera de las pantallas y cuando los medios de comunicación -cercanos y lejanos- insisten en darla por difunta.
Es bien significativo que un equipo tenga la cancha despejada y no esté ganando por goleada. Cuando eso sucede, no se puede deber a algún mérito de los opositores ni a nada que provenga del contexto. Lo que esté afectando tiene que relacionarse con un factor interno que está operando para contener el normal efecto positivo de una coyuntura particularmente afortunada.
Si en estas condiciones resulta que el gobierno no consigue un apoyo arrollador, entonces y pese a los análisis más obvios y superficiales, no está todo decidido y la competencia política sigue abierta y lo seguirá estando más en el futuro próximo.
Los datos de un gestión regular
Otros datos de la encuesta parecen confirmar esta apreciación. Así, ocurre que el gobierno es evaluado mejor en su desempeño ante las situaciones extraordinarios (como es el tratamiento del caso de la mina San José y el hacer frente a los problemas generados por el terremoto), que en los temas más cotidianos y sensibles a la ciudadanía como son empleo, educación y justicia, así como en transporte.
Es más, frente al desempeño de Bachelet, el actual gobierno pierde la tradicional ventaja comparativa de la derecha en seguridad ciudadana.
Por eso la otra consideración de importancia que nos arroja esta encuesta es que las características de Piñera no sobrepasan al recuerdo de Bachelet en ningún aspecto (y por eso ella es una figura política vigente como pocas).
También la administración de la primera mujer presidenta terminó siendo mejor evaluada que el actual gobierno en su inicio. En particular, la distancia se amplía al comparar las características de honestidad y buena imagen transmitida de país. Al mismo tiempo, la popularidad del mandatario continúa pegada a la de su gobierno, con lo cual no le aporta ningún plus con el que se pueda contar en los momentos difíciles.
Mientras menos respaldo adicional le signifique Piñera a su propio gobierno, más atención se les ira prestando a las figuras de reemplazo, particularmente las que se encuentran en el gabinete. El oficialismo tiene un déficit de atractivo que advierte como un peligro y que buscará cubrir con figuras complementarias a la presidencial. Esto trae aparejadas otras complicaciones, pero que resultan inescapables de asumir.
Esta no es la única señal de peligro para la etapa de normalización en la que estamos entrando. No hay gobierno que se pueda quedar tranquilo sabiendo que su apoyo decrece progresivamente, mientras más pobres sean los consultados. Menos aun cuando, ricos y pobres por igual están convencidos de que este es un gobierno que beneficia principalmente a la clase alta.
Deberían estar inquietos en el oficialismo con solo saber que el número de ciudadanos que está convencido que Piñera podrá “cumplir plenamente” sus promesas de campaña, es únicamente el 15 por ciento de la población.
Es preocupante para el gobierno que entre los atributos peor evaluados del actual mandatario se encuentra su capacidad de llegar a acuerdos con la oposición.
Tras el rescate de los mineros, el país puso en su agenda la disminución de la desigualdad, a la par de la disminución de la pobreza. Cabe señalar que estos dos aspectos se encuentran entre los cuatro peor evaluados de la gestión de gobierno (junto al funcionamiento del transporte público y la necesidad de mejorar las pensiones).
En efecto, la inseguridad laboral no es la causa de la casi tragedia de San José sino su resultado. Cosas como esta ocurren cuando las leyes no se respetan, cuando la impunidad de los poderosos existe en la práctica por sobre las normas, cuando la necesidad supera el riesgo; cuando morir aplastado en una mina de a uno es un “accidente” y quedar atrapados de a 33 es un problema y tiene pantalla.
En otras palabras, la autoimagen de Chile (y de un gobierno) no puede ser construido en base a un rescate, sino en base de la calidad de vida que le entrega a sus trabajadores a diario.
Una renovación política plenamente factible
Nada de esto se encuentra desconectado del proyecto del país que se tiene. Las prioridades nacionales no cambian según donde se dirijan las cámaras de televisión, porque entonces lo que se tiene es rating y no rumbo. Así nada perdurable se construye. Un gobierno guiado por la audiencia termina haciéndole daño al país.
Por otra parte, queda mucho por reflexionar acerca de las causas de la derrota de la Concertación, y esta encuesta da luces al respecto. Se puede perder por un agotamiento de la propuesta política de fondo, o, se puede perder por una falla en la capacidad de dar sustento a una propuesta básicamente correcta. En el primer caso, nos encontramos ante una falla medular de lenta y compleja solución; en el segundo caso se hace frente a problemas importantes, pero susceptibles de ser procesados, en un tiempo acotado, siempre y cuando se emprenda un importante proceso de renovación política. Al parecer nos encontramos en este último caso y esto es un dato decisivo para la Concertación.
Consultados los ciudadanos, las causas de la derrota se atribuyen a errores de estrategia electoral, como la elección del candidato; el desgaste de gobierno, y, la división entre Frei y Enríquez Ominami. En ese mismo orden y a mucha distancia de otras respuestas alternativas.
Pero errores de campaña, divisiones y desgaste en el poder son todos factores que, evidentemente, se pueden asumir y son posibles de enmendar. Esto quiere decir que la competencia política es plenamente posible en las elecciones que siguen.
Por otra parte, ya se acerca al 60 por ciento el número de personas que no adscriben algunos de los dos conglomerados principales de la política chilena. Queda, pues, un amplio espacio para recuperar confianza ciudadana. Y no es menor el hecho de que el doble de personas cree que la Concertación se mantendrá o fortalecerá en comparación con quienes estiman que “se dividirá”.
En otras palabras, ni el gobierno tiene asegurada la mayoría política sin dar soluciones efectivas de los temas cotidianos de los chilenos, ni la oposición tiene fuera de su alcance el emprender una renovación política que le permita recuperar confianza ciudadana.
Por lo tanto, todo está por definir y la competencia entre los conglomerados es exigente, como pocas veces hemos visto. Como siempre, el resultado dependerá de quién lo haga mejor.
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